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2 Reyes 1:9 - Biblia Martin Nieto

Entonces le envió un capitán con sus cincuenta soldados. Llegó éste donde Elías, que estaba sentado en la cima del monte, y le dijo: 'Hombre de Dios, el rey ordena que vayas'.

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Biblia Reina Valera 1960

Luego envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a donde él estaba; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y el capitán le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces envió a un capitán del ejército con cincuenta soldados para que lo arrestaran. Lo encontraron sentado en la cima de una colina, y el capitán le dijo: —Hombre de Dios, el rey te ordena que vengas con nosotros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Despachó entonces a cincuenta hombres con su jefe, que subieron para buscar a Elías; éste estaba sentado en la cumbre de un cerro. El jefe le gritó: '¡Hombre de Dios, por orden del rey, baja!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces le envió un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a él (pues estaba sentado en la cumbre del monte), y le dijo: ¡Varón de Dios, el rey ha ordenado que bajes!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y mandó un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres, que salió en busca de él. Lo hallaron sentado en la cima del monte. El jefe le dijo: 'Hombre de Dios, el rey ordena que bajes'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces el rey envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a él; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y él le dijo: Varón de Dios, el rey dice que desciendas.

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2 Reyes 1:9
22 Tagairtí Cros  

Entonces ella dijo a Elías: '¿Qué tengo yo que ver contigo, hombre de Dios? ¿Has entrado en mi casa para recordar mis pecados y dar muerte a mi hijo?'.


¡Vive el Señor, tu Dios!, que no hay pueblo ni reino donde mi amo no haya mandado a buscarte, y cuando se respondía que no estabas allí, hacía jurar a aquel reino o pueblo que no te había encontrado;


cuando Jezabel exterminó a los profetas del Señor, Abdías recogió a cien profetas y los ocultó en grupos de cincuenta en unas cuevas, proveyéndoles de pan y agua.


Y Elías subió a la cima del Carmelo y se postró en tierra, puesto su rostro entre las rodillas.


Y entonces Jezabel envió este mensaje a Elías: 'Esto y cosa peor hagan conmigo los dioses si mañana a estas horas no te he puesto a ti como a uno de ellos'.


El rey de Israel respondió a Josafat: 'Hay todavía uno por medio del cual podemos consultar al Señor; pero yo le odio porque nunca me profetiza cosas buenas, sino cosas malas. Es Miqueas, hijo de Yimlá'. Josafat dijo: 'No hable así el rey'.


De allí fue al monte Carmelo, y del Carmelo regresó a Samaría.


Partió, y llegó adonde estaba el hombre de Dios en el monte Carmelo. Cuando el hombre de Dios la divisó desde lejos, dijo a Guejazí, su criado: 'Aquélla es la sunamita.


y los llevé al templo del Señor, a la sala de Benhanán, hombre de Dios, la que está junto a la sala de los dignatarios, encima de la de Maasías, hijo de Salún, guardián de la puerta.


Amasías dijo a Amós: 'Vidente, vete, retírate a la tierra de Judá; come allí el pan y allí profetiza.


Y es que Herodes había detenido a Juan, lo había encadenado y lo había metido en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo;


mientras le decían: 'Adivina, mesías, quién te dio'.


trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza, y una caña en su mano derecha; y, arrodillándose delante, se burlaban de él, diciendo: '¡Viva el rey de los judíos!'.


Los que pasaban por allí lo insultaban moviendo la cabeza y diciendo: '¡Bah! ¡Tú, que destruías el templo y lo edificabas en tres días,


¡El mesías, el rey de Israel!; que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos'. Los que estaban crucificados con él también lo insultaban.


Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron: 'Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?'.


Otros soportaron burlas y latigazos, incluso cadenas y cárceles;


Se lo dijeron a Saúl, que mandó otros mensajeros; pero también ellos se pusieron a profetizar. Volvió a enviar Saúl por tercera vez otros mensajeros, pero también ellos se pusieron a profetizar.