¿A dónde iré yo que me aleje de tu espíritu? Y ¿a dónde huiré que me aparte de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú; si bajo al abismo, allí te encuentro.
Si al rayar el alba me pusiere alas, y fuere a posar en el último extremo del mar,
allá igualmente me conducirá tu mano, y me hallaré bajo el poder de tu diestra.
¿Acaso piensas tú, dice el Señor, que yo soy Dios sólo de cerca, y no soy Dios desde lejos?
¿Sí se ocultará acaso un hombre en algún escondrijo sin que yo le vea, dice el Señor? ¿Por ventura no lleno yo, dice el Señor, el cielo y la tierra?
Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro defensor en las tribulaciones que tanto nos han acosado.
enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos que yo mismo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos.
queriendo con esto que buscasen a Dios, por si rastreando y como palpando, pudiesen por fortuna hallarle; como quiera que no está lejos de cada uno de nosotros:
porque dentro de él vivimos, nos movemos, y existimos; y como algunos de vuestros poetas dijeron: Somos del linaje, o descendencia, del mismo Dios.
Tú sabes cuanto hago, ora esté quieto, ora andando.
De lejos penetras mis pensamientos; averiguaste mis pasos y mis medidas.
Pues esto dice el excelso y el sublime Dios que mora en la eternidad, y cuyo nombre es Santo: El que habita en las alturas y en el santuario, y en el corazón contrito y humillado, para vivificar el espíritu de los humildes y dar vida al corazón de los contritos.
Observó desde el cielo el Señor; vio a todos los hijos de los hombres.
Desde su firmísimo trono echó una mirada sobre todos los habitantes de la tierra.
Jesús le respondió así: Cualquiera que me ama, observará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión dentro de él.
Reconoce, pues, en este día, y quede grabado en tu corazón, que el Señor es el único Dios desde lo más alto del cielo hasta lo más profundo de la tierra, y que no hay otro sino él.
de manera que podamos animosamente decir: El Señor es quien me ayuda; no temeré cosa que hagan contra mí los hombres.
El Señor está al lado de los que tienen el corazón atribulado; y él salvará a los humildes de espíritu.
porque yo soy el Señor Dios tuyo, el Santo de Israel, tu Salvador ; yo di por tu rescate a Egipto, Etiopía y Sabá.
Tú previste todas las acciones de mi vida; todo lo sabes, aunque mi lengua no pronuncie palabra.
Porque los ojos de Dios observan los caminos de los hombres, y tiene él contados todos sus pasos.
Y el Verbo se hizo carne; y habitó en medio de nosotros; y nosotros hemos visto su gloria, gloria que el Unigénito debía recibir del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Excelso es el Señor sobre todas las gentes, y su gloria sobrepuja los cielos.
¿Quién como el Señor nuestro Dios? El tiene su morada en las alturas,
y está cuidando de las criaturas humanas en el cielo y en la tierra.
Tal vez, dije yo, las tinieblas me podrán ocultar; mas la noche se convertirá en claridad para descubrirme en medio de mis placeres.
Porque las tinieblas no son oscuras para ti, y la noche es clara como el día; oscuridad y claridad son para ti una misma cosa.
Mas en efecto: ¿es creíble que verdaderamente Dios ha de habitar sobre la tierra? Porque si ni los cielos, oh Señor, ni los altísimos cielos pueden abarcarte, ¿cuánto menos esta casa que yo he construido?
uno el Dios y el Padre de todos, el cual es sobre todos, y gobierna todas las cosas, y habita en todos nosotros,
¿No sabéis vosotros que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Permaneced en mí, que yo permaneceré en vosotros. Al modo que el sarmiento no puede de suyo producir, si no está unido con la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos conmigo.
Estad tranquilos, y considerad que yo soy el Dios; ensalzado he de ser entre las naciones, y ensalzado en toda la tierra.
De esta suerte, aunque caminase yo por la sombra de la muerte, no temeré ningún desastre; porque tú estás conmigo. Tu vara y tu báculo han sido mi consuelo.
Y se estremecieron los dinteles y quicios de las puertas a la voz del que cantaba, y se llenó de humo el templo.
Teniendo, pues, por sumo sacerdote a Jesús , Hijo de Dios, que penetró hasta lo más alto del cielo, y nos abrió sus puertas, estemos firmes en la fe que hemos profesado.
Me pongo a contarlos, y veo que son más que las arenas del mar; me levanto, y me hallo todavía contigo.
Si bien el Altísimo no habita precisamente en moradas hechas de mano de hombres, como dice el profeta:
El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué especies de casas me habéis de edificar vosotros?, dice el Señor; o ¿cuál podrá ser digno lugar de mi descanso?
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
Yo seré tu guarda o custodio doquiera que fueres, y te restituiré a esta tierra; y no te dejaré de mi mano hasta que cumpla todas las cosas que tengo dichas.
Canta himnos de alabanza, y alégrate, oh hija de Sión, porque mira, yo vengo y moraré en medio de ti, dice el Señor.
Y en aquel día se allegarán al Señor muchas naciones, y serán también pueblo mío, y yo habitaré en medio de ti: y tú conocerás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti.
Esto dice el Señor: El cielo es mi solio, y la tierra peana de mis pies: ¿Qué casa, pues, es esa que vosotros edificaréis para mí, y cuál es aquel lugar donde he de fijar mi asiento?
Admirable se ha mostrado tu sabiduría en mi creación; se ha remontado tanto, que es superior a mi alcance.
Si voy hacia el oriente, no se deja ver; si hacia el poniente, tampoco lo hallaré;
si me muevo al norte, nada adelanto. ¿Qué haré? No podré dar con él; si al mediodía, ni aún allí lo veré.
El tiene conocidos mis pasos, y me ha acrisolado con trabajos, como se hace con el oro que pasa por el fuego.
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia.
En todas tus empresas tenle presente, y él sea quien dirija todos tus pasos.
Dios es espíritu, y verdad; y por lo mismo los que le adoran en espíritu y verdad deben adorarle.
Pero, ¿y es realmente creíble que Dios habite con los hombres sobre la tierra? Si los cielos de los cielos no pueden abarcarte, ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?
A mí me haréis un altar de tierra, y sobre él ofreceréis vuestros holocaustos y hostias pacíficas, vuestras ovejas y vacas, en todo lugar consagrado a la memoria de mi nombre; allí iré Yo, y te daré mi bendición.
En esto conocemos que vivimos en él, y él en nosotros, porque nos ha comunicado su Espíritu.
Todavía era yo un embrión informe, y ya me distinguían tus ojos; todos los mortales están escritos en tu libro; irán y vendrán días; y ninguno dejará de ser escrito.
El Señor dirigirá los pasos del hombre justo, y aprobará sus caminos.
Si cayere, no se lastimará; pues el Señor pone su mano por debajo.
El es quien confunde y anonada a los escudriñadores de los arcanos de la naturaleza, y reduce a nulidad a los jueces o gobernadores de la tierra.
El que se acoge al asilo del Altísimo, descansará siempre bajo la protección del Dios del cielo.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza, o violencia,
ni todo lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesucristo nuestro Señor.
El Señor me librará de todo pecado, y me conducirá a su reino celestial, a él sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
ni se dirá: vele aquí, o vele allí. Antes tened por cierto que ya el reino de Dios está en medio de vosotros.
Yo contemplaba siempre al Señor delante de mí, como quien está a mi diestra para sostenerme.
¿Por ventura no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que ya no sois de vosotros,
Porque mis ojos están observando todos sus pasos; no se oculta ninguno a mis miradas; como no hubo maldad suya oculta a mi vista.
mantengamos firme la esperanza que hemos confesado (que fiel es quien hizo la promesa),
¿Acaso puedes tú comprender los caminos de Dios, o entender al Todopoderoso hasta lo sumo de su perfección?
Es más alto que los cielos: ¿qué harás pues? Es más profundo que los infiernos: ¿cómo has de poder conocerlo?
Su dimensión es más larga que la tierra, y más ancha que el mar.
El es el que robustece al débil y el que da mucha fuerza y vigor a los que no son para nada.
Tú eres mi asilo en la tribulación que me tiene cercado: Tú, oh alegría mía, líbrame de los que me tienen rodeado.
Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti mis ojos.
la cual es su cuerpo, y en la cual aquel que lo completa todo en todos halla el complemento de todos sus miembros.
Y el Señor que es vuestro caudillo, él mismo será contigo: no te dejará ni te desamparará: no temas, ni te amedrentes.
y te armé, a fin de que sepan todos desde oriente a poniente, que no hay más Dios que yo. Yo el Señor y no hay otro.
Yo que formo la luz, y creo las tinieblas; que hago la paz, y envío los castigos a los pueblos. Yo el Señor, yo que hago todas estas cosas.
Mas ¿quién será capaz de edificarle una casa que sea digna de él? Si el cielo, si los cielos de los cielos no pueden abarcarle, ¿quién soy yo para poder construirle una casa? Mas no la hago para otra cosa, sino para ofrecer en ella incienso en su honor.
Mas yo veo, Dios mío, que tú has honrado sobremanera a tus amigos; su imperio ha llegado a ser sumamente poderoso.
Me pongo a contarlos, y veo que son más que las arenas del mar; me levanto, y me hallo todavía contigo.
Buscad al Señor, mientras pueda ser hallado: invocadle mientras está cercano.
Abandone el impío su camino y el inicuo sus designios, y conviértase al Señor, el cual se apiadará de él, y a nuestro Dios, que es generosísimo en perdonar.
Que los pensamientos míos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son los caminos míos, dice el Señor;
sino que cuanto se eleva el cielo sobre la tierra, así se elevan mis caminos sobre los caminos vuestros, y mis pensamientos sobre los pensamientos vuestros.
Señor, tus ojos están mirando siempre la fidelidad o verdad; azotaste a estos perversos, y no les dolió; los moliste a golpes, y no han hecho caso de la corrección; endurecieron sus frentes más que un peñasco, y no han querido convertirse a ti.
Todas las cosas son de él, y todas son por él, y todas existen en él; a él sea la gloria por siempre jamás. Amén.
No permitirá que resbalen tus pies, oh alma mía, ni se adormecerá aquel que te está guardando.
No por cierto, no se adormecerá, ni dormirá el que guarda a Israel.
Porque en su mano tiene toda la extensión de la tierra, y suyos son los más encumbrados montes.
Suyo es el mar, y obra es de sus manos; y hechura de sus manos es la tierra.
Mira cómo te llevo yo grabado en mis manos; tus muros los tengo siempre delante de mis ojos.
Hay así mismo diversidad de operaciones sobrenaturales, mas el mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos.
En el día dispondrá el Señor que venga su misericordia; y yo en la noche cantaré tus alabanzas. Haré para conmigo oración a Dios, autor de mi vida.
¿O qué consonancia entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois templo de Dios vivo, según aquello que dice Dios: Habitaré dentro de ellos, y en medio de ellos andaré, y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
hecho tanto más superior y excelente que los ángeles, cuanto es más aventajado el nombre que recibió por herencia o naturaleza.
¿No es verdad que cinco pajarillos se venden por dos cuartos, y con todo ni uno de ellos es olvidado de Dios?
Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Por tanto no tenéis que temer; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
Dámelos, diré al septentrión; y al mediodía: No los retengas; traedme a mis hijos de sus remotos climas, y a mis hijas del cabo del mundo;
y así él tiene ser ante todas las cosas, y todas subsisten por él y por él son conservadas.
El espíritu del hombre es una antorcha divina que penetra todos los secretos del corazón.
Te alabaré, Señor, a vista de tu estupenda grandeza; maravillosas son todas tus obras, de cuyo conocimiento está penetrada toda mi alma.
Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, pues el espíritu de Dios habita en vosotros. Que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo , éste no es de Jesucristo.
Mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto, o sujeto a muerte, por razón del pecado de Adán, el espíritu vive en virtud de la justificación.
Cuando pasares por entre las aguas, estaré yo contigo, y no te anegarán sus corrientes: cuando anduvieres por el fuego, no le quemarás, ni la llama tendrá ardor para ti;
porque yo soy el Señor Dios tuyo, el Santo de Israel, tu Salvador ; yo di por tu rescate a Egipto, Etiopía y Sabá.
La senda de Dios es inmaculada; y como acrisolada al fuego la palabra del Señor; escudo es de todos los que en él esperan.
¿Quién es Dios fuera del Señor? ¿Y quién es fuerte sino nuestro Dios?
Estas cosas todas las hizo mi mano y todas ellas son obra mía, dice el Señor. ¿Y en quién pondré yo mis ojos, sino en el pobrecito y contrito de corazón, y que oye con respetuoso temor mis palabras?
Más vale un solo día de estar en los atrios de tu templo, que millares fuera de ellos. He escogido ser el ínfimo en la casa de Dios, más bien que habitar en la morada de los impíos.
y que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, estando arraigados y cimentados en caridad,
Hasta ahora no habéis tenido sino tentaciones humanas, u ordinarias; pero fiel es Dios, que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que de la misma tentación os hará sacar provecho para que podáis sosteneros.
Entonces desecharás como cosas profanas esas láminas de plata que cubren tus ídolos; y los preciosos vestidos de tus estatuas de oro; y los arrojarás lejos de ti como el lienzo más sucio de una mujer inmunda. ¡Fuera de aquí!, les dirás.
Respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. He aquí, añadió, lo que dirás a los hijos de Israel: EL QUE ES me ha enviado a vosotros.
Todos los caminos del Señor son misericordia y verdad para los que buscan su santa alianza y sus mandamientos.
Y les daré un corazón dócil, para que reconozcan que soy el Señor su Dios, y ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios; pues se convertirán a mí de todo corazón.
Si me hallare, oh Señor, en medio de la tribulación, tú me animarás, porque extendiste tu mano contra el furor de mis enemigos, y me salvó tu poderosa diestra.
Nosotros así mismo hemos conocido y creído el amor que nos tiene Dios. Dios es caridad, o amor; y el que permanece en la caridad, en Dios permanece, y Dios en él.
Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí.
Así como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre; y doy mi vida por mis ovejas.
En cuanto a mí, ¡oh Señor!, tú me conoces bien, me has visto, y has experimentado qué tal es mi corazón para contigo. Reúnelos como rebaño para el sacrificio, y destínalos aparte para el día de la mortandad.
Pues Dios es el que obra o produce en vosotros por un puro efecto de su buena voluntad, no sólo querer, sino ejecutar.
Le dijo el Señor: Sal fuera, y ponte sobre el monte en presencia del Señor, y he aquí que pasará el Señor, y delante de él correrá un viento fuerte e impetuoso, capaz de trastornar los montes y quebrantar las peñas; no está el Señor en el viento. Después del viento vendrá un temblor de tierra; tampoco está el Señor en el terremoto.
Tras el terremoto un fuego; no está el Señor en el fuego. Y tras el fuego el soplo de un aura apacible y suave.
sino que cuanto se eleva el cielo sobre la tierra, así se elevan mis caminos sobre los caminos vuestros, y mis pensamientos sobre los pensamientos vuestros.
Pues ¿por qué dices tú, oh Jacob , por qué osas afirmar tú, ¡oh Israel!: No conoce el Señor la triste situación en que me hallo, y no se cuida mi Dios de hacerme justicia?
El Señor es el que te custodia; el Señor está a tu lado para defenderte.
Ni de día el sol te quemará, ni de noche te dañará la luna.
Mas él respondió: No tienes que temer, porque tenemos mucha más gente nosotros que ellos.
Y Eliseo, después de haber hecho oración, dijo: Señor ábrele los ojos a éste para que vea; y abrió el Señor los ojos del criado y miró y vio el monte lleno de caballos y de carros de fuego, que rodeaban a Eliseo.
¡Oh profundidad de los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios, cuán incomprensibles son sus juicios, cuán inapelables sus caminos!
No he hablado en oculto en algún lugar tenebroso de la tierra; no dije al linaje de Jacob : Buscadme inútilmente. Yo el Señor que enseño la justicia y predico la rectitud.
Porque Dios, que dijo que la luz saliese o brillase de en medio de las tinieblas, él mismo ha hecho brillar su claridad en nuestros corazones, a fin de que nosotros podamos iluminar a los demás por medio del conocimiento de la gloria de Dios, según que ella resplandece en Jesucristo.
Mas este tesoro lo llevamos en vasos de barro, frágil y quebradizo; para que se reconozca que la grandeza del poder que se ve en nosotros es de Dios y no nuestra.
Saltó de gozo en el Señor, mi corazón, y mi Dios me ha ensalzado; ya puedo responder a boca llena a mis enemigos, pues toda la causa de mi alegría es, ¡oh Señor!,la salud que he recibido de ti.
Nadie es santo, como lo es el Señor; no hay otro Dios fuera de ti; ninguno es fuerte como nuestro Dios.
Porque el Señor ama lo justo, y no desampara a sus santos; eternamente serán protegidos. Los injustos serán castigados; y perecerá la raza de los impíos.
En esto, alzándose el ángel de Dios que iba delante del ejército de los israelitas, se colocó detrás de ellos; y con él la columna de nube, la cual, dejaba la delantera,
se situó a la espalda, entre el campo de los egipcios y el de Israel; y la nube era tenebrosa por la parte que miraba a aquéllos, al paso que para Israel hacía clara la noche, de tal manera que no pudieron acercarse los unos a los otros durante todo el tiempo de la noche.
Tú, ¡oh alma mía!, mantente sujeta a Dios; pues de él viene mi paciencia.
Porque siendo él, como es, mi Dios y mi salvador , y estando él en mi ayuda, no vacilaré.
Mas le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque ya es tarde, y va ya el día de caída. Entró, pues, con ellos.
Y estando juntos a la mesa, tomó el pan, y lo bendijo, y habiéndolo partido, se los dio.
Con lo cual se les abrieron los ojos, y le conocieron; mas él desapareció de su vista.
Y estuve delante de ti como una bestia de carga, y yo siempre contigo sin apartarme jamás.
El Señor tiene fijos sus ojos sobre los justos, y atentos sus oídos a las plegarias que le hacen.
Ya sabes cómo se han apartado de mí todos los naturales de Asia que estaban aquí en Roma, de cuyo número son Figelo y Hermógenes.
de Jerusalén . Rodeada está Jerusalén de montes, y el Señor es el antemural de su pueblo, desde ahora y para siempre.
Pues el Señor es nuestro juez, el Señor nuestro legislador, el Señor nuestro rey; él es el que nos ha de salvar.
Se aflojaron, ¡oh nave orgullosa! tus cables, y ya no servirán; quedará tan mal parado tu mástil, que no podrás desplegar una bandera. Entonces se repartirán los despojos, y el gran botín que habías hecho; hasta los cojos se llevarán parte de él.
Como un padre se compadece de sus hijos, así se ha compadecido el Señor de los que le temen.
Porque él conoce bien la fragilidad de nuestro ser. Tiene muy presente que somos polvo,
Yo el Señor te he llamado por amor o celo de la justicia, te he tomado por la mano, y te he preservado; te he puesto para ser el reconciliador del pueblo y luz de las naciones;
Y después dijo a sus discípulos: Por eso os digo a vosotros: No andéis inquietos en orden a vuestra vida, sobre lo que comeréis y en orden a vuestro cuerpo sobre qué vestiréis.
Más importa la vida que la comida, y el cuerpo que el vestido.
Reparad en los cuervos: ellos no siembran, ni siegan, no tienen despensa, ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. Ahora bien, ¿cuánto más valéis vosotros que ellos?
¿Quién de vosotros, por mucho que discurra, puede acrecentar a su estatura un codo?
Pues si ni aun para las cosas más pequeñas tenéis poder, ¿a qué fin inquietaros por las demás?
Lejos está el Señor de oír a los impíos; pero serán oídas las oraciones de los justos.
En lo cual, ¡oh Señor Dios mío! has ostentado tu grandeza; que nadie hay semejante a ti, ni hay Dios fuera de ti, según todas las cosas que hemos oído con nuestros mismos oídos.
Envió desde el cielo a librarme; cubrió de oprobio a los que me traían entre pies. Envió Dios su misericordia y su verdad,
Y en fin, a aquel Señor que es poderoso para hacer infinitamente más que todo lo que nosotros pedimos, o de todo cuanto pensamos, según el poder que obra eficazmente en nosotros,
y yo soy el mismo desde el principio o desde la eternidad; y no hay nadie que pueda sustraerse de mi mano. Yo haré una cosa ¿y quién me la impedirá?
Pero el Señor está en su santo templo, el Señor tiene su trono en el cielo. Sus ojos están mirando al pobre; sus párpados están examinando a los hijos de los hombres.
Todo lo dicho hasta aquí es una pequeña parte de sus grandes obras; mas si esto que hemos oído es solamente una pequeñísima muestra de las infinitas cosas que pueden decirse de él, ¿quién podrá sostenerse firme al trueno de su grandeza?
Mas yo vendré a recoger sus obras, y sus pensamientos, y para reunirlos con todas las naciones de cualquier país y lengua, y comparecerán delante de mí, y verán mi gloria.
¿Has entrado tú en las honduras del mar, y te has paseado por lo más profundo del abismo?
¿Se te han abierto acaso las puertas de la muerte, y has visto aquellas entradas tenebrosas?
¿Has averiguado la anchura de la tierra? Dime, si todo lo sabes,
En efecto, las perfecciones invisibles de Dios, aun su eterno poder y su divinidad, se han hecho visibles después de la creación del mundo, por el conocimiento que de ellas nos dan sus criaturas; y así tales hombres no tienen disculpa;
Si hubiesen asistido a mi consejo y anunciado mis palabras al pueblo mío, yo ciertamente los hubiera desviado de su mala vida y de sus pésimas inclinaciones.
El Dios que creó al mundo y todas las cosas contenidas en él, siendo como es el Señor del cielo y tierra, no está encerrado en templos fabricados por hombres,
ni necesita del servicio de las manos de los hombres, como si estuviese menesteroso de alguna cosa; antes bien él mismo está dando a todos la vida, y el aliento, y todas las cosas.
sin embargo, para nosotros no hay más que un solo Dios, que es el Padre, del cual tienen el ser todas las cosas, y que nos ha hecho a nosotros para él; y no hay sino un solo Señor, que es Jesucristo, por quien han sido hechas todas las cosas, y somos nosotros por él cuanto somos.
Y con razón, porque el mismo espíritu de Dios está dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.