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Hechos 5:13 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Nadie en el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque la gente hablaba bien de ellos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

pero nadie más se atrevía a unirse a ellos, aunque toda la gente los tenía en alta estima.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

y nadie de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero de los demás, ninguno osaba juntarse con ellos; pero el pueblo los alababa grandemente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

De los demás, nadie se atrevía a mezclarse con ellos; pero el pueblo los tenía en gran estima.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y de los demás, ninguno osaba juntarse con ellos; pero el pueblo los alababa grandemente.

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Otras versiones



Hechos 5:13
19 Referencias Cruzadas  

Sin embargo, no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba con gran interés.


Sin embargo, muchos de ellos, incluso muchos de los gobernantes, creyeron en él. Pero no lo confesaban porque temían que los fariseos los expulsaran de la sinagoga.


Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo.


Sus padres contestaron así por miedo a los judíos. Es que ya estos habían acordado que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo.


Cuando se enteraron los judíos y los griegos que vivían en Éfeso, el temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús recibía la gloria.


Alababan a Dios y disfrutaban del aprecio general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.


Después de nuevas amenazas, los dejaron irse. Por causa de la gente, no hallaban manera de castigarlos. Todos alababan a Dios por lo que había sucedido.


Fue entonces el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles. Lo hizo sin hacer uso de la fuerza, pues tenían miedo de ser apedreados por la gente.


Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido.


No está bien sentirnos orgullosos del trabajo que otros han hecho. Al contrario, esperamos que, así como su fe va creciendo, nuestro trabajo entre ustedes también irá creciendo en gran manera.