Juan 12 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)María derrama perfume sobre Jesús 1 Seis días antes de la Pascua, llegó Jesús a Betania. Ahí era donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. 2 Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. 3 María tomó en sus manos como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro. Ella fue y lo derramó sobre los pies de Jesús, y luego se los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. 4 Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, dijo: 5 ―¿Por qué no se vendió este perfume? Vale lo mismo que el salario de un año de trabajo. Ese dinero se lo habríamos dado a los pobres. 6 Dijo esto no porque se interesara por los pobres, sino porque era un ladrón. Como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella. 7 ―Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi entierro. 8 A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. 9 Mientras tanto, muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí. Así que fueron a ver no solo a Jesús, sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. 10 Entonces los jefes de los sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro. 11 Es que, por su causa, muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús. Jesús entra en Jerusalén 12 Al día siguiente muchos de los que habían ido a la fiesta se enteraron de que Jesús se dirigía a Jerusalén. 13 Entonces tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, gritando a voz en cuello: ―¡Hosanna! ―¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ―¡Bendito el Rey de Israel! 14 Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura: 15 «No temas, hija de Sion. Mira, aquí viene tu rey, montado sobre un burrito». 16 Al principio, sus discípulos no entendieron lo que sucedía. Solo después de que Jesús entró en su gloria se dieron cuenta de que se había cumplido en él lo que de él ya estaba escrito. 17 La gente que había estado con Jesús cuando él llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de entre los muertos seguía contando lo sucedido. 18 Muchos que se habían enterado de esa señal realizada por Jesús salían a su encuentro. 19 Por eso los fariseos comentaban entre sí: «Como pueden ver, no hemos logrado nada. ¡Miren cómo lo sigue todo el mundo!». Jesús anuncia su muerte 20 Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunos griegos. 21 Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: ―Señor, queremos ver a Jesús. 22 Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron a decírselo a Jesús. 23 ―Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre reciba la gloria —les contestó Jesús—. 24 Les aseguro que, si la semilla de trigo no cae en tierra y muere, se queda sola. Pero, si muere, produce mucho fruto. 25 El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que desprecia su vida en este mundo la conserva para la vida eterna. 26 Quien quiera servirme debe seguirme. Donde yo esté, allí también estará mi siervo. Al que me sirva, mi Padre lo honrará. 27 »Ahora todo mi ser está angustiado. ¿Y acaso, por eso, voy a decir: “Padre, sálvame de esta hora difícil”? ¡Si precisamente para afrontarla he venido! 28 ¡Padre, da gloria a tu nombre!». Se oyó entonces, desde el cielo, una voz que decía: «Ya le di gloria, y volveré a darle gloria». 29 La gente que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían que un ángel le había hablado. 30 ―Esa voz no vino por mí, sino por ustedes —dijo Jesús—. 31 El juicio de este mundo ha llegado ya. Y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. 32 Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. 33 Con esto daba Jesús a entender de qué manera iba a morir. 34 ―En la Ley hemos leído que el Cristo permanecerá para siempre —le respondió la gente—. ¿Cómo, pues, dices que el Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre? 35 ―Ustedes van a tener la luz solo un poco más de tiempo —les dijo Jesús—. Caminen mientras tengan la luz, antes de que los envuelvan las tinieblas. El que camina en las tinieblas no sabe a dónde va. 36 Mientras tengan la luz, crean en ella, para que sean hijos de la luz. Cuando terminó de hablar, Jesús se fue y se escondió de ellos. Los judíos siguen sin creer 37 A pesar de haber hecho Jesús todas estas señales milagrosas en presencia de ellos, todavía no creían en él. 38 Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje, y a quién se le ha revelado el poder del Señor?». 39 Por eso no podían creer, pues también había dicho Isaías: 40 «Les ha cegado los ojos y endurecido el corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón; para que no se arrepientan, y yo los sane». 41 Esto lo dijo Isaías porque vio la gloria de Jesús y habló de él. 42 Sin embargo, muchos de ellos, incluso muchos de los gobernantes, creyeron en él. Pero no lo confesaban porque temían que los fariseos los expulsaran de la sinagoga. 43 Preferían recibir honores de los hombres más que de parte de Dios. 44 «El que cree en mí —clamó Jesús con voz fuerte—, cree no solo en mí, sino en el que me envió. 45 Y el que me ve a mí ve al que me envió. 46 Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas. 47 »Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue. No vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. 48 El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he proclamado lo condenará en el día final. 49 Yo no he hablado por mi propia cuenta. El Padre que me envió me ordenó qué decir y cómo decirlo. 50 Y sé muy bien que su mandato es vida eterna. Así que todo lo que digo es lo que el Padre me ha ordenado decir». |
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