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Hechos 2:43 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Todos estaban asombrados por los muchos milagros y maravillas que hacían los apóstoles.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Un profundo temor reverente vino sobre todos ellos, y los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y maravillas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Toda la gente sentía un santo temor, ya que los prodigios y señales milagrosas se multiplicaban por medio de los apóstoles.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y sobrevenía temor a toda alma, y muchos prodigios y señales milagrosas eran hechas por los apóstoles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

El temor se apoderaba de todos, porque los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y vino temor sobre toda persona: y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.

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Otras versiones



Hechos 2:43
15 Referencias Cruzadas  

Estas señales acompañarán a los que crean: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán en nuevas lenguas.


Todos se llenaron de temor y alababan a Dios. ―Hay entre nosotros un gran profeta —decían—. Dios ha venido en ayuda de su pueblo.


Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se fuera de allí, pues tenían mucho miedo. Así que él subió a la barca para irse.


Les aseguro que el que cree en mí, las obras que yo hago también él las hará. Y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.


»Israelitas, escuchen esto: Jesús de Nazaret fue un hombre aprobado por Dios ante ustedes con milagros, señales y maravillas. Todo esto lo hizo Dios entre ustedes por medio de él, como bien lo saben.


Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús. El amor inmerecido de Dios se derramaba abundantemente sobre todos ellos.


Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido.


«Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama». Y al instante se levantó.


Pedro hizo que todos salieran del cuarto; luego se puso de rodillas y oró. Volviéndose hacia la muerta, dijo: «Tabita, levántate». Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó.