«¿Y este a dónde piensa irse que no podamos encontrarlo? —comentaban entre sí los judíos—. ¿Será que piensa ir a nuestra gente dispersa entre las naciones, para enseñar a los griegos?
Hechos 17:4 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas. También se les unieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas. Biblia Nueva Traducción Viviente Algunos judíos que escuchaban fueron persuadidos y se unieron a Pablo y Silas, junto con muchos hombres griegos temerosos de Dios y un gran número de mujeres prominentes. Biblia Católica (Latinoamericana) Hubo algunos que se convencieron y formaron un grupo en torno a Pablo y Silas. Lo mismo hicieron un buen número de griegos, de los 'que temen a Dios', y no pocas mujeres de la alta sociedad. La Biblia Textual 3a Edicion Y algunos de ellos fueron persuadidos; y se unieron a Pablo y a Silas un gran número de griegos temerosos de Dios y no pocas mujeres prominentes. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Algunos de entre ellos quedaron convencidos y se unieron a Pablo y a Silas, así como una gran muchedumbre de prosélitos griegos y no pocas mujeres principales. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y algunos de ellos creyeron y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran multitud, y mujeres nobles no pocas. |
«¿Y este a dónde piensa irse que no podamos encontrarlo? —comentaban entre sí los judíos—. ¿Será que piensa ir a nuestra gente dispersa entre las naciones, para enseñar a los griegos?
Cuando terminó la reunión, muchos judíos y extranjeros que habían aceptado la religión judía acompañaron a Pablo y a Bernabé. Ellos, por su parte, los animaron a seguir confiando en el inmerecido amor de Dios.
Pero los judíos hablaron con mujeres muy distinguidas y favorables al judaísmo. También hablaron con los hombres más importantes de la ciudad, y a todos los convencieron de ir en contra de Pablo y Bernabé. Así lograron echarlos fuera de la región.
Al llegar a Iconio, Pablo y Bernabé entraron juntos en la sinagoga judía. Allí hablaron de tal manera que una gran cantidad de judíos y de griegos creyó.
La gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban de parte de los judíos y otros, de parte de los apóstoles.
Entonces los apóstoles y los líderes decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Lo hicieron de común acuerdo con toda la iglesia. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, que eran líderes reconocidos por los creyentes.
Por tanto, les enviamos a Judas y a Silas para que les confirmen personalmente lo que les escribimos.
Judas y Silas, que también eran profetas, hablaron extensamente para animarlos y fortalecerlos.
Pablo, por su parte, eligió a Silas. Después, los creyentes oraron pidiendo al Señor que con amor cuidara a Pablo. Entonces él salió
Por eso, Pablo decidió llevarlo en su viaje. Pero, antes, lo llevó a circuncidar, para no ofender a los judíos de la región. Y es que todos sabían que el padre de Timoteo era griego.
Tan pronto como se hizo de noche, los creyentes enviaron a Pablo y a Silas a Berea. Al llegar, se dirigieron a la sinagoga de los judíos.
Muchos de los judíos creyeron, y también un buen número de griegos, incluso mujeres distinguidas y no pocos hombres.
En seguida los creyentes enviaron a Pablo hasta la costa, pero Silas y Timoteo se quedaron en Berea.
Así que hablaba en la sinagoga con los judíos y con los griegos que adoraban a Dios. También iba todos los días a la plaza y hablaba con los que estaban por allí.
Algunas personas se unieron a Pablo y creyeron. Entre ellos estaba Dionisio, miembro de la Junta Suprema. También, una mujer llamada Dámaris y otros más.
Todos los sábados discutía en la sinagoga, tratando de convencer a judíos y a griegos.
Así lo hizo durante dos años, de modo que todos los judíos y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar el mensaje del Señor.
Gritaban: «¡Israelitas! ¡Ayúdennos! Este es el hombre que anda por todas partes enseñando en contra de nuestro pueblo, nuestra Ley y este lugar. Ahora ha metido a unos griegos en el Templo. No tiene respeto por este lugar santo».
Al quedar libres, Pedro y Juan volvieron a donde estaban sus compañeros. Les contaron todo lo que les habían dicho los jefes de los sacerdotes y los líderes.
Incluso hicieron más de lo que esperábamos. Ellos primero le entregaron su vida al Señor, y después se dedicaron por completo a nosotros, pues Dios así se lo pidió.