
¿Alguna vez has estado confundido, sin saber que hacer? o quizás has estado en circunstancias fuertes en tu vida y te preguntas ¿será que esto no le importa a Dios?
El profeta Habacuc seguramente se hizo esta misma pregunta al ver situaciones de desorden e injusticia que vivía el pueblo de Judá.
Habacuc 1:2-6 ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia. Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis. Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas.
Dios quería disciplinarlos y uso a los más temibles de aquel entonces, los Caldeos quienes tenían un ejercito cruel, pero Habacuc siempre confió en Dios.
(Salmo 89:14) Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro.
El profeta entendió que todo estaba bajo el control del Señor y no suyo, por ello concluye…
«El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas» (Habacuc 3:19). NVI
Español
English
Português
Français












