Salmos 40 - Biblia Martin Nieto1 Al maestro de coro. Salmo de David 2 En el Señor he puesto toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi grito; 3 me sacó de la fosa mortal, del fango cenagoso; puso mis pies sobre la roca, aseguró mis pasos; 4 puso en mi boca un cantar nuevo, una alabanza para nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y confiarán en el Señor. 5 Dichoso el hombre que en el Señor ha puesto su esperanza y no se ha ido con los arrogantes ni con los que se pierden en engaños. 6 ¡Qué grandes son, Señor, Dios mío, los proyectos y los milagros que hiciste por nosotros!: eres incomparable. Yo quisiera decirlos, proclamarlos; pero son tantos, que no pueden contarse. 7 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios por el pecado; en cambio, me has abierto el oído, 8 por lo que entonces dije: 'Aquí estoy, en el libro está escrito de mí: 9 Dios mío, yo quiero hacer tu voluntad, tu ley está en el fondo de mi alma'. 10 Pregoné tu justicia a la gran asamblea, no he cerrado mis labios; tú lo sabes, Señor. 11 No he dejado de hablar de tu justicia, he proclamado tu lealtad y tu salvación, no he ocultado tu amor y tu fidelidad ante la gran asamblea. 12 Tú, Señor, no retires de mí tu misericordia, que tu amor y tu fidelidad me guarden siempre; 13 me asaltan desgracias incontables, me asedian mis culpas y ya no puedo ver; son más que los pelos de mi cabeza, y el corazón me falla. 14 Por favor, Señor, ven a socorrerme, ven corriendo a ayudarme; 15 que queden confundidos y cubiertos de vergüenza los que tratan de quitarme la vida, que huyan afrentados los que pretenden mi ruina; 16 que queden aturdidos de vergüenza los que me dicen: 'Ja, ja'. 17 Que se alegren y se regocijen en ti todos los que te buscan; que no dejen de decir: 'Dios es grande', los que anhelan tu salvación. |
Evaristo Martín Nieto©