El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus familiares y la casa de tu padre, y vete a la región que te voy a mostrar.
Números 10:30 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Pero su cuñado le respondió: ―¡Muchas gracias!, pero debo regresar a mi tierra, con mis parientes. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y él le respondió: Yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela. Biblia Nueva Traducción Viviente —No, no iré —respondió Hobab—. Debo regresar a mi propia tierra y a mi familia. Biblia Católica (Latinoamericana) Jobab le respondió: 'No iré con ustedes sino que volveré a mi país donde mi familia. La Biblia Textual 3a Edicion Pero él le dijo: No iré, sino que a mi tierra y a mi parentela he de irme.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero él respondió: 'No iré; me volveré a mi tierra y a mi parentela'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y él le respondió: Yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela. |
El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus familiares y la casa de tu padre, y vete a la región que te voy a mostrar.
Pero, mira, si pensabas que debías partir, y tanto extrañabas el hogar de tu niñez, ¿por qué has robado mis ídolos?
«Oye este consejo, hija mía. No te aflijas por tu familia que está en tu lejana tierra.
Poco después, Moisés despidió a su suegro, quien regresó a su tierra.
»Pero, ¿qué les parece? Un padre que tenía dos hijos le dijo al mayor: “Hijo, ve a trabajar hoy a la finca”.
Y el hijo le respondió: “Lo siento; no tengo deseos de trabajar hoy en la finca”. Pero luego, arrepentido, fue.
«El que quiera seguirme tiene que amarme más que a su padre, a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso más que a su propia vida. De lo contrario, no podrá ser mi discípulo.
Así que dejémonos de medir a los demás por lo que el mundo piense de ellos. Y aunque a Cristo lo hayamos conocido de esa manera, ya no lo haremos más.
Todos ellos murieron sin haber recibido las cosas prometidas. Pero las vieron a lo lejos y reconocieron que ellos mismos eran extranjeros y sólo estaban de paso en la tierra.
Por la fe, Abraham, cuando fue llamado para ir al lugar que iba a recibir como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba.
Cuando la tribu de Judá entró en su nueva tierra en el desierto del Neguev al sur de Arad, los descendientes del suegro de Moisés, miembros de la tribu de los ceneos, lo acompañaron. Dejaron sus hogares en Jericó, la ciudad de las palmeras, y a partir de entonces las dos tribus vivieron juntas.