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Mateo 9:24 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Jesús dijo: ―Salgan de aquí. La niña no está muerta, sólo está dormida. La gente se rio de Jesús,

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Biblia Reina Valera 1960

les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

«¡Salgan de aquí! —les dijo—. La niña no está muerta; solo duerme»; pero la gente se rio de él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces les dijo: 'Váyanse, la niña no ha muerto sino que está dormida. Ellos se burlaban de él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Jesús les dijo: Retiraos, porque la muchacha no ha muerto, sino que duerme. Pero se burlaban de Él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

dijo: 'Retiraos; que la niña no ha muerto, sino que está durmiendo'. Y se burlaban de él.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

les dijo: Apartaos, que la muchacha no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de Él.

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Mateo 9:24
12 Tagairtí Cros  

»Yo, que imploraba ayuda de Dios y de Dios obtenía respuesta, me he convertido en hazmerreír de mis vecinos. Sí, yo, varón justo, soy ahora objeto de burla.


El Señor, el Redentor y Santo de Israel dice a aquel que es despreciado, rechazado de la humanidad y que yace bajo la planta de los gobernantes del mundo: Los reyes se mantendrán reverentes cuando tú pases, los príncipes te harán profunda reverencia porque el Señor te ha elegido y cumplirá lo que promete.


Todos lo despreciaron y lo rechazaron. Fue un hombre marcado por el dolor y habituado al más amargo sufrimiento. Todos evitábamos mirarlo, lo ignorábamos y lo considerábamos como harapo pisoteado en el camino.


La gente se rio de Jesús; pero Jesús les ordenó a todos que salieran y él, con el padre, la madre y los discípulos que lo acompañaban entró al cuarto en que reposaba la niña.


La gente empezó a burlarse de él, porque sabían que estaba muerta.


Jesús oyó esto y dijo: ―Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que servirá para darle la gloria a Dios, y para que también le den la gloria al Hijo de Dios.


Pablo corrió escaleras abajo, se acostó sobre él, y lo abrazó. ―¡No se alarmen! —dijo—. ¡Está vivo!


Pedro les ordenó que salieran del cuarto y se arrodilló a orar. Luego se volvió hacia el cadáver: ―Levántate, Tabita —le ordenó. Inmediatamente ella abrió los ojos; y al ver a Pedro, se incorporó.