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Josué 7:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Vi un hermoso manto importado de Babilonia, casi dos kilos y medio de plata y una barra de oro como de seiscientos gramos. Sentí tanto deseo de poseer todo aquello que lo tomé y lo escondí en la tierra debajo de mi tienda. Allí están, y la plata está debajo de todo.

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Biblia Reina Valera 1960

Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Entre el botín, vi un hermoso manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro que pesaba más de medio kilo. Los deseaba tanto que los tomé. Está todo enterrado debajo de mi carpa; la plata la enterré aún más profundo que el resto de las cosas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

En medio de los despojos vi un hermoso manto de Chinear, doscientas piezas de plata y un lingote de oro que pesaba cincuenta siclos. Cedí a la tentación y los tomé. Están ocultos en el suelo en el centro de mi tienda y la plata está debajo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entre el botín vi un hermoso manto de Sinar, y doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso; los codicié y los tomé, y he aquí están escondidos bajo tierra dentro de mi tienda, y la plata debajo de ello.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

vi entre el botín un hermoso manto de Senaar, doscientos siclos de plata y un lingote de oro de cincuenta siclos de peso, me dominó la codicia y los tomé. Están escondidos en la tierra, en el centro de mi tienda; la plata está debajo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Que vi entre el despojo un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos; lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido debajo de tierra en el medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.

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Josué 7:21
35 Tagairtí Cros  

Las ciudades más importantes de su reino fueron Babel, Érec, Acad y Calné. Todas estas ciudades estaban en la región de Sinar.


La mujer contempló el árbol y se convenció de que su fruto era bueno para comer. Además, lo vio muy hermoso, y pensó que era su oportunidad para conseguir la sabiduría. Así que agarró el fruto y comió. Luego le dio de comer a su marido, el cual estaba con ella.


Después todos los hijos de Jacob fueron y saquearon la ciudad con el pretexto de que su hermana había sido violada allí.


Entonces los hijos de Dios se fijaron en la belleza de las mujeres y tomaron como mujeres a todas las que quisieron.


Una tarde, después de tomar la siesta, David se levantó y comenzó a caminar por la terraza del palacio. Mientras contemplaba la ciudad, vio a una mujer muy hermosa, que se estaba bañando.


Los leprosos llegaron al campamento, entraron en las tiendas y comieron, bebieron vino, y tomaron oro, plata y vestidos, y lo escondieron todo.


»Yo había convenido con mis ojos no mirar con lujuria a ninguna mujer.


Aparta mi vista de las cosas sin valor, y dame vida conforme a tu palabra.


»No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca».


Así terminan los ambiciosos; esta ambición acaba con su vida.


No dejes que las burbujas y el agradable sabor del vino te engañen.


El ambicioso trata de enriquecerse rápidamente, pero eso lo conduce a la pobreza.


Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él brota la vida.


Han firmado pacto con la muerte, dicen, y se han vendido al diablo a cambio de su protección contra los asirios. «No podrán tocarnos», dicen, «pues estamos protegidos por uno que los engañará y los burlará».


¡Ay de quienes procuran ocultar del Señor sus planes, que procuran esconderle lo que hacen! «Dios no puede vernos», se dicen, «no sabe lo que está ocurriendo».


»¡Pobre de ti, Babilonia! Te hiciste rica con los bienes de otros y pensaste que ningún mal te alcanzaría por haber puesto tu residencia en zona muy alta y bien protegida.


Y le dijo a la gente: ―Tengan cuidado y dejen toda avaricia. La vida de una persona no depende de las muchas cosas que posea.


Porque no hay nada encubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a conocerse.


Que entre ustedes ni siquiera se mencionen pecados sexuales, o cualquier forma de impureza o de avaricia. Eso no es propio del pueblo santo de Dios.


Sepan esto: Jamás tendrá parte en el reino de Cristo y de Dios el que sea inmoral, impuro o avaro (pues ser avaro es lo mismo que ser idólatra).


»Quema sus ídolos y no toques la plata o el oro con que estén hechos. No los tomes porque te servirán de tropiezo: el Señor los detesta.


¡Hagan morir todo lo que viene de la naturaleza pecaminosa! Apártense de los pecados sexuales, las impurezas, las pasiones bajas y vergonzosas y del deseo de acumular más y más cosas, pues eso es idolatría.


No amen el dinero. Estén contentos con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré».


Los malos deseos dan a luz el pecado. Después, cuando el pecado se desarrolla completamente, da a luz la muerte.


Acán contestó: ―He pecado contra el Señor, el Dios de Israel.


Josué envió a algunos hombres a buscar el botín. Corrieron a la tienda y hallaron las cosas robadas donde Acán había dicho, y la plata estaba debajo de todo.


Andan tan descarriados que son como seguidores de Balán, el hijo de Bosor, quien por ganar dinero hacía cualquier cosa injusta y