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Jeremías 9:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Se han vuelto especialistas en la mentira y el chisme, ¡y no tienen otra cosa en la cabeza que hacer maldades!

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Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Todos se engañan y se estafan entre sí; ninguno dice la verdad. Con la lengua, entrenada a fuerza de práctica, dicen mentiras; pecan hasta el cansancio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Viven en la mentira y la mentira les impide conocerme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Cada uno engaña a su compañero, y no habla verdad; Han adiestrado su lengua a la mentira, Y se pervierten hasta el cansancio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

convertir. ¡Opresión sobre opresión, engaño sobre engaño! Rehúsan conocer a Yahveh.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cada uno engaña a su prójimo, y no habla verdad; enseñaron su lengua a hablar mentira, y se afanan por cometer iniquidad.

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Jeremías 9:5
32 Tagairtí Cros  

Después dejaron ciegos a los hombres que estaban allí —desde el más joven hasta el más viejo—, de modo que no pudieron encontrar la puerta.


¿He de quedarme callado ante tus alardes? ¿Te burlarás sin que nadie te responda?


Afilan sus lenguas como lenguas de serpiente; veneno de víbora escurre por sus labios.


Tu boca se llena de perversidades y tu lengua de mentiras.


¡Amas la perversidad más que el bien! ¡Y la mentira más que la verdad!


Afilan sus lenguas como espadas; lanzan como flechas sus palabras amargas.


El malvado concibe un plan perverso; está preñado de maldad y da a luz mentira;


Los planes del justo son buenos, pero en el consejo del malvado hay engaño.


Los malvados no duermen hasta haber hecho lo malo; no pueden descansar hasta hacer que alguien tropiece y caiga.


¡Ay de los que llevan sus pecados a rastras como toro enlazado!


Se fatigan en su búsqueda, pero jamás cesan en su empeño, cobran fuerzas y prosiguen.


Mi pueblo sembró trigo y cosechó espinos; trabajaron afanosamente, pero sin provecho. Tendrán cosecha tan raquítica que se avergonzarán de ella, y es que sobre ellos pesa la tremenda cólera del Señor.


Y es que tu prueba será tan dura que hasta tus hermanos, tu propia familia, se pondrán en tu contra. ¡No confíes en ellos por más amables que sean las palabras que te dirijan!


¿Podrá el etíope cambiar el color oscuro de su piel? ¿O el leopardo quitarse sus manchas? Pues tampoco ustedes, pues están tan acostumbrados al mal, que son incapaces de comenzar a ser buenos.


Hasta que mi pueblo abandone su terquedad, pues se niegan a seguir mis instrucciones. Son torpes, retrasados, sin entendimiento, muy avispados para hacer el mal, pero muy tontos cuando se trata de hacer algo bueno.


Porque las gruesas murallas que protegen Babilonia serán arrasadas, e incendiadas las altas puertas de su ciudad. En vano trabajaron constructores de muchos países: ¡su obra será consumida por las llamas!


diciendo: “Así se hundirá Babilonia para no surgir más, por la destrucción que yo traigo sobre ella, de la cual nunca podrá recuperarse”. (Aquí terminan los mensajes de Jeremías). (Acontecimientos que se mencionan en el capítulo 39).


Diles: ¡Esta es la nación que se niega a obedecer al Señor Dios suyo y rehúsa recibir enseñanza; la que persevera practicando la maldad!


¡Todos son grandes mentirosos, para nada se preocupan de hablar con la verdad! Nada les importa la justicia y van de mal en peor. Nada les importo yo, dice el Señor.


Porque siempre andan dañando con sus palabras mentirosas, como cuando saludan a un vecino diciéndole «que tengas paz», pero en su interior están pensando cómo dañarlo.


¡Pero de nada vale, no desaparece su suciedad e impureza a pesar del fuego ardiente!


Tus ricos han conseguido sus riquezas por medio de la extorsión y la violencia; tus ciudadanos están tan acostumbrados a la mentira que no saben decir la verdad.


El Señor dice: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho para que reniegues de mí de ese modo? ¿En qué te he ofendido? ¡Respóndeme!


¿No ha decretado el Señor Todopoderoso que las ganancias de la nación impía se conviertan en cenizas en sus manos? De modo que de nada te servirá haber acumulado tanto.


¿Acaso no tenemos todos un mismo padre? ¿No fuimos todos creados por el mismo Dios? Sin embargo, hemos actuado deslealmente unos con otros, pues no le damos la mínima atención al convenio que hicieron nuestros antepasados con el Señor.


Dejen, por lo tanto, la mentira; díganse la verdad unos a otros siempre, porque somos miembros de un mismo cuerpo.


Los propagadores de tales enseñanzas mienten con tanta hipocresía que la conciencia ni siquiera les molesta.


Finalmente murió toda aquella generación. Los que nacieron después de ellos, ya no fueron fieles al Señor su Dios, ni recordaban los actos portentosos que había hecho en favor de Israel.