Supongamos que haya solamente cuarenta y cinco justos, ¿destruirías la ciudad por los cinco que faltan? Y el Señor le dijo: ―Si encontrara en la ciudad cuarenta y cinco justos, no la destruiría.
Génesis 18:27 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Y Abraham volvió a decir: ―Puesto que ya comencé a hablar a mi Señor, te ruego que me escuches, aunque tan solo soy un ser humano. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces Abraham volvió a hablar: —Ya que he comenzado, permíteme decir algo más a mi Señor, aunque no soy más que polvo y cenizas. Biblia Católica (Latinoamericana) Abrahán volvió a hablar: 'Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza, La Biblia Textual 3a Edicion Y respondió Abraham, y dijo: En verdad, aunque soy polvo y ceniza, ahora que me he atrevido a hablar a mi Señor, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Abrahán prosiguió: 'Mira, te ruego. Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza: |
Supongamos que haya solamente cuarenta y cinco justos, ¿destruirías la ciudad por los cinco que faltan? Y el Señor le dijo: ―Si encontrara en la ciudad cuarenta y cinco justos, no la destruiría.
Entonces Dios el Señor formó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida. Fue así como el hombre se convirtió en un ser vivo.
Para obtener tu alimento tendrás que trabajar mucho, hasta el día de tu muerte; ese día volverás a la tierra de la cual fuiste hecho, pues eres polvo y al polvo tendrás que volver.
y le dije en oración: «Dios mío, estoy avergonzado. Tengo vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestros pecados son tantos, que sobrepasan nuestras cabezas, y nuestra culpa es tan grande como los cielos.
Dios me ha derribado en el lodo. He llegado a ser como polvo y cenizas.
Señor, ¿qué es el mortal para que lo tomes en cuenta? ¿Qué es el ser humano para que lo cuides?
Pero Moisés le rogó al Señor que no lo hiciera. ―Señor —suplicó—, ¿por qué se ha encendido tanto tu ira contra este tu pueblo, al que sacaste de Egipto con tu gran poder y tan grandes milagros?
y el polvo vuelva a la tierra de donde vino, y el espíritu regrese a Dios que lo dio.
Entonces dije: «¡Esta es mi muerte! Porque soy un pecador de boca impura, miembro de una raza pecadora, de inmunda boca, y sin embargo he mirado al Rey, al Señor Todopoderoso».
¡Y no obstante, oh Señor, tú eres nuestro Padre! Somos la arcilla y tú el alfarero: todos fuimos modelados por tu mano.
Jesús les contó una parábola a sus discípulos para enseñarles que debían orar siempre y sin desanimarse.
Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: ―¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!