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Esdras 9:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

6 y le dije en oración: «Dios mío, estoy avergonzado. Tengo vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestros pecados son tantos, que sobrepasan nuestras cabezas, y nuestra culpa es tan grande como los cielos.

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Biblia Reina Valera 1960

6 y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Hice la siguiente oración: «Oh Dios mío, estoy totalmente avergonzado; me da vergüenza elevar mi rostro a ti. Pues nuestros pecados se han amontonado tanto que son más altos que nosotros, y nuestra culpa llega a los cielos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 y le dije: 'Estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi cara hacia ti, Dios mío. Nuestras faltas se han acumulado de tal forma que han sobrepasado nuestras cabezas, y nuestro pecado ha subido hasta el Cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 y le dije: ¡Oh Dios mío, estoy confuso y avergonzado para elevar mi rostro ante ti, Dios mío, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de nuestra cabeza y nuestros delitos han crecido hasta los cielos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 y dije: '¡Dios mío! Me siento avergonzado y confuso al levantar, oh Dios mío, mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta por encima de nuestras cabezas, y nuestro pecado ha crecido hasta el cielo.

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Esdras 9:6
27 Tagairtí Cros  

Los habitantes de Sodoma eran muy perversos y ofendían mucho al Señor con sus horribles pecados.


y ellos se dan cuenta de lo que han hecho y se vuelven a ti y claman diciendo: “Hemos pecado, hemos hecho mal”,


Pero cuando los israelitas regresaban a Samaria, les salió al encuentro Obed, profeta del Señor, y dijo: ―Miren, el Señor, Dios de nuestros padres, estaba airado con Judá y, por eso, permitió que ustedes los capturaran. Pero ustedes los mataron con tal crueldad, que en el cielo se tomó nota de esto.


»Y ahora, después de sufrir el castigo del cautiverio por causa de nuestra maldad, reconocemos que el castigo que nos diste fue menos de lo que merecíamos. Al contrario, has sido muy bueno con nosotros, pues has permitido que un grupo de nosotros regrese de la cautividad.


Señor, Dios de Israel, tú eres un Dios justo, porque permitiste que de nosotros quedara un remanente. ¡Ante tu presencia estamos con nuestras culpas! ¡Sé que no merecemos estar en tu presencia!».


Escucha lo que yo te digo. Mírame y ve que noche y día oro por el pueblo de Israel. Confieso que hemos pecado contra ti. Yo mismo y mi pueblo hemos pecado. No hemos obedecido los mandamientos, estatutos y preceptos que nos entregaste por medio de tu siervo Moisés.


«No soy nada. ¿Cómo podría jamás hallar las respuestas? Me tapo la boca con la mano y guardo silencio.


y me detesto, y me arrepiento en polvo y cenizas».


Mis culpas me abruman; son una carga demasiado pesada de llevar.


Mis heridas se han infectado y apestan por causa de mi necedad.


Moisés regresó a la presencia del Señor, y le dijo: ―Desgraciadamente este pueblo ha pecado en gran manera y ha hecho ídolos de oro.


¡Vengan y aclaremos las cuentas! —dice el Señor—, por profunda que sea la mancha de sus pecados, yo puedo quitarla y dejarlos tan limpios como la nieve recién caída. ¡Aunque sus manchas sean rojas como el carmesí, yo puedo volverlas blancas como la lana!


porque sus pecados siguen amontonándose en presencia del justo Dios, y dan testimonio en contra suya. Ustedes mismos dicen: Sí, sabemos lo pecadores que somos,


Por eso han faltado hasta las lluvias de primavera, porque tú eres una coqueta del todo desvergonzada.


Del Señor me alejé, pero tuve que lamentarlo. Me di golpes por mi necedad. Me dio enorme vergüenza todo lo que hice en mi juventud».


Si pudiéramos le ayudaríamos, pero ya no tiene remedio. Déjenla, abandónenla y vuelvan a su patria, porque lo que sufre es un castigo que Dios le manda desde el cielo.


¿Se avergonzaba mi pueblo cuando adoraba ídolos? ¡No, en absoluto, ni siquiera se ruborizaba! Por eso yacerán entre los muertos, morirán cuando yo los castigue, dice el Señor.


¿Se avergüenzan acaso de las horribles cosas que hacen? ¡No, en absoluto, ni siquiera se ruborizan! Por eso me encargaré de que caigan y sean avergonzados. Yo mismo les acarrearé la muerte.


¡Hemos actuado muy mal, hemos sido muy tercos, pero tú no has perdonado!


A pesar de todo lo que has hecho, yo seré bondadoso contigo de nuevo. Bajarás tu rostro avergonzada cuando yo te perdone de todo lo malo que has hecho, dice el Señor Dios».


»Pero si se arrepienten y confiesan sus pecados y los pecados con los que sus padres me traicionaron, y que fueron la causa para que yo los sacara de su tierra y los hiciera ir a un país extraño,


El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti y ya no merezco que digan que soy tu hijo”.


El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó a cierta distancia y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo. Se golpeaba el pecho y decía: “¡Dios mío, ten compasión de mí, que soy pecador!”.


¿Con qué resultado? No muy bueno, por cierto; y por eso se avergüenzan ahora al pensar en lo que antes hacían, que les llevaba a la muerte.


porque sus pecados se han ido amontonando hasta el cielo y Dios va a juzgarla por su perversidad.


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