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Éxodo 1:20 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Dios bendijo a las parteras por haber favorecido a su pueblo. Así que los israelitas siguieron multiplicándose, hasta llegar a ser una nación poderosa.

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Biblia Reina Valera 1960

Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Por eso Dios fue bueno con las parteras, y los israelitas siguieron multiplicándose, y se hicieron cada vez más poderosos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Dios estaba con las parteras, así que el pueblo creció y llegó a ser muy fuerte;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y ’Elohim favoreció a las parteras, y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Dios favoreció a las parteras. Y el pueblo seguía creciendo y fortaleciéndose.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y Dios hizo bien a las parteras: y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera.

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Éxodo 1:20
17 Tagairtí Cros  

porque su misericordia para los que le temen es tan grande como la altura de los cielos sobre la tierra.


Él da alimento a quienes en él confían; jamás olvida su pacto.


Él cumple los deseos de quienes le temen; escucha su clamor de auxilio y los rescata.


Porque tú has escuchado mis votos, Dios, y me has dado la bendición que guardas para quienes temen tu nombre.


Ciertamente, su salvación está cerca de quienes lo honran; nuestra tierra estará llena de su gloria.


Pero cuanto más los oprimían los egipcios, más se multiplicaban los israelitas. Los egipcios estaban alarmados


―Señor —dijeron ellas—, las mujeres hebreas no son como las egipcias, son tan vigorosas que dan a luz antes de que nosotras lleguemos.


Pero sus descendientes fueron muy fructíferos y se multiplicaron rápidamente, de modo que llegaron a ser un pueblo muy numeroso y fuerte. ¡Todo el país se fue llenando de israelitas!


El malvado recibe ganancias momentáneas, pero el justo recibe una recompensa duradera.


Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones.


Pero aunque el ser humano peque cien veces y continúe viviendo, sé que le irá mejor a quien teme a Dios y le guarda reverencia.


Pero todo le saldrá bien al justo. Díganle: «¡Qué hermosa recompensa te espera!».


Y el que le dé al más humilde de mis discípulos un vaso de agua por el simple hecho de que es mi discípulo recibirá su recompensa: esto se lo aseguro yo a ustedes».


»Yo, el Rey, les responderé: “Todo lo que hicieron a mis hermanos necesitados a mí me lo hicieron”.


Él siempre tiene misericordia de todos los que le honran.


Dios no es injusto. ¿Cómo podría él olvidar el ardor con que ustedes han trabajado o el amor que le han demostrado y le siguen demostrando al ayudar a los del pueblo santo?