Aún estaba hablando este mensajero, cuando llegó otro con más noticias malas: —Del cielo cayó un rayo que calcinó a las ovejas y a todos los criados. ¡Sólo yo escapé para contárselo!
Efesios 2:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Vivían siguiendo la corriente de este mundo, obedecían los dictados del príncipe del imperio del aire, quien ahora mismo está operando en el corazón de los que se rebelan contra el Señor. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, Biblia Nueva Traducción Viviente Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. Biblia Católica (Latinoamericana) Con ellos seguían la corriente de este mundo y al soberano que reina entre el cielo y la tierra, el espíritu que ahora está actuando en los corazones rebeldes. La Biblia Textual 3a Edicion en los cuales anduvisteis en otro tiempo, según el curso de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, del espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia. Biblia Serafín de Ausejo 1975 en que vivisteis en el pasado siguiendo la corriente de este mundo, siguiendo al príncipe de la potestad del aire, al espíritu que actúa ahora entre los hijos de la rebeldía, Biblia Reina Valera Gómez (2023) en los cuales anduvisteis en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia; |
Aún estaba hablando este mensajero, cuando llegó otro con más noticias malas: —Del cielo cayó un rayo que calcinó a las ovejas y a todos los criados. ¡Sólo yo escapé para contárselo!
cuando de pronto un fuerte viento del desierto arrasó la casa; desplomó el techo sobre ellos y los mató a todos. ¡Sólo yo escapé para contárselo!
―¿De dónde vienes? —le preguntó el Señor al acusador. Y este respondió: ―De rondar la tierra y recorrerla por todas partes.
Si me he desviado de la senda de Dios, o si mi corazón ha sentido concupiscencia por lo que mis ojos hayan visto, o si soy culpable de cualquier otro pecado, entonces, ¡que otro coseche lo que yo he sembrado y cuanto yo he plantado sea arrancado!
Líbrame con tu poderosa mano de estos mortales cuyo único interés está en la ganancia terrena. Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes.
¡Ay de mis hijos rebeldes!, dice el Señor, ¡piden consejo de todos menos de mí, y resuelven hacer precisamente lo que yo no quiero! Hacen pactos sin mi consentimiento, y cometen pecados una y otra vez.
¿De quién se burlan haciendo muecas y sacando la lengua? ¡Hijos de pecadores y embusteros!
El país está lleno de adulterio y la tierra hasta parece maldita, completamente reseca. Las personas sólo piensan en cometer maldades, siempre actuando tramposamente.
El Señor dice: «¡Ustedes, israelitas, no han hecho más que cometer maldades desde aquella terrible noche en Guibeá! ¡No han cambiado en absoluto! Así como aquellos hombres de Guibeá fueron castigados, también lo serán ustedes.
Y luego vengo yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y me acusan de glotón, bebedor de vino y amigo de cobradores de impuestos y de gente de la peor calaña. Pero uno demuestra la sabiduría con sus acciones».
El terreno lleno de espinos es el corazón del que escucha el mensaje, pero se afana tanto en esta vida que el amor al dinero ahoga en él la Palabra de Dios, y cada vez trabaja menos para el Señor.
El terreno en que se sembró es el mundo y las buenas semillas son los súbditos del reino; las malas hierbas son los súbditos de Satanás.
pero inmediatamente las preocupaciones del mundo, el amor por las riquezas, y los demás placeres ahogan la palabra y no la dejan producir frutos.
»El patrón felicitó al administrador porque hizo las cosas con astucia. Es que la gente de este mundo es más astuta en su trato con los que también son de este mundo, que los que han recibido la luz.
»Simón, Simón, date cuenta de que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo;
A este mundo ya le ha llegado su juicio, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado.
Antes de llegar la hora de la cena, el diablo ya había hecho que Judas Iscariote se decidiera a traicionar a Jesús.
En el momento en que Judas tomó el pan, Satanás entró en él. Jesús le dijo: ―Lo que vas a hacer, apúrate a hacerlo.
Ya no hablaré mucho con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene poder sobre mí,
Si ustedes fueran del mundo, el mundo los querría como quiere a los que son suyos. Pero ustedes no son del mundo, porque yo los escogí de entre los que son del mundo. Por eso el mundo los odia.
Los convencerá en cuanto a juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado.
A ustedes el mundo no los odia, pero a mí sí me odia, porque yo les muestro que sus obras son malas.
Jesús continuó diciendo: ―Ustedes son de aquí abajo; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.
Ustedes son de su padre el diablo y quieren cumplir los deseos de él. Desde el principio el diablo ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad porque no hay verdad en él. Él es mentiroso por naturaleza, y por eso miente. ¡Él es el padre de la mentira!
Cuando al fin el alcalde pudo acallar a la gente lo suficiente para poder hablar, dijo: ―Varones efesios, todo el mundo sabe que Éfeso es la guardiana del templo de la gran diosa Artemisa, cuya imagen cayó del cielo.
―Ananías —lo reprendió Pedro—, ¿por qué has permitido que Satanás te llene el corazón? ¿Por qué dices que este es el importe total de la venta? Le estás mintiendo al Espíritu Santo.
No se amolden a la conducta de este mundo; al contrario, sean personas diferentes en cuanto a su conducta y forma de pensar. Así aprenderán lo que Dios quiere, lo que es bueno, agradable y perfecto.
Pero no me refería a la gente inmoral de este mundo que vive en avaricias, robos o idolatrías. Si así fuera, tendríamos que salir de este mundo.
Varios de ustedes merecían antes estos calificativos, pero ya el Señor les lavó sus pecados, los santificó y los justificó en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.
pues el dios de este mundo los ha cegado y no pueden contemplar la gloriosa luz de la buena noticia acerca de Cristo que brilla ante ellos. Cristo es la imagen de Dios.
Él murió por nuestros pecados conforme a los planes de nuestro Dios y Padre, para rescatarnos de este mundo perverso.
Dios puso a Cristo muy por encima de cualquier gobernante, autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero.
Nunca se olviden de que ustedes, que no son judíos, eran despreciados por los judíos por no circuncidarse físicamente como ellos.
Pero ahora, por estar unidos a Cristo Jesús, a ustedes, que antes andaban lejos, Dios los ha acercado gracias a la muerte de Cristo.
Nosotros mismos éramos así: obedecíamos los malos deseos de nuestra naturaleza y nos entregábamos a las perversidades de nuestras pasiones y malos pensamientos. Merecíamos ser castigados por la ira de Dios, como todos los demás.
Por eso les digo e insisto de parte del Señor que no vivan ya como los paganos: ciegos y confundidos.
Por ello, quítense, como si se tratara de ropa vieja, su naturaleza tan corrompida por los malos deseos.
No se dejen engañar por los que tratan de excusar estos pecados, porque por esos pecados el castigo de Dios viene sobre los que son desobedientes.
Aunque ustedes antes vivían en tinieblas, ahora viven en la luz. Esa luz debe notarse en su conducta como hijos de Dios.
porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra los poderes, las autoridades y los gobernantes de este mundo en tinieblas; o sea, que luchamos contra los espíritus malignos que actúan en el cielo.
En otro tiempo, ustedes estaban alejados de Dios y eran sus enemigos, debido a sus malos pensamientos y acciones.
porque Demas me abandonó por amor a las cosas de este mundo y se fue a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia, y Tito a Dalmacia.
La religión pura y sin mancha que a Dios le agrada es esta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus problemas, y estar siempre limpio sin mancharse con la maldad del mundo.
¡Oh gente adúltera! ¿No saben que al ser amigos del mundo son enemigos de Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios.
Sean hijos obedientes, no hagan todas las cosas malas que hacían antes, cuando vivían sin conocer a Dios.
Ya basta que en el pasado ustedes hayan desperdiciado el tiempo haciendo lo que les gusta hacer a los que no creen. Vivían para sus vicios, malos deseos, borracheras y fiestas desenfrenadas, y para adorar a sus ídolos detestables.
No hay mujer que se escape de sus lujuriosas miradas y no se cansan de cometer adulterio. Seducen a las personas débiles; son maestros en la avaricia y gente maldita.
Uno puede saber quién es hijo de Dios y quién es hijo del diablo. El que no practica la justicia ni ama a su hermano demuestra que no es hijo de Dios.
El que practica el pecado pertenece al diablo, porque el diablo comenzó a pecar desde el principio. Pero el Hijo de Dios vino a destruir las obras del diablo.
Hijitos, ustedes son de Dios y han ganado ya la primera batalla contra los enemigos de Cristo, porque hay alguien en el corazón de ustedes que es más fuerte que cualquier falso maestro de este perverso mundo.
Sabemos que somos hijos de Dios. El mundo que nos rodea está bajo el dominio de Satanás,
porque el que es hijo de Dios puede vencer el pecado y las inclinaciones al mal, confiando en la ayuda que Cristo puede ofrecerle.
¡Aquel gran dragón, que no es otro sino la serpiente antigua que se llama diablo o Satanás, y engaña a todo el mundo, fue arrojado a la tierra junto con la totalidad de su ejército!
Y con los milagros que podía realizar en presencia de la primera bestia, engañó a la humanidad y ordenó que esculpieran una estatua de la primera bestia que había estado herida y revivió.
Y la adoraron todos los seres humanos cuyos nombres no estaban inscritos, desde la creación del mundo, en el libro del Cordero que fue sacrificado.
Entonces el séptimo ángel derramó su copa en el aire y un grito brotó del trono del templo que está en el cielo: «¡Ya está terminado!».
y prendió al dragón, la serpiente antigua, conocida también con el nombre de diablo o Satanás, y lo encadenó durante mil años.