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Isaías 30:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 ¡Ay de mis hijos rebeldes!, dice el Señor, ¡piden consejo de todos menos de mí, y resuelven hacer precisamente lo que yo no quiero! Hacen pactos sin mi consentimiento, y cometen pecados una y otra vez.

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Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 »Qué aflicción les espera a mis hijos rebeldes —dice el Señor—. Ustedes hacen planes contrarios a los míos; hacen alianzas que no son dirigidas por mi Espíritu, y de esa forma aumentan sus pecados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Ay de estos hijos rebeldes, dice Yavé, que traman unos proyectos que no son los míos y que se comprometen con pactos ajenos a mi espíritu, de modo que acumulan así pecados y más pecados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Ay de los hijos rebeldes!, dice YHVH Que hacen planes sin contar conmigo, Que firman° pactos sin mi Espíritu, añadiendo pecado sobre pecado,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ay de los hijos rebeldes -oráculo de Yahveh-, que hacen un plan pero no de mi parte, que firman un pacto pero no de mi agrado, añadiendo así pecado a pecado!

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Isaías 30:1
48 Tagairtí Cros  

Y con un ejército tan pequeño como el tuyo, no eres amenaza ni para el menor de los oficiales a cargo del más pequeño contingente. Si los egipcios estuvieran dispuestos a proporcionarte caballos y carros, de nada te serviría.


Por siempre moraré en tu santuario. ¡Seguro bajo el amparo de tus alas!


Escuchen, cielo y tierra, lo que dice el Señor: Los hijos que crie y cuidé por tanto tiempo y tan tiernamente se han vuelto contra mí.


Tus caudillos son rebeldes, compinches de ladrones; todos son sobornables y no defienden a las viudas ni a los huérfanos.


¡Qué nación tan pecadora! Andan encorvados bajo la carga de su culpa. También sus padres fueron malvados. Nacidos para el mal, le volvieron las espaldas al Señor y menospreciaron al Santo de Israel. Ellos mismos se han alejado de mi auxilio.


Oh pueblo mío, ¿no han recibido suficiente castigo? ¿Por qué obligarme a azotarlos una y otra vez? ¿Es su intención ser rebeldes toda la vida? De la cabeza a los pies están enfermos, débiles y desfallecidos, cubiertos de magulladuras, verdugones y heridas infectadas, sin ungir ni vendar.


Han firmado pacto con la muerte, dicen, y se han vendido al diablo a cambio de su protección contra los asirios. «No podrán tocarnos», dicen, «pues estamos protegidos por uno que los engañará y los burlará».


El lecho que hicieron es demasiado corto, no caben en él; las frazadas son demasiado angostas y no los cubren.


¡Ay de quienes procuran ocultar del Señor sus planes, que procuran esconderle lo que hacen! «Dios no puede vernos», se dicen, «no sabe lo que está ocurriendo».


porque si no la escribes, dirán que nunca los previne. «¡Oh, no!», dirán, «¡jamás nos dijiste eso!», porque son rebeldes empecinados.


¡Ay de quienes corren a Egipto en busca de ayuda y confían en su poderosa caballería y sus carros, en vez de poner la mirada en el Santo de Israel y consultarlo a él!


Él protegerá a Israel de la tormenta y el viento, le dará refrigerio como río en el desierto, como la refrescante sombra de una potente roca en tierra calurosa y árida.


Entonces el Señor dará sombra a toda Jerusalén, a cada hogar y a los sitios públicos. Les dará un dosel de humo y nube durante todo el día y nube de fuego por la noche, que cubran la Tierra Gloriosa


¡Ay de los que llevan sus pecados a rastras como toro enlazado!


¡Pero ellos volvieron a rebelarse y ofendieron a su Santo Espíritu! Por eso se transformó él en su adversario y los combatió personalmente.


Pero mi propio pueblo —no obstante que el día entero he tenido los brazos abiertos para recibirlos— se ha rebelado; sigue sus propias sendas y pensamientos perversos.


El Señor Dios lo ha declarado del modo más firme: Bajo ninguna circunstancia sigan a Judá en sus planes de rendirse a Siria e Israel.


Que nadie los llame traidores por su lealtad al Dios verdadero. No se llenen de pánico como tantos de sus vecinos cuando piensan en el ataque de Siria e Israel contra ustedes.


¿Por qué, pues, procuran averiguar el futuro consultando a brujas y médium? No escuchen sus bisbiseos y murmullos. ¿Podrán los vivos obtener de los muertos la revelación del futuro? ¿Por qué no se lo preguntan a su Dios?


El Señor dice: Maldita la persona que ponga su confianza en cualquier mortal y aleja del Señor su corazón.


¿Qué han ganado con sus alianzas con Egipto y Asiria?


El Señor, el Dios de Israel, dice: Dile al rey de Judá que envió a preguntarme qué va a ocurrir, que el ejército del faraón, aunque vino acá para ayudarte, está a punto de volverse huyendo a Egipto. Los babilonios derrotarán a los egipcios y los harán regresar corriendo a su país.


Ahora rodean a Jerusalén como si fueran pastores enfurecidos que acosan a un animal salvaje encerrado en un corral. Y esto es como consecuencia de que contra mí se ha rebelado mi pueblo, dice el Señor.


Porque el Señor ha dicho: ¡Oh sobrevivientes de Judá, no vayan a Egipto! Tengan presente que hoy nuevamente se lo estoy advirtiendo.


Pero mi pueblo tiene una voluntad rebelde, se ha apartado de mí y se ha desviado a la idolatría. Aunque yo soy quien les da lluvia cada año en primavera y otoño y les envía el tiempo de las cosechas, no me tienen temor ni respeto.


El Espíritu me dijo: «Hombre mortal, estos son los hombres responsables de tanta maldad por todo el consejo perverso que se está dando en esta ciudad, pues ellos dicen al pueblo:


«Hombre mortal, me dijo, yo te envío a los israelitas, una nación terca, nación que está siempre rebelándose contra mí. Ellos y sus antepasados han vivido siempre desoyendo mis consejos y sin aceptar mi dirección.


Y ahora entrega esta parábola a estos rebeldes de Israel. Diles que el Señor Dios dice: “Coloquen una olla sobre el fuego para hervir.


»De esta manera Israel no volverá a poner su esperanza en Egipto. Siempre que piense solicitarle ayuda, recordará su error al haberla buscado antes. Entonces Israel sabrá que sólo yo soy el Señor».


Yo he hecho tu frente más dura que la roca. Así que no tengas miedo de ellos, ni temas sus miradas amenazantes e iracundas, aunque sean tan rebeldes».


La guerra acabará con sus ciudades, sus enemigos destruirán sus fortalezas y echarán todo por los suelos.


Y ahora el pueblo se vuelve más idólatra y tonto. Funden su plata y con ella los artesanos fabrican ídolos y luego dicen: «¡Ofrezcan sacrificios rituales y besen a estos nuestros dioses! ¡Estos becerros son nuestros dioses!».


»¡A mi pueblo le va a ir muy mal por haberme abandonado! ¡Será destruido por haberse puesto en mi contra! Yo quería salvarlos, pero ellos no hacen más que calumniarme.


De modo que el ángel me dijo: «Este es el mensaje de Dios para Zorobabel: No vencerás con ejército, ni usando tu fuerza, sino sólo con mi Espíritu, dice el Señor Todopoderoso.


»Y ahora ustedes, descendientes de tales pecadores, pretenden hacer lo mismo. De modo que la ira del Señor se encenderá contra Israel con mayor furor esta vez.


Pero no le haces caso y, en consecuencia, estás almacenando contra ti mismo ira, por la terca dureza de tu corazón no arrepentido. Esa ira se manifestará el día en que Dios


»Que ninguno de ustedes, al oír las advertencias de esta maldición, piense livianamente y se diga: “Prosperaré aun cuando me conduzca de acuerdo con mi propio capricho”. Porque será la ruina de todos.


Ustedes han sido rebeldes contra el Señor su Dios desde el primer día que los conocí.


»No lo olvides, más bien recuerda las muchas veces que hiciste enojar al Señor tu Dios en el desierto. Esto lo hiciste, una y otra vez, desde el día que te sacó de Egipto hasta ahora. Todo este tiempo te has rebelado continuamente contra Dios.


Pero las personas perversas y engañadoras irán de mal en peor, seguirán engañando a muchos, y ellas mismas serán engañadas.


Josué y los demás dirigentes finalmente les creyeron. No se preocuparon de consultar al Señor, sino que hicieron un pacto de paz con ellos. Luego los jefes de Israel ratificaron el pacto con un juramento.


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