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Jueces 11:27 - Biblia Martin Nieto

Por tanto, yo no te he ofendido, pero tú me haces injuria declarándome la guerra. Que el Señor, el juez, juzgue hoy entre los israelitas y los amonitas'.

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Biblia Reina Valera 1960

Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Por lo tanto, yo no pequé contra ti. Más bien, tú me hiciste daño al atacarme. Que el Señor, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si Amón o Israel».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Yo no te he perjudicado, así que actúas mal conmigo haciéndome la guerra. Que Yavé, el Juez, juzgue ahora entre los israelitas y los amonitas'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Así que yo no he pecado contra ti, y tú haces mal conmigo al combatir contra mí. ¡YHVH, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Yo, pues, no he pecado contra ti; y en cambio, tú me haces daño al declararme la guerra. ¡Que Yahveh, el juez, juzgue hoy entre los israelitas y los amonitas!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Así que, yo en nada he pecado contra ti, mas tú me haces mal haciendo guerra contra mí: Jehová, que es el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.

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Jueces 11:27
27 Tagairtí Cros  

Saray dijo a Abrán: 'Tú eres el responsable de la afrenta que me hace. Yo puse a mi esclava entre tus brazos, y ella, al verse embarazada, me mira con desprecio. ¡Que el Señor juzgue entre nosotros!'.


¡Lejos de ti hacer tal cosa! ¡Hacer morir al justo con el pecador, tratarle como al culpable! ¡Nunca hagas eso! ¿El juez de toda la tierra no hará justicia?'.


Que el Dios de Abrahán y el Dios de Najor -el Dios de sus padres- hagan valer el derecho entre nosotros'. Entonces Jacob juró por el Terror de Isaac, su padre.


Dios nuestro, júzgalos tú, pues nosotros nos sentimos impotentes frente a esta horda ingente que nos asalta. No sabemos qué hacer; nuestros ojos se vuelven a ti'.


Vería a un justo en quien con él disputa, y yo sería absuelto para siempre por mi juez.


Aunque tuviera razón no podría responderle; él es mi juez: tendría que suplicarle.


Que los cielos pregonen su justicia, porque el juez es Dios mismo.


Es Dios el escudo que me cubre, el que salva los corazones rectos.


Pues ni de oriente ni de occidente, ni del desierto ni de la montaña viene la salvación;


Levántate, oh Dios, haz justicia en la tierra, pues tú imperas sobre todas las naciones.


Levántate, juez de la tierra, dales su merecido a los soberbios.


delante del Señor, porque ya viene para gobernar la tierra, para implantar en el mundo la justicia y entre todos los pueblos la lealtad.


Goza, joven, de tu mocedad, y que tu corazón disfrute en los días de tu juventud. Sigue los caminos de tu corazón y los deseos de tus ojos. Pero sabe que de todo esto Dios te pedirá cuentas.


Dios nos pedirá cuentas de todas nuestras acciones, buenas o malas, aun de las que hayamos hecho en secreto.


¿Por qué? ¿Porque no os quiero? Dios sabe lo que os quiero.


pues todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba lo que mereció durante su vida mortal, conforme a lo que hizo, bueno o malo.


sólo me queda recibir la corona merecida, que en el último día me dará el Señor, justo juez; y no sólo a mí, sino también a todos los que esperan con amor su venida.


a la congregación de los primogénitos que están escritos en los cielos, a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos, que han sido hechos perfectos,


Pero el rey de los amonitas no escuchó las palabras que Jefté le mandó a decir.


El Señor aniquila a sus contrarios, el altísimo truena desde el cielo; el Señor juzga los confines de la tierra, dará fuerza a su rey y levantará la frente de su ungido'.


Mira, padre mío, mira la orla de tu manto en mi mano. Puesto que he cortado la orla de tu manto y no te he matado, reconoce claramente que no hay en mí maldad ni rebeldía. Yo no he pecado contra ti; tú, por el contrario, me acechas para quitarme la vida.


Que el Señor juzgue entre nosotros dos y que me vengue de ti; pero mi mano no te tocará.


¿Contra quién ha salido a campaña el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¡A un perro muerto, a una pulga!


Que el Señor sea el árbitro y juzgue entre nosotros dos. Que él examine y defienda mi causa y me haga justicia librándome de tu mano'.