¡Piedad, piedad de mí, vosotros, mis amigos, pues es la mano de Dios la que me ha herido!
Jeremías 15:5 - Biblia Martin Nieto ¿Quién se apiadará de ti, Jerusalén? ¿Quién te consolará? ¿Quién te detendrá para preguntarte cómo estás? Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿Quién se entristecerá por tu causa, o quién vendrá a preguntar por tu paz? Biblia Nueva Traducción Viviente »¿Quién tendrá compasión de ti, Jerusalén? ¿Quién llorará por ti? ¿Quién se tomará la molestia de preguntar cómo estás? Biblia Católica (Latinoamericana) ¿Quién tendrá compasión de ti, Jerusalén?
¿Quién te consolará?
¿Quién se detendrá para preguntar por tu salud? La Biblia Textual 3a Edicion Oh Jerusalem, ¿quién tendrá piedad de ti? ¿Quién te compadecerá? ¿Quién se desviará para preguntar acerca de ti? Biblia Serafín de Ausejo 1975 ¿Quién, pues, se apiadará de ti, Jerusalén? ¿Quién te dará el pésame? ¿Quién se volverá a preguntar cómo estás? Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿O quién lamentará por ti? ¿O quién se apartara para preguntar por tu paz? |
¡Piedad, piedad de mí, vosotros, mis amigos, pues es la mano de Dios la que me ha herido!
Tú conoces mi afrenta, mi ignominia y mi vergüenza; todos mis opresores están ante tu vista.
Moisés salió al encuentro de su suegro, se inclinó ante él y lo besó, se saludaron y entraron en la tienda.
Estas dos desgracias te han alcanzado -¿quién se lamentará por ti?-, saqueo y ruina, hambre y espada; ¿quién te consolará?
Los estrellaré el uno contra el otro, los padres contra los hijos, dice el Señor. Sin piedad, sin misericordia, sin perdón, los aniquilaré'.
Pues esto dice el Señor: 'No entres en la casa en que se hace duelo. No vayas a llorar, ni a consolarlos, porque -dice el Señor- yo he retirado de este pueblo mi paz, mi misericordia y mi compasión.
Después de esto, dice el Señor, entregaré a Sedecías, rey de Judá, a sus servidores y a los habitantes de esta ciudad que hayan escapado a la peste, a la espada y al hambre, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, en manos de sus enemigos, de aquellos que buscan su vida; él los pasará a filo de espada sin consideración, sin piedad y sin compasión'.
Sión alarga sus manos, mas no hay quien la consuele. El Señor ha suscitado contra Jacob por todas partes enemigos; Jerusalén se ha convertido en objeto de horror entre los pueblos.
Todo el que te vea huirá de ti y dirá: Nínive ha sido destruida. ¿Quién tendrá piedad de ella? ¿Dónde podré buscarte algún consolador?
David dejó su carga en manos de un guardián del bagaje, corrió hacia las filas y, cuando llegó, preguntó a sus hermanos cómo se encontraban.
envió a diez jóvenes con esta orden: 'Subid al Carmelo, presentaos a Nabal y saludadle de mi parte.