Les propuso otra parábola: 'El reino de Dios es como un grano de mostaza que toma un hombre y lo siembra en su campo.
Hechos 1:15 - Biblia Martin Nieto Un día de aquellos, en que se habían reunido unos ciento veinte, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo: Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Biblia Nueva Traducción Viviente Durante aquellos días, cuando aproximadamente ciento veinte creyentes estaban juntos en un mismo lugar, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos: Biblia Católica (Latinoamericana) Uno de aquellos días, Pedro tomó la palabra en medio de ellos -había allí como ciento veinte personas- y les dijo: La Biblia Textual 3a Edicion En aquellos° días, levantándose Pedro en medio de los hermanos, dijo (y el grupo de personas° reunidas era alrededor° de ciento veinte): Biblia Serafín de Ausejo 1975 Uno de aquellos días se levantó Pedro en medio de los hermanos -un grupo de unas ciento veinte personas personas en total- y dijo: Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y en aquellos días Pedro se levantó en medio de los discípulos (el número de las personas allí reunidas, era como de ciento veinte), y dijo: |
Les propuso otra parábola: 'El reino de Dios es como un grano de mostaza que toma un hombre y lo siembra en su campo.
pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando te arrepientas, confirma a tus hermanos'.
'Os aseguro que el que cree en mí hará las obras que yo hago y las hará aún mayores que éstas, porque yo me voy al Padre;
Y entre los hermanos se corrió la voz de que aquel discípulo no moriría. Y no le dijo que no moriría, sino: 'Si quiero que él quede hasta que yo venga, a ti ¿qué?'.
Pedro los invitó y los hospedó. Al día siguiente se levantó y fue con ellos; y lo acompañaron algunos hermanos de Jafa.
Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea supieron que también los paganos habían recibido la palabra de Dios.
Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Estos seis hermanos vinieron también conmigo y entramos en la casa del hombre en cuestión,
Y estuvieron un año entero en aquella Iglesia instruyendo en la fe a muchas personas. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos.
Los discípulos, cada uno según sus posibilidades, decidieron enviar socorro a los hermanos de Judea.
Pedro les hizo señas con la mano de que callasen y contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y añadió: 'Comunicádselo a Santiago y a los hermanos'. Luego salió y se fue a otro sitio.
Pero los judíos que no quisieron creer soliviantaron a los paganos y los indispusieron contra los hermanos.
Algunos que vinieron de Judea enseñaban a los hermanos: 'Si no os circuncidáis según el rito de Moisés, no podéis salvaros'.
Ellos, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaría, narrando la conversión de los paganos y causando un gran gozo a todos los hermanos.
Salieron de la cárcel y fueron a casa de Lidia; vieron a los hermanos, los animaron y se fueron.
Al llegar la noche, los hermanos hicieron partir en seguida a Pablo y a Silas hacia Berea. Así que llegaron, fueron a la sinagoga de los judíos.
Entonces los hermanos hicieron partir a Pablo hacia el mar, y Silas y Timoteo se quedaron allí.
al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y algunos hermanos ante los magistrados, gritando: 'Éstos, que han revolucionado el mundo entero, se han presentado también aquí,
Pablo permaneció aún cierto tiempo en Corinto; después se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria. Lo acompañaban Priscila y Áquila. En Cencreas se había rapado la cabeza porque había hecho un voto.
Como quería ir a Acaya, los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos para que le hicieran una buena acogida. Una vez allí, con la gracia de Dios, ayudó mucho a los creyentes.
Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con grande alegría.
Ellos, al oír todo esto, alabaron a Dios, y dijeron a Pablo: 'Ves, hermano, cuántos millares de judíos han creído, y todos siguen siendo fieles observantes de la ley.
Nosotros, al terminar la navegación, fuimos de Tiro a Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos un día con ellos.
como me es testigo el sumo sacerdote y el colegio de los ancianos; ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco y fui allá con el fin de traer presos a Jerusalén a los creyentes que encontrara para que fueran castigados.
donde encontramos hermanos, que nos instaron a quedarnos con ellos una semana; desde allí nos dirigimos a Roma.
Se apareció también a más de quinientos hermanos de una vez, de los que la mayoría viven todavía; otros murieron.
En aquel momento se produjo un gran terremoto y se derrumbó la décima parte de la ciudad, y en el cataclismo perecieron siete mil personas. Los supervivientes, llenos de terror, dieron gloria al Dios del cielo.
Pero tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado sus vestidos; ellas caminarán conmigo con vestiduras blancas, porque son dignas de ello.