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Éxodo 34:29 - Biblia Martin Nieto

Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí trayendo en sus manos las dos tablas de la ley, no sabía que la tez de su cara se había vuelto radiante durante sus conversaciones con el Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto, no se daba cuenta de que su rostro resplandecía porque había hablado con el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, tenía en las manos las dos tablas de las Declaraciones divinas donde estaban escritas las leyes de la Alianza, y no sabía que la piel de su cara se había vuelto radiante, por haber hablado con Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte Sinay con las dos tablas del testimonio (las que estaban en mano de Moisés al bajar del monte), no advirtió Moisés que la tez de su rostro resplandecía por haber hablado con Él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Al descender Moisés del monte Sinaí llevaba las dos tablas del testimonio en sus manos. No sabía él que la tez de su rostro resplandecía por haber conversado con Yahveh.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y aconteció, que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, mientras descendía del monte, no sabía él que la tez de su rostro resplandecía, después que hubo con Él hablado.

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Éxodo 34:29
22 Tagairtí Cros  

Los israelitas, al verla, se dijeron unos a otros: 'man hu'=¿qué es esto?', pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: 'Éste es el pan que os da el Señor para comer.


Cuando el Señor terminó de hablar a Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.


Moisés volvió y bajó de la montaña con las dos tablas de la ley en sus manos, escritas por los dos lados, en sus dos caras.


Los israelitas dirigían su mirada a la cara de Moisés y veían su piel radiante. Y Moisés volvía a poner el velo en su cara hasta que entraba de nuevo a hablar con el Señor.


¿Quién es como el sabio? ¿Quién sabe la solución de un problema? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la esperanza de su semblante se cambia.


Y se transfiguró ante ellos. Su rostro brilló como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.


Volvió otra vez y los encontró dormidos, vencidos por el sueño; y no sabían qué responder.


Es que no sabía lo que decía, pues estaban asustados.


Les contestó: '¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme en los asuntos de mi Padre?'.


Mientras él oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente.


Pero él no sabía quién era, porque Jesús había desaparecido entre la mucha gente que allí había.


Pedro salió y lo siguió, sin saber si era realidad lo que el ángel hacía, pues se figuraba que era una visión.


Pablo dijo: 'No sabía, hermanos, que fuera el sumo sacerdote, pues está escrito: No insultarás al jefe de tu pueblo'.


Entonces todos los que estaban sentados en el tribunal clavaron sus ojos en él y vieron su rostro como el rostro de un ángel.


y no como Moisés, que se tapaba la cara con un velo para que los israelitas no se fijasen en su resplandor, que era pasajero.


Yo bajé del monte, coloqué las tablas en el arca que había hecho, y allí quedaron depositadas, como el Señor me había ordenado.


Pero ella los escondió y dijo: 'Sí, esos hombres vinieron a mi casa, pero yo no sabía de dónde eran;


Cuando el rey de Ay vio la situación, salió a toda prisa a presentar batalla contra Israel, él y todo su pueblo, en la pendiente de frente a la Arabá; pero sin saber que le habían tendido una emboscada por detrás de la ciudad.


en su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos; su cara era como el sol que brilla en todo su esplendor.


Después vi otro ángel vigoroso, que bajaba del cielo envuelto en una nube; sobre la cabeza tenía el arco iris; su rostro era como el sol, y sus piernas como columnas de fuego.


Ella dijo: '¡Sansón, los filisteos!'. Él se despertó y se dijo: 'Saldré como tantas otras veces y me las arreglaré'. Pero no sabía que el Señor lo había abandonado.