Abrahán dijo al criado más antiguo de su casa, que llevaba la administración de todos sus bienes: 'Pon tu mano bajo mi muslo.
2 Samuel 12:17 - Biblia Martin Nieto Los ancianos de la casa le rogaron con insistencia que se levantara del suelo, pero él no quiso, ni tomó alimento alguno con ellos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces los ancianos de su casa le rogaban que se levantara y comiera con ellos, pero él se negó. Biblia Católica (Latinoamericana) Los ancianos de su casa le insistían para que se levantara, pero se negaba y no ingirió ningún alimento con ellos. La Biblia Textual 3a Edicion Y los ancianos de su casa se pusieron a su lado para levantarlo del suelo, pero él no quiso, ni tampoco comió° con ellos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los principales de su casa se dirigían a él para convencerle de que se levantara del suelo, pero él no quiso, ni comía tampoco con ellos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y levantándose los ancianos de su casa fueron a él para hacerlo levantar de tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan. |
Abrahán dijo al criado más antiguo de su casa, que llevaba la administración de todos sus bienes: 'Pon tu mano bajo mi muslo.
Sus hijos y sus hijas fueron todos a consolarle, pero él rechazó todo consuelo y dijo: 'Quiero bajar de luto a la tumba con mi hijo'. Y su padre lo lloró.
Al séptimo día murió el niño. Los servidores de David tenían miedo de decírselo, pues pensaban: 'Si, cuando el niño vivía, le hablábamos y no quiso escucharnos, ¿cómo le diremos que el niño ha muerto? Hará un desatino'.
Todo el mundo vino a invitar a David para que comiera algo, pues todavía era de día; pero David hizo este juramento: 'Que Dios me castigue si como pan o cualquier otra cosa antes de ponerse el sol'.
Pues mis días se disipan como el humo, y mis huesos queman como brasas;
Trajeron una piedra y la colocaron en la boca del foso; y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, con el fin de que no pudiese ser mudada la suerte de Daniel.
Él no quería comer; pero sus servidores y la mujer le insistieron tanto que, por fin, aceptó. Se levantó del suelo y se sentó a la mesa.