Mateo 8:3 - Nueva Biblia Española (1975) Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio! Y en seguida quedó limpio de la lepra. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Biblia Nueva Traducción Viviente Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano! Al instante, la lepra desapareció. Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: 'Quiero, queda limpio. Al momento quedó limpio de la lepra. La Biblia Textual 3a Edicion Y extendiendo la mano lo tocó diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante fue limpiada su lepra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: 'Quiero, queda limpio'. E inmediatamente quedó limpio de su lepra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Jesús extendiendo su mano le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra. |
Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: Yo me imaginaba que saldría en persona a verme y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad.
Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia, como la de un niño.
Le dijo: Métela otra vez en el seno. La metió, y al sacarla estaba normal, como de carne.
Entonces le dijo al hombre: Extiende el brazo. Lo extendió y quedó sano y normal como el otro.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: Quiero, queda limpio.
Se despabiló, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, estáte callado! El viento amainó y sobrevino una gran calma.
La tomó de la mano y le dijo: Talitha, qum (que significa: Escúchame tú, niña, ponte en pie)
Luego, mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effatá (esto es: 'ábrete').
Jesús, al ver que acudía gente corriendo, ordenó al espíritu inmundo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de éste y no vuelvas a entrar en él.
Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos leprosos en Israel y, sin embargo, a ninguno de ellos curó; sólo a Naamán el sirio.
Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero, queda limpio. Y en seguida se le quitó la lepra.
Acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: ¡A ti, te hablo, muchacho, levántate!
Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora las han visto delante y, Sin embargo, nos han tenido odio lo mismo a mí que a mi Padre.
Así, igual que el Padre levanta a los muertos y les da vida, también el Hijo da vida a los que quiere;