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2 Reyes 5 - Nueva Biblia Española (1975)

1 Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria; pero estaba enfermo de la piel.

2 En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como sirvienta de la mujer de Naamán,

3 y dijo a su señora: Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaria; él lo libraría de su, enfermedad.

4 Naamán fue a informar a su señor: La muchacha israelita ha dicho esto y esto.

5 El rey de Siria le dijo: Ven, que te doy una carta para el rey de Israel. Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes.

6 Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: 'Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad'.

7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las, vestiduras, exclamando: ¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue dé librar a un hombre de su enfermedad? Fíjense bien y verán cómo está buscando un pretexto contra mí.

8 El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel' se había rasgado las vestiduras, y le envió este recado: ¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel.

9 Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo.

10 Eliseo mandó uno a decirle: Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia.

11 Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: Yo me imaginaba que saldría en persona a verme y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad.

12 ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio? Dio media vuelta y se marchaba furioso.

13 Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuánto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes.

14 Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia, como la de un niño.

15 Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que- el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor.

16 Eliseo contestó: ¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada. Y aunque le insistía, lo rehusó.

17 Naamán dijo: Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de muías; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor.

18 Y que el Señor me perdone, si al entrar mi señor en el templo de Rimón para adorarlo se apoya en mi mano, y yo también me postro ante Rimón, que el Señor me perdone ese gesto.

19 Eliseo le dijo: Vete en paz. Naamán se marchó. Y había caminado ya un buen trecho,

20 cuando Guejazí, sirviente del profeta Eliseo, pensó: 'Mi señor ha sido demasiado generoso con ese sirio, Naamán, no aceptando nada de lo que ofrecía. ¡Vive Dios! Voy a correr detrás para que me dé algo'.

21 Guejazí siguió a Naamán, y cuando éste lo vio correr tras él, bajó de la carroza para ir a su encuentro y lo saludó.

22 Guejazí respondió al saludo, y dijo: Mi señor me manda a decirte que precisamente en este momento se le han presentado dos muchachos de la serranía de Efraín, de la comunidad de los profetas; que hagas el favor de darme para ellos tres arrobas de plata y dos mudas de ropa.

23 Naamán dijo: Ten la bondad de tomar el doble. Y le insistió, hasta que le metió en dos costales seis arrobas con dos mudas, que entregó a un par de esclavos para que se los llevaran.

24 Al llegar a la colina, Guejazí lo recogió todo, lo guardó en su casa y despidió a los hombres, que se marcharon.

25 Cuando se presentó a su señor, Eliseo le preguntó: Guejazí, ¿de dónde vienes? Respondió: No me he movido de aquí.

26 Eliseo le dijo: Mi pensamiento te seguía cuando aquel hombre se bajó de su carroza para ir a tu encuentro. ¿Es el momento de aceptar dinero y vestidos, olivares y viñas, ovejas y vacas, sirvientes y sirvientas?

27 ¡Que la enfermedad de Naamán se te pegue a ti y a tus descendientes para siempre! Guejazí salió con la piel descolorida; como nieve.

Biblia - Luis Alonso Schökel y Juan Mateos

Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.

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