dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y cuya conciencia no queda turbia.
Juan 1:47 - Nueva Biblia Española (1975) Jesús vio venir a Natanael, y comentó: Miren un israelita de veras, en quien no hay falsedad. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras ellos se acercaban, Jesús dijo: —Aquí viene un verdadero hijo de Israel, un hombre totalmente íntegro. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando Jesús vio venir a Natanael, dijo de él: 'Ahí viene un verdadero israelita: éste no sabría engañar. La Biblia Textual 3a Edicion Jesús ve° a Natanael que viene, y dice acerca de él: ¡He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Jesús vio a Natanael, que se le acercaba, y dice de él: 'Éste es un auténtico israelita, en quien no hay doblez'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Jesús viendo que Natanael venía hacia Él, dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño. |
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y cuya conciencia no queda turbia.
'Qué bueno es Dios para el honrado, el Señor para los limpios de corazón'.
y porque no necesitaba que nadie hiciera declaraciones sobre el hombre, pues él conocía lo que el hombre llevaba dentro.
Dijo entonces Jesús a los judíos del sistema que le habían dado pleno crédito: Ustedes, para ser de verdad mis discípulos, tienen que atenerse a ese mensaje mío;
Le repusieron; Nuestro padre es Abrahán. Les respondió Jesús: Si fueran hijos de Abrahán, realizarían las obras de Abrahán;
Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la Ley, el culto y las promesas;
bendito por siempre. Amén. No es que Dios haya faltado a su palabra, es que no todos los descendientes de Israel son pueblo de Israel,
Porque los circuncisos somos nosotros, que damos culto con el Espíritu de Dios y que ponemos nuestra gloria en el Mesías Jesús sin confiar en lo propio nuestro.
Así, pues, despojados de toda maldad, de toda doblez, hipocresía, envidia y de toda maledicencia,