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2 Reyes 4 - Biblia Martin Nieto Biblia Martin Nieto
2 Reyes 4

1 Una mujer, esposa de un discípulo de los profetas, fue a lamentarse a Eliseo: 'Mi marido ha muerto. Tú bien sabes que tu siervo era temeroso del Señor. Pues bien, el acreedor ha venido a llevarse mis dos hijos como esclavos'.

2 Eliseo le dijo: '¿Qué puedo hacer por ti? Dime: ¿qué tienes en casa?'. Ella respondió: 'Sólo tengo una orza de aceite'.

3 Él le dijo: 'Anda, que tus vecinos te presten vasijas vacías.

4 Entra luego en tu casa, ciérrate dentro con tus hijos y vierte el aceite en todas esas vasijas, retirándolas según se van llenando'.

5 Ella dejó a Eliseo, y se cerró en casa con sus hijos; éstos le presentaban las vasijas, y ella las llenaba.

6 Cuando las vasijas estaban ya llenas, dijo a uno de sus hijos: 'Tráeme otra vasija'. Pero él respondió: 'No hay más vasijas'. Y el aceite se terminó.

7 Entonces ella fue a contar la cosa al hombre de Dios, el cual le dijo: 'Anda, vende el aceite, paga a tu acreedor, y tú y tus hijos vivid de lo restante'.

8 Un día Eliseo pasaba por Sunán. Vivía allí una mujer distinguida, que le invitó con insistencia a comer. Y en adelante, siempre que pasaba, se paraba allí a comer.

9 Aquella mujer dijo a su marido: 'Mira, me he dado cuenta de que es un hombre de Dios, un santo, ese que pasa siempre por nuestra casa.

10 Vamos a hacerle una habitación arriba, y pongamos allí una cama, una mesa, una silla y un candelabro, para que, cuando venga a nuestra casa, se recoja en ella'.

11 Un día llegó Eliseo, se retiró al aposento y se acostó.

12 Luego dijo a Guejazí, su criado: 'Llama a la sunamita'. La llamó y, cuando se presentó ante él,

13 Eliseo ordenó a su criado: 'Dile: Nos estás prodigando toda clase de cuidados; ¿qué podría hacer por ti? ¿Tienes alguna solicitud que elevar al rey o al jefe del ejército?'. Ella respondió: 'En medio de mi pueblo vivo'.

14 Eliseo dijo: '¿Qué podríamos hacer por ella?'. Guejazí respondió: '¡No tiene hijos y su marido es ya viejo!'.

15 Eliseo le dijo: 'Llámala'. La llamó, y ella se presentó a la puerta.

16 Eliseo le dijo: 'El año próximo, por estas fechas, tendrás en brazos un hijo'. Ella respondió: 'No, señor mío, hombre de Dios, no engañes a tu sierva'.

17 Y aquella mujer concibió, y al año siguiente, por aquellas fechas, dio a luz un hijo, tal como Eliseo le había anunciado.

18 El niño creció, y un día, que fue adonde estaba su padre con los segadores,

19 dijo a su padre: '¡Ay mi cabeza! ¡Ay mi cabeza!'. Entonces el padre mandó a un criado: 'Llévaselo a su madre'.

20 Él lo llevó a su madre, y estuvo recostado sobre sus rodillas hasta el mediodía, en que murió.

21 Ella entonces lo subió y lo puso en el lecho del hombre de Dios; luego cerró la puerta y salió.

22 Llamó a su marido y le dijo: 'Mándame uno de los criados y un asna; voy corriendo adonde está el hombre de Dios y vuelvo'.

23 Él replicó: '¿Por qué vas hoy adonde él está, si no es novilunio ni sábado?'. Pero ella dijo: '¡Queda con Dios!'.

24 Mandó aparejar el asna, y dijo al criado: 'Ve guiando, y no me detengas hasta que yo no te lo indique'.

25 Partió, y llegó adonde estaba el hombre de Dios en el monte Carmelo. Cuando el hombre de Dios la divisó desde lejos, dijo a Guejazí, su criado: 'Aquélla es la sunamita.

26 Sal a su encuentro y pregúntale: ¿Estás bien? ¿Está bien tu marido? ¿Está bien tu hijo?'. Ella respondió: 'Sí, bien'.

27 Llegó adonde estaba el hombre de Dios en el monte, y se abrazó a sus pies. Guejazí fue a separarla, pero el hombre de Dios dijo: 'Déjala, porque está muy apenada; pero el Señor me lo ha tenido oculto y nada me ha manifestado'.

28 Ella dijo: '¿Por ventura había pedido yo un hijo a mi señor? ¿No le dije que no me engañase?'.

29 Entonces Eliseo dijo a Guejazí: 'Cíñete los lomos, toma en la mano mi bastón y vete. Si encuentras a alguien, no le saludes; si alguien te saluda, no le respondas. Pon mi bastón sobre el rostro del niño'.

30 Pero la madre del niño replicó: '¡Por el Señor y por tu vida que no te dejaré!'. Eliseo se levantó y la siguió.

31 Guejazí se les adelantó y puso el bastón sobre el rostro del niño, pero no resolló ni dio señal de vida. Entonces fue al encuentro de Eliseo, y le dijo: 'El niño no se ha despertado'.

32 Cuando Eliseo llegó a la casa, el niño estaba muerto, echado en su cama.

33 Entró, se cerró en el aposento con el niño y oró al Señor.

34 Luego se subió a la cama y se echó sobre el niño; puso la boca sobre su boca, los ojos sobre sus ojos, las palmas sobre sus palmas, y estando así inclinado sobre él, el cuerpo del niño entró en calor.

35 Eliseo se apartó y se puso a pasear por la casa de acá para allá. Luego subió y se tendió sobre él. Entonces el niño estornudó hasta siete veces y abrió los ojos.

36 El profeta llamó a Guejazí, y le dijo: 'Llama a la sunamita'. La llamó y, cuando entró, Eliseo dijo: 'Toma a tu hijo'.

37 Ella cayó a sus pies, y se postró en tierra. Tomó a su hijo y salió.

38 Eliseo regresó a Guilgal. En el país había carestía. Y estando un día con él los discípulos de los profetas, dijo a su siervo: 'Pon la olla grande y cuece unas viandas para los discípulos de los profetas'.

39 Uno de ellos salió al campo a recoger verduras, y habiendo encontrado una especie de cepa silvestre, recogió de ella los frutos hasta llenar su capa. Llegó a casa y los picó en la olla de las viandas, sin saber lo que eran.

40 Sirvió luego a los hombres para que comiesen, pero apenas probaron del cocido, lanzaron un grito, exclamando: '¡La olla está envenenada, hombre de Dios!'. Y no pudieron comer.

41 Él ordenó: 'Traedme harina'. La echó en la olla, y añadió: 'Sírveles ahora'. Y en la olla no se encontró ya nada malo.

42 Un hombre llegó de Baal Salisá, trayendo al hombre de Dios el pan de las primicias, veinte panes de cebada y espigas nuevas en su alforja. Eliseo ordenó: 'Dalo a las gentes para que coman'.

43 Pero su criado replicó: '¿Cómo voy a poner esto delante de cien hombres?'. Él dijo: 'Dalo a la gente para que coman, pues esto dice el Señor: Comerán, y sobrará'.

44 Se lo sirvió y comieron; y sobró, como había dicho el Señor.

Biblia Version Martin Nieto

Evaristo Martín Nieto©