1 Está muy bien dicho que quien aspira a un cargo directivo no es poco lo que desea, 2 porque el dirigente tiene que ser irreprochable, fiel a su mujer, juicioso, equilibrado, bien educado, hospitalario, hábil para enseñar, 3 no dado al vino ni amigo de riñas, sino comprensivo, pacífico y desinteresado. 4 Tiene que gobernar bien su propia casa y hacerse obedecer de sus hijos con dignidad. 5 Uno que no sabe gobernar su casa, ¿cómo va a cuidar de una asamblea de Dios? 6 Que no sea recién convertido, por si se le sube a la cabeza y lo condenan como al diablo. 7 Se requiere además que tenga buena fama entre los de fuera, para evitar el desprestigio y que el diablo lo atrape. 8 También los auxiliares tienen que ser respetables, hombres de palabra, no aficionados a beber mucho ni a sacar dinero, 9 conservando la fe revelada con una conciencia limpia. 10 También éstos tienen que ser probados primero, y cuando se vea que son irreprochables, que empiecen el servicio. 11 Las mujeres lo mismo: sean respetables, no chismosas, juiciosas y dignas de confianza en todo. 12 Los auxiliares sean fieles a su mujer y gobiernen bien a sus hijos y sus propias casas; 13 porque los que se han distinguido en el servicio, se ganan una posición distinguida y mucha libertad para hablar de fidelidad cristiana. 14 Aunque espero ir a verte pronto, te escribo esto por si me retraso; 15 quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad. 16 Sin discusión, grande es el misterio que veneramos: El se manifestó como hombre, lo rehabilitó el espíritu, se apareció a los mensajeros, se proclamó a las naciones, se le vio en el mundo, fue elevado a la gloría. |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.