Yo, el Predicador, declaro: ¡En esta vida nada tiene sentido! ¡Todo es una ilusión!
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
«Nada tiene sentido —dice el Maestro—, ningún sentido en absoluto».
¡Esto no tiene sentido! decía Qohelet, ¡nada a qué aferrarse!
Vanidad de vanidades, dice Cohélet. ¡Todo es vanidad!
¡Vanidad de vanidades!, dice Qohélet. ¡Todo es vanidad!