La fe -esperanza La fe es la garantía de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve.
Sin fe es imposible agradarle. Quien se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.
Él les contestó: -Porque ustedes tienen poca fe. Les aseguro que, si tuvieran la fe del tamaño de una semilla de mostaza, dirían a aquel monte que se trasladara allá, y se trasladaría. Y nada sería imposible para ustedes.
Todo el que es hijo de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que venció al mundo: nuestra fe.
Porque ustedes han sido salvados por la fe, no por mérito propio, sino por la gracia de Dios;
y no por las obras, para que nadie se gloríe.
recordando su fe activa, su amor entrañable y su esperanza perseverante en nuestro Señor Jesucristo ante Dios nuestro Padre.
Consecuencias de la nueva justicia Pues bien, ahora que hemos sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de Jesucristo Señor nuestro.
También por él -por la fe-hemos alcanzado la gracia en la que nos encontramos, y podemos estar orgullosos esperando la gloria de Dios.
Ríndanse y reconozcan que soy Dios, excelso sobre los pueblos, excelso sobre la tierra.
Teniendo todo esto en cuenta, ¿qué podemos decir? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra?
Les aseguro que si uno, sin dudar en su corazón, sino creyendo que se cumplirá lo que dice, manda a ese monte que se quite de ahí y se tire al mar, sucederá.
Por tanto les digo que, cuando oren pidiendo algo, algo, crean que se les concederá, y así sucederá. [Mt 6,14s]
Cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros, y el Padre del cielo perdonará sus culpas.
No temas, que yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco y te auxilio y te sostengo con mi diestra victoriosa.
El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida: ¿de quién me asustaré?
Confía en el Señor de todo corazón y no te fíes de tu propia inteligencia;
en todos tus caminos tenlo presente, y él enderezará tus sendas.
Mantengamos sin desviaciones la confesión de nuestra esperanza, porque aquel que ha hecho la promesa es fiel.
Cuando temo, confío en ti.
En Dios, cuya palabra alabo, en Dios confío y no temo, ¿qué podrá hacerme un mortal?
Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios, y la recibirá, porque él da a todos generosamente y sin reproches.
Pero que pida con confianza y sin dudar. El que duda se parece al oleaje del mar sacudido por el viento.
El amor de Dios Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que le aman, de los llamados según su designio.
Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, amor y templanza.
su voluntad es firme, tú velas por su paz, porque confía en ti.
Confíen siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua:
para que la fe de ustedes no se fundase en la sabiduría humana, sino en el poder divino.
Jesús les respondió: -Les aseguro que, si tuvieran una fe firme, no sólo harían lo de la higuera, sino que podrían decir a ese monte que se quite de ahí y se tire al mar, y lo haría.
Y todo lo que pidan con fe lo recibirán.
Ustedes confíen siempre en él, desahoguen con él su corazón, que Dios es nuestro refugio.
Ustedes lo aman sin haberlo visto y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con gozo indecible y glorioso,
ya que van a recibir, como término de [su] fe, la salvación personal.
Aunque camine por lúgubres cañadas, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu bastón me defienden.
Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, la corriente no te anegará; cuando pases por el fuego, no te quemarás, la llama no te abrasará.
No dudó con desconfianza de la promesa de Dios, sino que robustecido por la fe, glorificó a Dios,
convencido de que podía cumplir lo prometido.
Por tanto, acerquémonos confiados al trono de nuestro Dios, para obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.
El Señor es mi fuerza y mi escudo: en él confía mi corazón. Me socorrió y mi corazón se alegra; le doy gracias con mi cántico.
Ustedes no han tenido hasta ahora ninguna prueba que supere sus fuerzas humanas. Dios es fiel y no permitirá que sean probados por encima de sus fuerzas, al contrario, con la prueba les abrirá una salida para que puedan soportarla.
pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.
El que habita al amparo del Altísimo y pernocta a la sombra del Todopoderoso,
diga al Señor: Tú eres mi refugio y mi alcázar, mi Dios en quién confío.
Estoy seguro que ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni presente ni futuro, ni poderes
ni altura ni hondura, ni criatura alguna nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.
Estoy seguro de que quien comenzó en ustedes la obra buena, la llevará a término hasta el día de Cristo Jesús.
Respondió María: -Yo soy la servidora del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue.
La paz les dejo, les doy mi paz, y no como la da el mundo. No se inquieten ni se acobarden.
Les he dicho esto para que gracias a mí tengan paz. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.
Sean desinteresados en su conducta y conténtense con lo que tienen; porque él dijo: no te dejaré ni te abandonaré.
Por lo cual podemos decir confiados: El Señor me auxilia y no temo: ¿qué podrá hacerme un hombre?
No se aflijan por nada, más bien preséntenselo todo a Dios en oración, pídanle y también denle gracias.
Y la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.
El Dios de la paz los llene de gozo y paz en la fe, para que, por la fuerza del Espíritu Santo, desborden de esperanza.
Yo conozco mis designios sobre ustedes: designios de prosperidad, no de desgracia, pues les daré un porvenir y una esperanza.
¡Señor, mi roca, mi defensa, mi libertador!, ¡Dios mío, mi roca de refugio! ¡Mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte, digno de alabanza!
Lo que entonces se escribió fue para nuestra instrucción, para que por la paciencia y el consuelo de la Escritura tengamos esperanza.
Levanto los ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Aunque se consumen mi carne y mi corazón, Dios es siempre el apoyo de mi corazón y mi herencia.
Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, en el que se apagarán los dardos incendiarios del maligno.
fijos los ojos en el que inició y consumó la fe, en Jesús. El cual, por la dicha que le esperaba, sufrió la cruz, despreció la humillación y se ha sentado a la derecha del trono de Dios.
Alégrense en la esperanza, sean pacientes en el sufrimiento, perseverantes en la oración;
y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y mientras vivo en carne mortal, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tuvo. Dios es amor: quien conserva el amor permanece con Dios y Dios con él.
Confían unos en los carros, otros en la caballería; nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios;
Pelea el noble combate de la fe. Aférrate a la vida eterna, a la cual te llamaron cuando hiciste tu noble confesión ante muchos testigos.
Nosotros aguardamos al Señor que es nuestro auxilio y escudo;
lo festeja nuestro corazón y en su santo Nombre confiamos.
El que teme a los hombres caerá en la trampa, el que confía en el Señor vivirá seguro.
Siendo Dios mi salvador, confío y no temo porque mi fuerza y poder es el Señor, él fue mi salvación.
Yo, en cambio, espero contemplar la bondad del Señor en el país de la vida.
-Espera en el Señor, sé valiente, ¡ten ánimo, espera en el Señor!
¡Cuántos son los tormentos del malvado! Pero, al que confía en el Señor él lo envuelve con su amor.
En conclusión, queridos hermanos, permanezcan firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, convencidos de que sus esfuerzos por el Señor no serán inútiles.
Por eso se lee en la Escritura: Miren, yo coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa: quien se apoya en ella no fracasa.
Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la más grande de todas es el amor.
-Encomienda a Dios tus afanes, que él te sostendrá; nunca permitirá que el justo caiga.
Porque Dios es fiel y Él los llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo Señor nuestro.
El camino de Dios es perfecto, la promesa del Señor es digna de confianza, es escudo para los que en él se refugian.
Que el Señor me defienda mientras viva. ¡Señor, tu Nombre es eterno, no abandones la obra de tus manos!
Porque es Dios quien, según su designio, produce en ustedes los buenos deseos y quién les ayuda a llevarlos a cabo.
El ladrón no viene más que a robar, matar y destrozar. Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Jesús les contestó: -Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed.
El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba; por eso endurecí el rostro como piedra, sabiendo que no quedaría defraudado.
¡Sean fuertes y valientes, no teman, no se acobarden ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te abandonará.
Porque gracias a la fe, el poder de Dios los protege para que alcancen la salvación dispuesta a revelarse el último día.
Así, no ahorren esfuerzos por añadir a su fe la virtud, a la virtud el conocimiento,
al conocimiento el dominio propio, al dominio propio la paciencia, a la paciencia la piedad,
a la piedad el afecto fraterno, al afecto fraterno el amor.
Por medio de él creen en Dios, que lo resucitó de la muerte y lo glorificó; de ese modo la fe y la esperanza de ustedes se dirigen a Dios.
Él me librará de toda mala partida y me salvará en su reino celeste. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos que nos permite llamar a Dios Abba, Padre.
El Espíritu atestigua a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
Esta esperanza es como un ancla firme y segura del alma, que penetra más allá de la cortina del Templo,
Indícame, Señor, tus caminos, enséñame tus sendas;
encamíname fielmente, enséñame, pues tú eres mi Dios salvador, y en ti espero todo el día
Vida cristiana Así, ya que han aceptado a Cristo Jesús como Señor, vivan unidos con él,
enraizados y cimentados en él, apoyados en la fe que les enseñaron, y dando siempre gracias a Dios.
los cuales por fe conquistaron reinos, administraron justicia, vieron cumplidas las promesas, cerraron la boca a leones,
extinguieron el ardor del fuego, evitaron el filo de la espada, se restablecieron de la enfermedad, fueron valerosos en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros.
El Señor afianza los pasos del hombre y se ocupa de sus caminos.
Aunque caiga, no quedará postrado, pues el Señor lo sujeta de la mano.
El juez y la viuda Para inculcarles que hace falta orar siempre sin cansarse, les contó una parábola:
Mi Dios, colmará todas sus necesidades según su riqueza y generosidad por medio de Cristo Jesús.
Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada.
Y me contestó: ¡te basta mi gracia!; la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto me gloriaré de mis debilidades, para que se aloje en mí el poder de Cristo.
Por eso estoy contento con las debilidades, insolencias, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
pues el Señor ama el derecho y no abandona a sus fieles, los protege siempre, pero la descendencia de los malvados, será exterminada.
Al que no hace nada, sino que se fía en el que hace justo al malvado, se le tiene en cuenta la fe para su justificación.
Porque, si mantenemos firme hasta el fin nuestra posición del principio, seremos compañeros de Cristo.
El mensaje de la reconciliación Si uno es cristiano, es una criatura nueva. Lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo.
Porque si en un tiempo eran tinieblas, ahora son luz por el Señor: vivan como hijos de la luz
-toda bondad, justicia y verdad es fruto de la luz-.
Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob: su esperanza es el Señor su Dios,
que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos; que mantiene su fidelidad perpetuamente,
El Nombre del Señor es una torre fortificada: a ella acude el honrado, y es inaccesible.
Y Dios puede colmarlos de dones, de modo que, teniendo siempre lo necesario, les sobre para hacer toda clase de obras buenas.
Examínense para comprobar si se mantienen en la fe. ¿No logran descubrir a Jesucristo en ustedes? Señal de que no han superado la prueba.
El Señor no se retrasa en cumplir su promesa, como algunos piensan, sino que tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que se pierda nadie, sino que todos se arrepientan.
voy a derramar agua sobre el suelo sediento y torrentes en la tierra seca; voy a derramar mi aliento sobre tu descendencia y mi bendición sobre tus retoños.
El Dios de la paciencia y el consuelo les conceda tener los unos para con los otros los sentimientos de Cristo Jesús,
de modo que, con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Por esa causa padezco estas cosas, pero no me siento fracasado, porque sé en quién he puesto mi confianza y estoy convencido de que puede custodiar el bien que me ha encomendado hasta el último día.
Pero no les retiraré mi lealtad ni desmentiré mi fidelidad;
no violaré mi alianza, ni cambiaré mis promesas.
¡La bondad y el amor me escoltan todos los días de mi vida! Y habitaré en la casa del Señor a lo largo de mis días.
Hijitos míos, ustedes son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo.
Por el contrario, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,
modestia, dominio propio. Frente a estas cosas no hay ley que valga,
y corro hacia la meta, hacia el premio al cual me llamó Dios desde arriba por medio de Cristo Jesús.
Esperanza de la gloria Por tanto no nos acobardamos: si nuestro exterior se va deshaciendo, nuestro interior se va renovando día a día.
A nosotros la angustia presente, que es liviana y pasajera, nos prepara una gloria perpetua que supera toda medida, ya que tenemos la mirada puesta en lo invisible, no en lo visible,
porque lo visible es pasajero, pero lo que no se ve es para siempre.
Por el contrario, viviendo en la verdad y el amor, crezcamos hasta alcanzar del todo al que es la cabeza, a Cristo.
Gracias a él, el cuerpo entero, recibe unidad y cohesión gracias a los ligamentos que lo vivifican y por la acción propia de cada miembro; así el cuerpo va creciendo y construyéndose en el amor.
Por tanto, si han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios,
piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no te retiraré mi lealtad ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor, que te quiere-.
Les digo que inmediatemante les hará justicia. Sólo que, cuando llegue el Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?
Pues si a la hierba del campo, que hoy crece y mañana la echan al horno, Dios la viste así, ¿no los vestirá mejor a ustedes, hombres de poca fe?
Con el corazón creemos para ser justos, con la boca confesamos para obtener la salvación.
Quien cree en el Hijo tiene vida eterna. Quien no cree al Hijo, no verá la vida, porque lleva encima la ira de Dios.
Porque no somos dueños de su fe -ya que en la fe se mantienen firmes-sino colaboradores que queremos aumentarles la alegría.
Al oírlo, Jesús se admiró y dijo a los que le seguían: -Les aseguro, que no he encontrado una fe semejante en ningún israelita.
Nosotros, en cambio, que somos del día, permanezcamos sobrios, revestidos con la coraza de la fe y el amor, y con el casco de la esperanza de salvación.
Les aseguro que quien oye mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no es sometido a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
Jesús, luz del mundo De nuevo les habló Jesús: -Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
el Señor da vista a los ciegos; el Señor endereza a los encorvados; el Señor ama a los honrados;
el Señor protege a los emigrantes; sustenta al huérfano y a la viuda y anula el poder de los malvados.
Por tanto, no pierdan la confianza, que ella les traerá una gran recompensa.
A ustedes les hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y obtener lo prometido.