Por tanto, también nosotros, desde el d a en que lo o mos, no cesamos de rogar por vosotros y de pedir que lleguéis a la plenitud en el conocimiento de su voluntad con toda sabidur a e inteligencia espiritual,
para que caminéis según el Se or se merece, a plena satisfacción suya, dando frutos en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios;
Y ésta es mi oración: que vuestro amor crezca más y más en conocimiento perfecto y en sensibilidad para todo,
hasta que lleguéis a discernir los valores de las cosas, para que as seáis puros e irreprochables para el d a de Cristo,
¡Paz a los hermanos, y amor, juntamente con fe, de parte de Dios Padre y del Se or Jesucristo!
¡La gracia sea con todos los que aman con voluntad inalterable a nuestro Se or Jesucristo!
Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis ni les tengáis miedo, porque Yahveh, tu Dios, va contigo y no te dejará ni te abandonará'.
para que, compartiendo la fe que tienes, se llegue a producir un perfecto conocimiento de tanto bien como hay entre nosotros, para gloria de Cristo.
Que el Se or te bendiga desde Sión, que contemples en bien Jerusalén todos los d as de tu vida,
y que veas a los hijos de tus hijos. ¡La paz sobre Israel!
Adornad al Se or, sus fieles todos, pues preserva el Se or a los leales y castiga severo a los soberbios.
Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y de paz en vuestra permanencia en la fe, a fin de que reboséis de esperanza por el poder del Esp ritu Santo.
Yo haré de ti una nación grande; te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y tú mismo serás bendición.
hacen suave su boca, de manteca, y en su seno está la guerra; lenifican sus labios, más que el óleo, y son sables desnudos.
En correspondencia, mi Dios colmará todas vuestras necesidades según su riqueza en la gloria, en Cristo Jesús.
Y Dios tiene poder para colmaros con toda clase de gracias, de suerte que, además de tener siempre lo suficiente en todo, os sobre para contribuir a toda obra buena,
Querido hermano, deseo que en todo prosperes y que tengas salud tanto f sica como espiritual.
Cuando Yahveh, tu Dios, te bendiga, como te ha dicho, prestarás a muchas naciones y tú no tendrás que tomar prestado de nadie; dominarás a numerosas naciones, y ellas no te dominarán a ti.
Yahveh te bendiga y te guarde.
Haga Yahveh resplandecer su rostro sobre ti y te otorgue su gracia.
Vuelva Yahveh su rostro hacia ti y te dé la paz.
Con ello han de alegrarse cuantos buscan tu refugio; exultarán perpetuamente de que tú los protejas, y en ti se gozarán cuantos aman tu nombre.
Y la paz de Dios, que está por encima de todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Que el Se or te bendiga desde Sión, que contemples en bien Jerusalén todos los d as de tu vida,
Porque es evidente que por la ley nadie es justificado ante Dios, ya que el justo por la fe vivirá;
Lo que yo te mando hoy es que ames a Yahveh, tu Dios, que sigas sus caminos, que guardes sus mandamientos, sus preceptos y sus normas, para que vivas y te multipliques, y Yahveh, tu Dios, te bendiga en el pa s en cuya posesión vas a entrar.
Bendiciones vienen sobre la cabeza del justo; la boca de los malos encubre violencia.
Aparec an tus palabras y yo las devoraba; tu palabra era mi gozo y la alegr a de mi corazón, pues sobre m se invocaba tu nombre, Yahveh, Dios Sebaot.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo del imp o, ni en el camino del errado se detiene, ni en la reunión de los malvados toma asiento,
sino que en la ley divina se complace y sobre ella medita, d a y noche.
Es como árbol plantado en los arroyos, que da el fruto a su tiempo y sus hojas no se secan: en todo lo que hace tiene éxito.
Conf a en Yahveh de todo corazón y no te apoyes en tu entendimiento.
En todos tus caminos reconócele y él enderezará tus senderos.
no ceso de dar gracias por vosotros y de recordaros en mis oraciones,
para que el Dios de nuestro Se or Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé esp ritu de sabidur a y de revelación en el pleno conocimiento de él;
para que, iluminados los ojos de [vuestro] corazón, sepáis cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su herencia en el pueblo santo,
Revest os, pues, como escogidos de Dios, pueblo santo y amado, de entra able misericordia, de bondad, de humildad, de comprensión, de paciencia,
no devolváis mal por mal, ni insulto por insulto, sino, al contrario, bendecid, porque para esto habéis sido llamados, para ser herederos de la bendición.
Amaos cordialmente los unos a los otros con el cálido afecto de hermanos. En cuanto a la deferencia, tened por más dignos a los demás.
Salmo. De David. El Se or es mi pastor: nada me falta.
Sobre los frescos pastos me lleva a descansar, y a las aguas tranquilas me conduce.
Él restaura mi aliento, por las veredas justas él me gu a, en gracia de su nombre.
no temas, que yo estoy contigo; no te asustes, que yo soy tu Dios. Te fortalezco y te ayudo, te sostengo con mi diestra salvadora.
Alumbre as vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
y miremos los unos por los otros, incitándonos al amor y a las buenas obras.
No abandonemos nuestras reuniones, como algunos acostumbran hacer, sino animémonos unos a otros; y esto tanto más cuanto que veis que se acerca el d a.
pero los que esperan en Yahveh cobrarán nueva fuerza, les crecerán las alas como a las águilas, correrán y no se fatigarán, andarán y no se cansarán.
Alzo mis ojos hacia las monta as, ¿de qué parte podrá llegar mi ayuda?
Mi ayuda viene del Se or, hacedor de los cielos y la tierra.
Por lo tanto, animaos mutuamente y edificaos el uno al otro, como ya lo estáis haciendo.
Sabemos, además, que en todas las cosas interviene Dios para el bien de quienes le aman, de quienes son llamados según su designio.
Por el contrario, el fruto del Esp ritu es amor, alegr a, paz, comprensión, paciencia, bondad, fidelidad,
mansedumbre, autodominio. Contra tales cosas no hay ley.
Nada hagáis por rivalidad ni por vanagloria, sino más bien con humildad. Que cada cual considere que los otros le son superiores
y no se preocupe solamente de lo suyo, sino también de lo de los otros.
el Se or lleva hasta el término mi causa. Tus favores, Se or, son para siempre: no abandones las obras de tus manos.
A aquel que tiene poder sobre todas las cosas y puede hacer incomparablemente más de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros,
a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
Porque las monta as se moverán y las colinas vacilarán, pero mi amor para contigo no se moverá y mi alianza de paz no vacilará, dice quien se apiada de ti, Yahveh.
Pues el Esp ritu que Dios nos dio no es de timidez sino de fortaleza, de amor y de autodominio.
En fin, hermanos, todo lo que hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, si hay alguna virtud o algo digno de alabanza, todo eso tenedlo como cosa propia.
Venid a m todos los que estáis rendidos y agobiados por el trabajo, que yo os daré descanso.
Cargad con mi yugo y aprended de m, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis reposo para vosotros;
porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera'.
Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que recibió, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y hallemos gracia para ser socorridos en el momento oportuno.
Y que Dios, fuente de constancia y de consuelo, os conceda tener entre vosotros un mismo sentir, de acuerdo con Cristo Jesús,
a fin de que, unánimemente y a una sola voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Se or Jesucristo.
Y ésta es la plena confianza que tenemos en él: que si pedimos algo según su voluntad, nos oye.
Y si sabemos que nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido.
Bendito Dios, Padre de nuestro Se or Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en el cielo, en Cristo,
Te guiará Yahveh continuamente y saciará en eriales tu apetito; rejuvenecerá tus huesos; y serás como jard n regado, como hontanar de aguas, cuya vena nunca falla.
con la firme esperanza de que el que empezó entre vosotros la obra buena, la irá llevando a su término hasta el d a de Cristo Jesús.
De modo que, si alguno está en Cristo es una nueva criatura. Lo viejo pasó. Ha empezado lo nuevo.
Mi carne y mis entra as se consumen, mas el Se or es para siempre mi roca y mi porción.
El Dios de toda gracia, el que os llamó a su eterna gloria en Cristo después que hayáis padecido un poco, os restablecerá, confirmará, robustecerá y hará inconmovibles.
Por lo tanto, os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestras propias personas como v ctima viva, santa, agradable a Dios; sea éste vuestro culto espiritual.
No os amoldéis a las normas del mundo presente, sino procurad transformaros por la renovación de la mente, a fin de que logréis discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo agradable, lo perfecto.
Si, pues, habéis sido resucitados juntamente con Cristo, buscad lo de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
Aspirad a lo de arriba, no a lo de la tierra;
Ved qué gran amor nos ha dado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por eso no os conoce el mundo, porque no lo conoció a él.
As, pues, también nosotros, rodeados de tan gran nube de testigos, arrojemos todo lastre y el pecado que nos acosa y corramos con constancia la carrera que se nos presenta,
fija nuestra mirada en el jefe iniciador y consumador de la fe: Jesús. El cual, a la vista de la dicha que se le presentaba, soportó la cruz, sin tomar en cuenta la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.
¿Pretendo acaso ahora ganarme el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O intento agradar a los hombres? Si todav a tratara de agradar a los hombres, no ser a siervo de Cristo.
Si pasas por las aguas, contigo estoy, si por los r os, no te anegarán; si andas por el fuego, no te quemarás y la llama no te abrasará.
Al recordarme de ello, mi alma se derrama en mi interior. Me uniré con el pueblo, lo guiaré hacia la casa del Se or, entre voces de alegr a y alabanzas de multitud en fiesta.
a saber, correr hacia la meta, para ganar el premio al que Dios nos llama arriba en Cristo Jesús.
Porque el pecado no tendrá ya dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
pues siete veces cae el justo y se levanta, mientras los malvados sucumben a la miseria.
Sin tregua me quebrantan mis esp as, numerosos, encrestados, me hacen guerra.
El d a en que temiere, me confiaré a ti.
Que as dice el Se or Yahveh, el Santo de Israel: 'En la conversión y en la calma seréis salvados; en la quietud y en la confianza estará vuestra fuerza'. Pero no quisisteis,
Pues, según está escrito: Lo que el ojo no vio ni el o do oyó, ni el corazón humano imaginó, eso preparó Dios para los que le aman.
Yo estoy contigo: te guardaré dondequiera que vayas, y te haré regresar a esta tierra. Porque no te dejaré hasta que haya realizado lo que te he dicho'.
Tú, en efecto, formaste mis entra as, me tejiste en el seno de mi madre.
Yo te alabo por temible y admirable: tus obras son maravillosas. Tú conoces el fondo de mi alma,
Del director. De David. Salmo. Tú me escrutas, Se or, y me conoces:
me siente o me levante, tú lo sabes desde lejos descubres mis ideas;
As, pues, ya comáis ya bebáis, ya hagáis cualquiera otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
El esp ritu de Yahveh está sobre m, pues Yahveh me ha ungido. Para dar la buena nueva a los humildes me envió, para vendar los corazones quebrantados, para proclamar a los cautivos libertad, a los prisioneros amnist a,
El Se or es mi fortaleza, él mi escudo, en él espero y él me ayuda: mi corazón se regocija y con mi canto le doy gracias.
As, pues, habiendo sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Se or Jesucristo,
Cristo nos liberó para que vivamos en libertad. Manteneos, pues, firmes; y no os dejéis sujetar de nuevo al yugo de la esclavitud.
Por lo demás, hermanos, éste es nuestro ruego y nuestra exhortación en el Se or Jesús: que ya que aprendisteis de nosotros de qué manera debéis portaros para agradar a Dios, que os portéis as y as sigáis progresando más y más.
El que mora al abrigo del Alt simo y a la sombra del Omnipotente se aposenta,
puede al Se or decir: '¡Mi refugio y fortaleza, mi Dios, en quien conf o!'.