Canto gradual. De Salomón. Si no fuera el Se or quien construye la casa, inútilmente se afanan los canteros; si no fuera el Se or quien custodia la ciudad, inútilmente vigilan los guardianes.
Queden grabadas en tu corazón estas palabras que yo te mando hoy. Las inculcarás a tus hijos y se las recitarás cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino, cuando estés acostado y cuando estés levantado. Las atarás como se al en tu mano y serán como un signo entre tus ojos. Y las escribirás en las jambas de la entrada de tu casa y en tus puertas.
Para ti el Se or es un refugio y al Alt simo tienes por defensa. Ningún mal te alcanzará ni plaga alguna tocará tu tienda,
Se lo anunciaron al rey David, diciéndole: 'Yahveh ha bendecido la casa de Obededón y todo lo suyo a causa del arca de Dios'. Fue entonces David y trasladó el arca de Dios desde la casa de Obededón a la ciudad de David en medio de un gran júbilo.
Tomarás el óleo de la unción y ungirás con él el santuario y cuanto hay en él. Lo consagrarás, con todos sus accesorios, y será santo.
La gloria de este segundo templo será mayor que la del primero - dice Yahveh Sebaot -, y en este lugar daré la paz' - oráculo de Yahveh Sebaot -.
Lo estableceré para siempre en mi casa y en mi reino, y su trono quedará consolidado para siempre''.
mientras dec a: 'Escrito está: Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en guarida de ladrones'.
En resumen, todo aquel que oye estas palabras m as y las pone en práctica se parecerá al hombre sensato que construyó su casa sobre la roca.
Amarás a Yahveh, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Queden grabadas en tu corazón estas palabras que yo te mando hoy. Las inculcarás a tus hijos y se las recitarás cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino, cuando estés acostado y cuando estés levantado. Las atarás como se al en tu mano y serán como un signo entre tus ojos. Y las escribirás en las jambas de la entrada de tu casa y en tus puertas.
Pero si os parece mal servir a Yahveh, escoged a quién habéis de servir: a los dioses a los que sirvieron vuestros antepasados al otro lado del r o, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Yo y mi casa serviremos a Yahveh'.
Mas ningún arma forjada contra ti tendrá éxito, y toda lengua que se alce contra ti en juicio la declararás culpable. Ésta es la herencia de los siervos de Yahveh, y las victorias que les concedo - dice Yahveh -.
hasta vuestra vejez yo seré el mismo, hasta vuestras canas yo os sostendré; yo mismo lo hice y yo os llevaré, yo os sostendré y os salvaré.
El que mora al abrigo del Alt simo y a la sombra del Omnipotente se aposenta, puede al Se or decir: '¡Mi refugio y fortaleza, mi Dios, en quien conf o!'.
Pondré en movimiento a todas las naciones, vendrán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria este templo - dice Yahveh Sebaot -.
Canto gradual. Dichosos los que temen al Se or y van por sus caminos. Cuando comes del fruto de tus manos dichoso tú y afortunado. Tu mujer, como la parra fértil en los muros de tu casa; tus hijos, como vástagos de olivo en torno de tu mesa. Tal es la recompensa del que teme al Se or.
El Se or me rescatará de todo mal y me salvará para su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
As, pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que compart s la ciudadan a del pueblo santo y sois de la familia de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo Jesús, en el cual toda construcción, bien ajustada, crece hasta formar un templo santo en el Se or; en el cual también vosotros sois edificados juntamente, hasta formar el edificio de Dios en el Esp ritu.
d gnate ahora bendecir la casa de tu siervo para que permanezca por siempre ante tu presencia, pues eres tú, mi Se or Yahveh, el que has hablado, y por tu bendición será bendita por siempre la casa de tu siervo'.
Porque yo sé los planes que tengo trazados acerca de vosotros - oráculo de Yahveh -, planes de bienestar y no de desgracia, de daros un porvenir y una esperanza.
Y la paz de Dios, que está por encima de todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Y que la paz de Cristo ponga orden como árbitro en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Sed agradecidos.
Sólo bien y favor me van siguiendo todos los d as de mi vida. Mi morada es la casa del Se or por los d as de los d as.
pues ahora he elegido y santificado este templo para que mi nombre more en él por siempre, y mis ojos y mi corazón estarán en él todos los d as.
Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y de paz en vuestra permanencia en la fe, a fin de que reboséis de esperanza por el poder del Esp ritu Santo.
Entrad por sus portales con acción de gracias, con alabanzas por sus atrios; rendidle honor y bendecid su nombre,
Al entrar en la casa, dirigidle el saludo de paz. Si la casa lo merece, descienda vuestra paz sobre ella; pero si no lo merece, vuélvase a vosotros vuestra paz.
La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza: ense aos y amonestaos mutuamente con toda sabidur a; cantad en vuestros corazones a Dios, con gratitud, salmos, himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo en nombre del Se or Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
La sangre será en vuestras casas la se al que distinguirá los lugares donde moráis. Al ver yo la sangre, pasaré de largo, y no habrá entre vosotros plaga de exterminio cuando yo hiera la tierra de Egipto.
Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que recibió, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
de todo mal él te preserva y protege tu vida. El Se or guarda tus idas y venidas, desde ahora, para siempre.
Que te sean aceptos los dichos de mi boca y mi meditación. Tú, Se or, eres mi roca, tú, mi redentor.
Con sabidur a se construye una casa, con inteligencia se consolida; Con prudencia se llena la despensa de todo bien precioso y codiciable.
Amarás a Yahveh, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Queden grabadas en tu corazón estas palabras que yo te mando hoy. Las inculcarás a tus hijos y se las recitarás cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino, cuando estés acostado y cuando estés levantado.
como yo vea que mi pueblo, sobre el que es invocado mi nombre, se humilla y ora, busca mi faz y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y traeré la salud a su tierra.
Le saturas los surcos de humedad y le allanas la gleba; con chubascos la ablandas y bendices sus gérmenes.
Porque donde están dos o tres congregados para invocar mi nombre, all estoy yo entre ellos'.
Ningún mal te alcanzará ni plaga alguna tocará tu tienda, pues él manda a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos.
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