La Biblia Online

Anuncios


Toda la Biblia A.T. N.T.




Hechos 10:14 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

―¡De ninguna manera, Señor! —respondió Pedro—. Jamás he comido algo impuro o prohibido por nuestra Ley.

Ver Capítulo
Mostrar Biblia Interlineal

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.

Ver Capítulo

Biblia Nueva Traducción Viviente

—No, Señor —dijo Pedro—. Jamás he comido algo que nuestras leyes judías declaren impuro e inmundo.

Ver Capítulo

Biblia Católica (Latinoamericana)

Pedro contestó: '¡De ninguna manera, Señor! Jamás he comido nada profano o impuro.

Ver Capítulo

La Biblia Textual 3a Edicion

Pero Pedro dijo: De ningún modo, Señor; porque ninguna cosa común e inmunda comí jamás.

Ver Capítulo

Biblia Serafín de Ausejo 1975

'De ninguna manera, Señor -respondió Pedro-, nunca he comido yo nada profano o impuro'.

Ver Capítulo

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.

Ver Capítulo
Otras versiones



Hechos 10:14
19 Referencias Cruzadas  

Lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca, sino lo que sale de ella.


Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo: ―¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!


“No —respondieron estas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite y compren para ustedes mismas”.


Un hombre que estaba enfermo de lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. ―Señor, si quieres, puedes sanarme —le dijo.


Entonces vieron a algunos de sus discípulos que comían con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado.


su madre se opuso. ―¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan.


La mujer le dijo: ―Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo. ¿De dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida?


―Levántate, Pedro; mata y come —le dijo una voz.


Entonces les habló así: ―Ustedes saben muy bien que nuestra Ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha hecho ver que no debo rechazar a nadie ni llamarlo impuro.


“¿Quién eres, Señor?”, pregunté. “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”, me contestó él.


―¿Quién eres, Señor? —preguntó. ―Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—.