Biblia Todo Logo
La Biblia Online
- Anuncios -





Hechos 10:28 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

28 Entonces les habló así: ―Ustedes saben muy bien que nuestra Ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha hecho ver que no debo rechazar a nadie ni llamarlo impuro.

Ver Capítulo Copiar


Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

28 Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo;

Ver Capítulo Copiar

Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Pedro les dijo: —Ustedes saben que va en contra de nuestras leyes que un hombre judío se relacione con gentiles o que entre en su casa; pero Dios me ha mostrado que ya no debo pensar que alguien es impuro o inmundo.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Católica (Latinoamericana)

28 les dijo: 'Ustedes saben que no está permitido a un judío juntarse con ningún extranjero ni entrar en su casa. Pero a mí me ha manifestado Dios que no hay que llamar profano a ningún hombre ni considerarlo impuro.

Ver Capítulo Copiar

La Biblia Textual 3a Edicion

28 y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío reunirse o asociarse con un extranjero, pero Dios me ha mostrado que no llame común o inmundo a ningún hombre.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 a los cuales dijo: 'Vosotros sabéis que está prohibido a un judío juntarse o acercarse a un extranjero; sin embargo, Dios me ha hecho ver que a ningún hombre se le debe considerar profano o impuro.

Ver Capítulo Copiar




Hechos 10:28
15 Referencias Cruzadas  

Entonces vieron a algunos de sus discípulos que comían con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado.


El fariseo, puesto en pie y a solas, oraba: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres. No soy como los ladrones, los malhechores y los adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos.


Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo se contaminarían ritualmente y no podrían comer la Pascua.


En esto llegaron sus discípulos y se sorprendieron de verlo hablando con una mujer, aunque ninguno le preguntó: «¿Qué pretendes?» o «¿De qué hablas con ella?».


Pero, como los judíos nada usan en común con los samaritanos, la mujer le respondió: ―¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana?


Por eso, cuando mandaron por mí, vine sin dudar. Ahora permítanme preguntarles: ¿para qué me hicieron venir?


Por segunda vez insistió la voz del cielo: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro”.


Síguenos en:

Anuncios


Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos