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Hebreos 12:3 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Así pues, piensen en aquel que soportó tanta oposición por parte de los pecadores. Si hacen esto, no se cansarán ni perderán el ánimo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Piensen en Jesús, que sufrió tantas contradicciones de parte de gente mala, y no les faltarán las fuerzas ni el ánimo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Considerad pues al que soportó tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo° no se canse y desfallezca,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Fijaos bien en él, que soportó tamaña oposición por parte de los pecadores, para que no os canséis ni perdáis ánimos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Considerad, pues, a Aquél que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que no os fatiguéis ni desmayen vuestras mentes.

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Otras versiones



Hebreos 12:3
46 Referencias Cruzadas  

Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un glotón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores”. Pero, la sabiduría demuestra ser buena por sus resultados».


Pero, al oírlo los fariseos, dijeron: «Este no echa fuera a los demonios sino por medio de Beelzebú, príncipe de los demonios».


―¿Por qué tus discípulos no respetan las costumbres de los antepasados? ¡Comen sin lavarse las manos!


Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los líderes del pueblo. ―¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?


Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente, porque esta lo consideraba un profeta.


Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras.


Un día Jesús fue a comer a casa de un líder de los fariseos. Era sábado, así que estos estaban vigilando a Jesús.


Al ver esto, los fariseos y los maestros de la Ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».


Los fariseos oían todo y se burlaban de Jesús, porque les encantaba el dinero.


Simeón les dio su bendición y le dijo a María, la madre de Jesús: «Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel. Va a crear mucha oposición,


Los maestros de la Ley y los fariseos comenzaron a pensar: «¿Quién es este que ofende a Dios? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».


Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?».


Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo: ―¿Así contestas al sumo sacerdote?


Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía tales cosas en sábado.


Entre la gente corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona». Otros decían: «No, él engaña a la gente».


―Tú te presentas como tu propio testigo —dijeron los fariseos—, así que tu testimonio no es válido.


―¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! —dijeron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas murieron. Pero tú sales diciendo que, si alguno guarda tu palabra, nunca morirá.


Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas. Pero Jesús se escondió y salió del Templo sin que lo vieran.


Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: ―¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?


Por lo tanto, mis queridos hermanos en la fe, sigan confiando en el Señor, cada vez con más fuerza. Sigan trabajando para el Señor cada vez más y más, recordando que su trabajo para él tiene un gran valor.


Por esto, ya que por la misericordia de Dios se nos permite servirle, no nos desanimamos.


Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nuestro cuerpo se va gastando, por dentro nuestra fuerza se va renovando día tras día.


No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no nos damos por vencidos, a su debido tiempo Dios nos dará recompensa.


Ustedes, hermanos en la fe, no se cansen de hacer el bien.


Fijemos la mirada en la meta, que es Jesús, quien nos dio y perfeccionó nuestra fe. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ella significaba. Y ahora está sentado en el sitio de más honor, al lado derecho del trono de Dios.


Han olvidado las palabras de aliento que Dios da a sus hijos: «Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te castigue.


Hermanos en la fe, Dios los ha llamado a ustedes para que formen parte de su pueblo santo. Por eso, pongan su atención en Jesús, a quien reconocemos como apóstol y sumo sacerdote.


Cuando lo insultaban, no respondía con insultos. Cuando lo hacían sufrir, no amenazaba, sino que dejaba todo en manos de Dios, que juzga con justicia.


Te has mantenido fiel, has sufrido por hablar de mí, y no te has desanimado.