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1 Timoteo 1:14 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Pero el amor de nuestro Señor fue grande. No merezco ese amor, pero él me dio la fe y el amor que hay en Cristo Jesús.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

¡Oh, qué tan generoso y lleno de gracia fue el Señor! Me llenó de la fe y del amor que provienen de Cristo Jesús.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

y la gracia de nuestro Señor vino sobre mí muy abundante junto con la fe y el amor cristiano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero la gracia de nuestro Señor sobreabundó con la fe y el amor que hay en Jesús el Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

y la gracia de nuestro Señor, con la fe y amor que hay en Cristo Jesús, se desbordaron sobre mí.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.

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Otras versiones



1 Timoteo 1:14
25 Referencias Cruzadas  

Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día.


¡No puede ser! Más bien, como ellos, creemos que somos salvos por el inmerecido amor de nuestro Señor Jesús.


Muy pronto el Dios de paz derrotará a Satanás y lo dejará bajo el poder de ustedes. Que el amor inmerecido de nuestro Señor Jesús sea con ustedes.


Pero soy apóstol gracias al amor de Dios, aunque no merezco ese amor. Ese amor por mí ha dado resultados, pues he trabajado con más fuerza que los demás apóstoles. Sin embargo, reconozco que no soy yo quien lo ha logrado. Ha sido obra de Dios, quien me ha amado sin yo merecerlo.


Aunque yo no lo merecía, Dios me dio el trabajo de maestro constructor. Así que mi enseñanza fue como el fundamento, y otro vino a construir sobre él. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye la fe de los demás.


Le pido al Señor Jesucristo que les permita gozar de su inmerecido amor. A Dios le pido que los trate con amor y al Espíritu Santo le ruego que los acompañe siempre.


Todo esto es por el bien de ustedes. Es para que el amor inmerecido de Dios llegue a más y más personas. Así muchos darán gracias a Dios y le darán la gloria a él.


Ya conocen el gran amor que les tiene nuestro Señor Jesucristo. No lo merecían, pero él, aunque era rico, se hizo pobre para ayudarlos. Lo hizo para que, por medio de su pobreza, ustedes llegaran a ser ricos.


Ustedes ya saben cómo era yo cuando pertenecía a la religión judía. Yo perseguía con furia a la iglesia de Dios, tratando de destruirla.


Recordamos delante de Dios, nuestro Padre, todo lo que hacen por medio de la fe y el trabajo que realizan por amor. No olvidamos la firmeza con que continúan confiando en la salvación que nuestro Señor Jesucristo les dará.


A nosotros, en cambio, nos interesa, por eso vivimos alertas, como si todo el tiempo fuera de día, siempre viéndolo todo con claridad. Vivimos protegidos por la fe y el amor, como con una coraza protectora. Nuestra seguridad en la salvación nos protege como un casco protege la cabeza.


Pero la mujer se salvará siendo madre y manteniendo su fe en Cristo, y si continúa mostrando amor y santidad.


Que nadie te rechace por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar y de actuar. Que sigan tu ejemplo de amor, fe y santidad.


Tú, en cambio, eres un hombre al servicio de Dios. Huye de todo eso y esfuérzate en hacer lo que es justo, en amar a Dios, en tener fe, en amar a los demás, en ser paciente y humilde.


Sigue el ejemplo que te he dado enseñando la verdad que de mí aprendiste. No dejes de confiar y amar a Cristo Jesús.


Eres joven, no dejes que los malos deseos que se dan a tu edad te dominen. Esfuérzate en hacer lo que es justo, en fortalecer tu fe, en amar a los demás y en estar en paz. Vive todo eso junto con los que oran al Señor con toda sinceridad.


A los ancianos, enséñales que sean serios, respetables y que piensen bien las cosas. Que tengan una fe sincera, que amen a los demás y tengan paciencia.


¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nuevas personas y nos ha dado seguridad de que recibiremos sus promesas. Es como si nos hubiera hecho nacer de nuevo, y eso lo hizo por medio de la resurrección de Jesucristo.


En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros. Por eso envió a su Hijo. Lo envió para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.


Le pido al Señor Jesús que les permita a todos gozar de su amor inmerecido. Amén.