Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un cobrador de impuestos.
Mateo 10:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Biblia Nueva Traducción Viviente Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo (el cobrador de impuestos), Santiago (hijo de Alfeo), Tadeo, Biblia Católica (Latinoamericana) Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo;' La Biblia Textual 3a Edicion Felipe y Bartolomé,° Tomás y Mateo el publicano, Jacobo, el de Alfeo,° y Tadeo;° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano, Santiago, el de Alfeo, y Tadeo; Biblia Reina Valera Gómez (2023) Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano; Jacobo el hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo, |
Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un cobrador de impuestos.
Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y también la madre de los hijos de Zebedeo.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme» —dijo Jesús. Y Mateo se levantó y lo siguió.
Algunas mujeres miraban desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago, el menor, y de José y Salomé.
Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme» —dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió.
Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Zelote
«Dos hombres subieron al Templo a orar; uno era fariseo, y el otro, recaudador de impuestos.
El fariseo, puesto en pie y a solas, oraba: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni como ese recaudador de impuestos.
En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”.
Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era rico.
Después de esto salió Jesús y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba. «Sígueme» —dijo Jesús.
—¿De dónde me conoces? —preguntó Natanael. Jesús respondió: —Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.
Entonces Tomás, apodado el Gemelo, dijo a los otros discípulos: —Vayamos también nosotros para morir con él.
Judas (no el Iscariote) le dijo: —¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros y no al mundo?
Dijo entonces Tomás: —Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?
Jesús le contestó: —¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que apodaban el Gemelo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago.
Con la mano Pedro hizo señas de que se callaran y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. —Cuéntenles esto a Santiago y a los hermanos —dijo. Luego salió y se fue a otro lugar.
Al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Santiago; todos los líderes religiosos estaban presentes.
No vi a ningún otro de los apóstoles; solo vi a Santiago, el hermano del Señor.
En efecto, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los no judíos y ellos a los judíos.
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo: Saludos.
Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los llamados, que son amados por Dios el Padre y guardados por Jesucristo: