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Lucas 18:13 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

13 En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 »En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: 'Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero el publicano, a distancia, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios, sé propicio a mí, pecador!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 En cambio, el publicano se quedó a distancia y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Oh Dios! Ten misericordia de mí, que soy pecador'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

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Lucas 18:13
45 Referencias Cruzadas  

—¡He pecado contra el Señor! —reconoció David ante Natán. —El Señor ha perdonado ya tu pecado y no morirás —contestó Natán—.


Su oración y la respuesta que recibió, como también todos sus pecados y rebeldías, los sitios donde erigió altares paganos y colocó las imágenes de la diosa Aserá y de otros ídolos, lo cual hizo antes de su humillación, todo esto está escrito en las crónicas de Jozay.


Pero a diferencia de su padre Manasés, no se humilló ante el Señor, sino que multiplicó su culpa.


y dije en oración: «Dios mío, estoy avergonzado y humillado como para levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo.


Por tanto, me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza».


Hemos pecado, lo mismo que nuestros antepasados; hemos hecho lo malo y actuado con iniquidad.


Envíame, Señor, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa.


así tú, Israel, espera al Señor, porque en él hay amor inagotable; en él hay plena redención.


Por amor a tu nombre, Señor, perdona mi gran iniquidad.


Olvida los pecados y las transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno.


Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo contarlos. Me han alcanzado mis iniquidades y ya ni puedo ver. Son más que los cabellos de mi cabeza y mi corazón desfallece.


Yo he dicho: «Señor, ten piedad de mí; sáname, pues contra ti he pecado».


Cuando los israelitas veían que la columna de nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se postraban a la entrada de su tienda de campaña y adoraban.


«Vengan, pongamos las cosas en claro», dice el Señor. «Aunque sus pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como la lana.


Entonces grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los Ejércitos».


Fue mi mano la que hizo todas estas cosas; fue así como llegaron a existir», afirma el Señor. «Yo estimo a los pobres y contritos de espíritu, a los que tiemblan ante mi palabra.


Cuando yo te perdone por todo lo que has hecho, tú te acordarás de tu maldad, te avergonzarás y en tu humillación no volverás a jactarte, afirma el Señor y Dios”».


Hemos pecado y hecho lo malo; hemos sido malvados y rebeldes; nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus leyes.


Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;


»Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa.


Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.


Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo perdone a ustedes sus ofensas.


Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres que tenían enferma la piel. Como se habían quedado a cierta distancia,


Entonces se separó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar:


Entonces los que se habían reunido para presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el pecho.


Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador!


Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer?


Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.


Fíjense en lo que ha producido en ustedes esta tristeza que proviene de Dios: ¡qué empeño, qué afán por disculparse, qué indignación, qué temor, qué anhelo, qué preocupación, qué disposición para ver que se haga justicia! En todo han demostrado su inocencia en este asunto.


Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.


Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente.


Yo perdonaré sus iniquidades y nunca más me acordaré de sus pecados».


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