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Juan 1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022


El Verbo se hizo hombre

1 En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

2 Él estaba con Dios en el principio.

3 Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir.

4 En él estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad.

5 Esta luz resplandece en la oscuridad y la oscuridad no ha podido apagarla.

6 Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió

7 como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran.

8 Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.

9 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.

10 El que era la luz ya estaba en el mundo y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.

11 Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron.

12 Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios.

13 Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.

14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y contemplamos su gloria, la gloria que corresponde al Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

15 Juan dio testimonio de él y a voz en cuello proclamó: «Este es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí, porque existía antes que yo”».

16 De su plenitud todos recibimos gracia sobre gracia,

17 pues la Ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.


Juan el Bautista niega ser el Cristo

18 A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo único, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

19 Este es el testimonio de Juan cuando los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a preguntarle quién era.

20 No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza: —Yo no soy el Cristo.

21 —¿Quién eres entonces? —le preguntaron—. ¿Acaso eres Elías? —No lo soy. —¿Eres el profeta? —No lo soy.

22 —Entonces, ¿quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?

23 Juan respondió con las palabras del profeta Isaías: —“Yo soy la voz de uno que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino para el Señor’ ”.

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos.

25 Ellos preguntaron: —Pues, si no eres el Cristo ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?

26 Juan respondió: —Yo bautizo con agua, pero entre ustedes hay alguien a quien no conocen

27 y que viene después de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias.


Jesús, el Cordero de Dios

28 Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.

29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

30 De este hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo”.

31 Yo ni siquiera lo conocía, pero para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua».

32 Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él.

33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo”.


Los primeros discípulos de Jesús

1:40-42 – Mt 4:18-22; Mr 1:16-20; Lc 5:2-11

34 Yo lo he visto y por eso testifico que este es el Hijo de Dios».

35 Al día siguiente, Juan estaba de nuevo allí con dos de sus discípulos.

36 Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo: —¡Aquí tienen al Cordero de Dios!

37 Cuando los dos discípulos lo oyeron decir esto, siguieron a Jesús.

38 Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les preguntó: —¿Qué buscan? —Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa “Maestro”.)

39 —Vengan a ver —contestó Jesús. Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba. Ese mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde.

40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan, había seguido a Jesús.

41 Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías —es decir, el Cristo.


Jesús llama a Felipe y a Natanael

42 Luego lo llevó a Jesús, quien lo miró y dijo: —Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas —es decir, Pedro.

43 Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y lo llamó: «Sígueme».

44 Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro.

45 Felipe buscó a Natanael y le dijo: —Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la Ley y de quien escribieron los profetas.

46 —¡De Nazaret! —respondió Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno? —Ven a ver —contestó Felipe.

47 Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero israelita en quien no hay falsedad.

48 —¿De dónde me conoces? —preguntó Natanael. Jesús respondió: —Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.

49 —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.

50 Jesús le dijo: —¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aún cosas más grandes que estas!

51 Y añadió con firmeza: —Les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

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