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Lucas 5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022


Llamamiento de los primeros discípulos

5:1-11 – Mt 4:18-22; Mr 1:16-20; Jn 1:40-42

1 Un día estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret y la gente lo apretujaba para escuchar el mensaje de Dios.

2 Entonces vio dos barcas que los pescadores habían dejado en la playa mientras lavaban las redes.

3 Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le pidió que la alejara un poco de la playa. Luego se sentó, y enseñaba a la gente desde la barca.

4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: —Lleva la barca hacia aguas más profundas y echen allí las redes para pescar.

5 —Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —contestó Simón—. Pero, como tú me lo mandas, echaré las redes.

6 Así lo hicieron y recogieron una cantidad tan grande de peces que las redes se les rompían.

7 Entonces llamaron por señas a sus compañeros de la otra barca para que los ayudaran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas que comenzaron a hundirse.

8 Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador!

9 Es que él y todos sus compañeros estaban asombrados ante la pesca que habían hecho,

10 como también lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. —No temas, desde ahora serás pescador de hombres —dijo Jesús a Simón.


Jesús sana a un enfermo de la piel

5:12-14 – Mt 8:2-4; Mr 1:40-44

11 Así que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

12 En otra ocasión, cuando Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre con su piel toda enferma. Al ver a Jesús, cayó rostro en tierra y suplicó: —Señor, si quieres, puedes limpiarme.

13 Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante desapareció la enfermedad.

14 —No se lo digas a nadie —ordenó Jesús—; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

15 Sin embargo, la fama de Jesús se extendía cada vez más, de modo que acudían a él multitudes para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.


Jesús sana a un paralítico

5:18-26 – Mt 9:2-8; Mr 2:3-12

16 Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar.

17 Un día, mientras enseñaba, estaban sentados allí algunos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para sanar a los enfermos.

18 Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a un paralítico. Procuraron entrar para ponerlo delante de Jesús,

19 pero no pudieron a causa de la multitud. Así que subieron a la azotea y separando las tejas, lo bajaron en la camilla hasta ponerlo en medio de la gente, frente a Jesús.

20 Al ver la fe de ellos Jesús dijo: —¡Amigo, tus pecados quedan perdonados!

21 Los maestros de la Ley y los fariseos comenzaron a pensar: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».

22 Pero Jesús supo lo que estaban pensando y les dijo: —¿Por qué razonan así?

23 ¿Qué es más fácil, decirle: “Tus pecados quedan perdonados” o decirle: “Levántate y anda”?

24 Pues, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

25 Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado acostado y se fue a su casa alabando a Dios.


Llamamiento de Leví

5:27-32 – Mt 9:9-13; Mr 2:14-17

26 Todos quedaron asombrados y ellos también alababan a Dios. Estaban llenos de temor y decían: «Hoy hemos visto maravillas».

27 Después de esto salió Jesús y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba. «Sígueme» —dijo Jesús.

28 Y Leví se levantó, lo dejó todo y lo siguió.

29 Luego Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y había allí un grupo numeroso de recaudadores de impuestos y otras personas que estaban comiendo con ellos.

30 Pero los fariseos y los maestros de la Ley que eran de la misma secta reclamaban a los discípulos de Jesús: —¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores?

31 —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos —contestó Jesús—.


Preguntan a Jesús sobre el ayuno

5:33-39 – Mt 9:14-17; Mr 2:18-22

32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.

33 Algunos dijeron a Jesús: —Los discípulos de Juan ayunan y oran con frecuencia, lo mismo que los discípulos de los fariseos, pero los tuyos se la pasan comiendo y bebiendo.

34 Jesús replicó: —¿Acaso pueden obligar a los invitados del novio a que ayunen mientras él está con ellos?

35 Llegará el día en que se les quitará el novio; en aquellos días sí ayunarán.

36 Les contó esta parábola: —Nadie quita un retazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De hacerlo así, habrá rasgado el vestido nuevo y el retazo nuevo no hará juego con el vestido viejo.

37 Ni echa nadie vino nuevo en recipientes de cuero viejo. De hacerlo así, el vino nuevo hará reventar el cuero, se derramará el vino y los recipientes se arruinarán.

38 Más bien, el vino nuevo debe echarse en recipientes de cuero nuevo.

39 Y nadie que haya bebido vino añejo quiere el nuevo, porque dice: “El añejo es mejor”.

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