Detesto la vida, porque me hast a cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar viento.
Juan 12:25 - Biblia Castilian 2003 El que ama su vida la pierde y el que odia su vida en este mundo la conservará para vida eterna. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Biblia Nueva Traducción Viviente Los que aman su vida en este mundo la perderán. Los que no le dan importancia a su vida en este mundo la conservarán por toda la eternidad. Biblia Católica (Latinoamericana) El que ama su vida la destruye; y el que desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. La Biblia Textual 3a Edicion El que ama su vida, la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para vida eterna.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 El que ama su vida la pierde y el que odia su vida en este mundo la conservará para vida eterna. Biblia Reina Valera Gómez (2023) El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. |
Detesto la vida, porque me hast a cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar viento.
El que haya encontrado su vida, la perderá; y el que haya perdido su vida por mi causa, la encontrará.
Pues quien quiera poner a salvo su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por m, la encontrará.
Y todo aquel que por mi nombre haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o campos, recibirá mucho más y heredará vida eterna.
Pues quien quiera poner a salvo su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por m y por el evangelio, la pondrá a salvo.
'Si alguno viene a m y no aborrece a su padre y a su madre, a la mujer y a los hijos, a los hermanos y a las hermanas, y más aún, incluso a s mismo, no puede ser mi disc pulo.
EI que pretenda conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Pero yo en nada estimo la vida, que sólo considero valiosa para terminar mi carrera y el ministerio que recib del Se or Jesús de anunciar el evangelio de la gracia de Dios.
Respondió entonces Pablo: '¿Qué hacéis llorando y partiéndome el corazón? Estoy dispuesto no sólo a dejarme atar, sino a morir en Jerusalén por el nombre del Se or Jesús'.
Hubo mujeres que recuperaron, resucitados, a sus muertos. Otros fueron sujetos a torturas mortales, pero renunciaron a la liberación para obtener una resurrección superior.
Pero ellos lo han vencido por la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron, pues no amaron su vida tanto que rehuyeran la muerte.