Eclesiastés 2 - Biblia Castilian 20031 Entonces me dije: '¡Voy a probar la alegr a, a gustar el placer!'. Pero también eso es vanidad. 2 De la risa dije: '¡Locura!', y del placer: '¿Para qué sirve?'. 3 Procuré regalar mi cuerpo con el vino, aunque sin apartar mi corazón de la sabidur a, y entregarme a la disipación para saber en qué consiste la dicha de los mortales, lo que hacen bajo el cielo durante los d as contados de su vida. 4 Emprend grandes obras: me edifiqué palacios, planté vi edos, 5 me hice huertos y jardines y planté en ellos toda suerte de árboles frutales; 6 me constru estanques para regar la frondosa plantación. 7 Compré siervos y siervas; otros nacieron en mi casa. Pose ganado mayor y menor en abundancia, más que cuantos me precedieron en Jerusalén. 8 Amontoné plata y oro, tesoros de reyes y provincias. Me procuré cantores y cantoras, todo placer humano y no pocas mujeres. 9 Fui elevándome hasta superar a cuantos me precedieron en Jerusalén, apoyado en mi sabidur a. 10 Nada rehusé a los deseos de mis ojos. No privé de goce alguno a mi corazón; porque mi corazón disfrutaba en todos mis esfuerzos, y ésa era la paga de todas mis fatigas. 11 Luego he reflexionado sobre todas las obras que hicieron mis manos y las fatigas que en ellas hab a puesto, y veo que todo es vanidad y atrapar viento: no existe provecho bajo el sol. 12 He meditado sobre la sabidur a, la locura y la necedad, como hombre que recorre un camino que ya otros recorrieron. 13 Y veo que la sabidur a supera a la necedad cuanto la luz a las tinieblas. 14 El sabio va con los ojos abiertos, el necio camina en la oscuridad. Pero advierto que una misma es la suerte de ambos. 15 Y me dije: 'Si me aguarda la misma suerte del necio, ¿de qué sirve ser sabio?'. Y he concluido que también eso es vanidad. 16 Porque del sabio, lo mismo que del necio, no habrá recuerdo duradero: con el paso del tiempo, todo es olvidado. S; el sabio muere lo mismo que el necio. 17 Detesto la vida, porque me hast a cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar viento. 18 Detesto cuanto yo mismo hice bajo el sol, porque habré de dejarlo a mi sucesor. 19 ¿Quién sabe si será sabio o necio? Lo cierto es que será due o de todo mi trabajo, al que dediqué las fatigas y los desvelos de mi vida. También eso es vanidad. 20 Estoy desalentado por cuanto hice bajo el sol, 21 pues sucede que quien trabajó con sensatez, ingenio y fortuna, debe dejar su hacienda a quien nada hizo por ella. También eso es vanidad y grave miseria. 22 ¿Qué saca, pues, el hombre de todos los afanes y fatigas que se toma bajo el sol? 23 Toda su vida es dolor; y su preocupación, tormento. Ni aun de noche reposa su corazón. También eso es vanidad. 24 No hay otra dicha para el hombre que comer y beber y regalarse con el fruto de sus fatigas. Yo veo que también esto viene de la mano de Dios; 25 pues ¿quién podrá, sin él, comer o beber? 26 A quien es grato a sus ojos, Dios le da sabidur a, ciencia y alegr a; mas al pecador le impone la tarea de reunir y acumular, para dejarlo luego a quien Dios quiere. También eso es vanidad y esfuerzo inútil. |
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