Por causa de mis gemidos, se me pueden contar los huesos.
Por la voz de mi gemido Mis huesos se han pegado a mi carne.
Por mi gemir, quedé reducido a piel y huesos.
con lo fuerte de mis sollozos, a través de la piel se ven mis huesos.
Al son de mis gemidos La piel° se me pega a los huesos.
Abatido, como la hierba, mi corazón se seca y hasta de comer mi pan me olvido.
Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.
Un instante abre su corola como flor, y se marchita; como sombra de efímera nube, pronto se desvanece.
Soy huesos y pellejo, y tan sólo por un pelo he escapado a la muerte.
El dolor me tiene agotado; cada noche baño en lágrimas mi almohada.
Váyanse; déjenme ya, hombres de perversas obras, porque el Señor ha escuchado mi llanto
que al amanecer brota verde y fresca, y por la noche ya está marchita y seca.
El corazón alegre es una buena medicina, pero el ánimo triste debilita el cuerpo.
pero ahora su aspecto es muy lamentable, nadie puede reconocerlos. Ahora son puro pellejo sobre los huesos, consumidos.
Todos los años era igual: Penina se burlaba y se reía de ella cuando iban a Siló, y la hacía llorar tanto que Ana no podía comer.