Pero Naamán se enojó, y se fue. «¿Qué les parece? —dijo—. Yo pensaba que, por lo menos, el profeta saldría y me hablaría. Pensé que levantaría la mano sobre la lepra, invocaría el nombre del Señor su Dios, y me sanaría.
Mateo 9:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Apenas terminó de pronunciar estas palabras, cuando un jefe de los judíos llegó y se postró ante él. ―Mi hija acaba de morir —le dijo—, pero sé que resucitará si vas y la tocas. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras Jesús decía esas cosas, el líder de una sinagoga se le acercó y se arrodilló delante de él. «Mi hija acaba de morir —le dijo—, pero tú puedes traerla nuevamente a la vida solo con venir y poner tu mano sobre ella». Biblia Católica (Latinoamericana) Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se postró delante de él y le dijo: 'Mi hija acaba de morir, pero ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá. La Biblia Textual 3a Edicion Mientras Él les hablaba estas cosas, de pronto llegó un principal y° se postraba ante Él, diciendo: Mi hija acaba de morir, pero ven,° pon tu mano sobre ella, y vivirá. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Mientras les estaba diciendo estas cosas, se le acercó un dignatario, se postró ante él y le dijo. 'Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Hablándoles Él estas cosas, he aquí vino un principal y le adoró, diciendo: Mi hija ahora estará muerta; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. |
Pero Naamán se enojó, y se fue. «¿Qué les parece? —dijo—. Yo pensaba que, por lo menos, el profeta saldría y me hablaría. Pensé que levantaría la mano sobre la lepra, invocaría el nombre del Señor su Dios, y me sanaría.
Los otros discípulos, maravillados, se arrodillaron y le dijeron: ―¡No cabe duda de que eres el Hijo de Dios!
Pero ella se acercó más y de rodillas le suplicó de nuevo: ―¡Señor, ayúdame!
Cuando llegaron al valle, la gente los esperaba; y un hombre corrió y se puso de rodillas ante Jesús.
En eso se le acercó la esposa de Zebedeo, junto con sus dos hijos, Jacobo y Juan, y se arrodilló ante él.
Cuando lo vieron, lo adoraron, aunque algunos no estaban completamente convencidos de que en realidad era Jesús.
cuando, de pronto, un leproso se le acercó y se puso de rodillas ante él. ―Señor —suplicó el leproso—, si quieres, puedes curarme.
Los discípulos corrieron a despertar a Jesús: ―¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo!
Y a nadie se le ocurre echar vino nuevo en odres viejos, porque los odres se romperían, y se perderían el vino y los odres. El vino nuevo se debe echar en odres nuevos, para que ambos se conserven.
Jesús dijo: ―Salgan de aquí. La niña no está muerta, sólo está dormida. La gente se rio de Jesús,
El jefe de la sinagoga se enojó, porque Jesús había sanado en sábado, y le dijo a la gente: ―Hay seis días en que se puede trabajar. Vengan esos días para ser sanados y no el sábado.
Uno de los jefes de los judíos le preguntó: ―Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?
Allí vivía un capitán del ejército romano que tenía un siervo al que estimaba mucho. Y ese siervo estaba enfermo, al borde de la muerte.
Jesús le dijo: ―Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
Cuando María llegó a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo: ―Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Después de la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron el siguiente mensaje: «Hermanos, si tienen alguna enseñanza de aliento para el pueblo, tomen la palabra».
El padre de Publio estaba en cama, enfermo con fiebre y disentería. Pablo fue a verlo, oró por él y después puso las manos sobre él y lo sanó.