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Mateo 8:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

2 cuando, de pronto, un leproso se le acercó y se puso de rodillas ante él. ―Señor —suplicó el leproso—, si quieres, puedes curarme.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 De repente, un hombre con lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. —Señor —dijo el hombre—, si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Un leproso se acercó, se arrodilló delante de él y le dijo: 'Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y he aquí un leproso, se acercó, y se postraba ante Él diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 En esto, se le acercó un leproso y se postró delante de él, diciéndole: 'Señor, si quieres, puedes dejarme limpio'.

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Mateo 8:2
37 Tagairtí Cros  

A pesar de que he sido nombrado como rey, nada pude hacer para evitar que los hijos de Sarvia asesinaran a Abner. ¡Que el Señor le dé su castigo a quien cometió tal maldad!».


El Señor lo atacó con lepra, la que le duró hasta el día de su muerte. Por esta razón vivió solo en una casa. Su hijo Jotán ejercía el gobierno.


El rey de Siria sentía mucha admiración por Naamán, comandante en jefe de su ejército, porque había conducido a sus soldados a muchas victorias gloriosas. Era un gran héroe, pero estaba leproso.


Por cuanto has hecho esto, la lepra de Naamán se te pasará a ti, a tus hijos, y a los hijos de tus hijos para siempre. Tan pronto dejó a Eliseo, la piel de Guiezi se volvió completamente blanca, debido a la lepra.


En el momento en que la nube se alejó de encima del santuario, Miriam quedó de repente blanca por la lepra. Aarón vio lo ocurrido,


»Curen enfermos, resuciten muertos, sanen leprosos y echen fuera demonios. De la misma manera que ustedes están recibiendo este poder gratuitamente, tampoco cobren por sus servicios.


Por causa de la incredulidad de la gente no hizo allí muchos milagros.


Los otros discípulos, maravillados, se arrodillaron y le dijeron: ―¡No cabe duda de que eres el Hijo de Dios!


Pero ella se acercó más y de rodillas le suplicó de nuevo: ―¡Señor, ayúdame!


Al oírlo, el hombre cayó de rodillas delante del rey y le suplicó: “Señor, por favor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.


Entonces entraron en la casa, y al ver al niño con María, su madre, se postraron ante él para adorarlo. Luego abrieron sus alforjas y le ofrecieron como tributo oro, incienso y mirra.


En eso se le acercó la esposa de Zebedeo, junto con sus dos hijos, Jacobo y Juan, y se arrodilló ante él.


Jesús fue a Betania, donde visitó a Simón el leproso.


Cuando lo vieron, lo adoraron, aunque algunos no estaban completamente convencidos de que en realidad era Jesús.


Mientras corrían, Jesús les salió al encuentro. ―¡Buenos días! —les dijo. Ellas cayeron sobre sus rodillas y, abrazándole los pies, lo adoraron.


―Todo esto te lo daré si de rodillas me adoras —le dijo.


Jesús descendía de la colina seguido de una multitud inmensa


Los discípulos corrieron a despertar a Jesús: ―¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo!


Apenas terminó de pronunciar estas palabras, cuando un jefe de los judíos llegó y se postró ante él. ―Mi hija acaba de morir —le dijo—, pero sé que resucitará si vas y la tocas.


Y en tiempos del profeta Eliseo había en Israel muchos enfermos de lepra, pero Eliseo no sanó a ninguno de ellos sino sanó a Naamán, que era de Siria.


El hombre le dijo: ―Creo, Señor. Se puso de rodillas delante de Jesús, y lo adoró.


―¡Señor, no! —exclamó Pedro—. Jamás he comido animales impuros o inmundos.


Al entrar a la casa, Cornelio se arrodilló en el suelo delante de él para adorarlo.


sus más íntimos pensamientos saldrán a la luz, se postrará de rodillas a adorar a Dios y reconocerá que Dios de veras está entre ustedes.


Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: «¡No! ¡No lo hagas! Soy un siervo al igual que tú y tus hermanos que proclaman fielmente su fe en Jesús. Adora sólo a Dios. El propósito de las profecías es dar testimonio de Jesús».


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