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Mateo 16:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.

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Biblia Reina Valera 1960

Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Ahora te digo que tú eres Pedro (que significa “roca”), y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca° edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades° no prevalecerán contra° ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Ahora yo también te digo que tú eres Pedro; sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no podrán contra ella.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

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Mateo 16:18
42 Tagairtí Cros  

te bendeciré muchísimo. Tu descendencia será tan numerosa como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes poseerán las ciudades de sus enemigos.


―Bien, hagan lo que les parezca mejor —respondió finalmente el rey, y se quedó en la puerta de la ciudad viendo pasar sus tropas.


¿Se te ha revelado el sitio en donde están las puertas de la muerte? ¿Sabes cuál es la extensión de la tierra? ¡Dímelo; si lo sabes!


Habían perdido el apetito y tenían a la muerte cerca.


Dichoso el hombre que tiene su aljaba llena de esta clase de flechas. No será avergonzado cuando se enfrente a sus enemigos a las puertas de la ciudad.


Desde mi juventud mis enemigos me han perseguido, pero no han logrado acabar conmigo.


Soy la comidilla del pueblo, y los borrachos cantan coplas acerca de mí.


Y ahora, Señor, ten misericordia de mí; mira como padezco a manos de quienes me odian. Señor, sácame de las fauces de la muerte.


La sabiduría no es para el necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir.


Pero el Señor Dios dice: «¡Miren, estoy poniendo en Sion una piedra como fundamento; es de gran belleza y probada en su resistencia y rectitud, muy segura para edificar sobre ella! El que crea jamás tendrá que huir otra vez.


El Señor dará a sus jueces anhelo de justicia y a sus soldados gran valor para que peleen hasta el último hombre defendiendo sus puertas.


«He recorrido solo la mitad de mi vida y tengo que dejarla. Se me despoja de mis años normales y tengo que traspasar las puertas del Seol.


Pero aquel día ninguna arma que se vuelva contra ti triunfará, y se te hará justicia contra toda calumnia que se esgrima en los tribunales. Esta es la herencia de los siervos del Señor, esta es la bendición que te he dado, dice el Señor.


Descendí hasta donde están las bases de las montañas que salen de lo profundo del océano. La vida se me escapaba poco a poco, y me sentía ya más muerto que vivo. Pero tú, Señor, Dios mío, me salvaste de esa situación desesperada y me permitiste seguir con vida.


Los doce apóstoles eran: Simón, también llamado Pedro; Andrés, hermano de Pedro; Jacobo, hijo de Zebedeo; Juan, hermano de Jacobo;


¡Y tú, Capernaúm, ¿serás elevada hasta el cielo? ¡No! Te irás a lo profundo del infierno. Porque si los milagros que se realizaron en ti se hubieran realizado en Sodoma, esta ciudad existiría todavía.


Si se niega a escucharte, presenta el caso a la iglesia, y si esta se pronuncia a tu favor y tu hermano no acepta la recomendación de la iglesia, entonces la iglesia debe expulsarlo.


Un día, caminando Jesús a orillas del lago de Galilea, vio a dos pescadores que tiraban la red al agua. Eran Simón, mejor conocido por Pedro, y Andrés, su hermano.


»Todo el que presta atención a mis enseñanzas y las pone en práctica es tan sabio como el hombre que edificó su casa sobre una roca bien firme.


Entonces Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús. Jesús lo miró fijamente y le dijo: ―Tú eres Simón, el hijo de Juan. De ahora en adelante te llamarás Cefas (o sea, Pedro).


y alababan a Dios. Todo el mundo simpatizaba con ellos y todos los días el Señor añadía a la comunidad a los que habían de ser salvos.


Por lo tanto, ¡cuídense y cuiden el rebaño! ¡Deben pastorear la iglesia que él compró con su sangre! ¡El Espíritu Santo les ha dado a ustedes la responsabilidad de cuidarla!


Y Saulo estaba de acuerdo en que asesinaran a Esteban. Aquel mismo día, una gran ola de persecución se levantó contra los creyentes y barrió la iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, huyeron a Judea y Samaria.


«¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?».


Esto es así para que todos los poderes y autoridades en los cielos conozcan ahora la sabiduría de Dios, que se deja ver de tantas formas, al observar la iglesia.


Sé que esto es como un misterio difícil de entender; pero ilustra la manera en que Cristo se relaciona con la iglesia.


Él es la cabeza de ese cuerpo suyo que es la iglesia. Él, que es el principio, fue el primero en resucitar, para ser en todo siempre el primero.


para que, si me tardo, sepas cómo hay que comportarse en la familia de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad.


porque no puede cuidar la iglesia quien no puede gobernar su propia familia.


Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino que no se puede alterar, seamos agradecidos. Y porque estamos agradecidos, adoremos a Dios como a él le gusta, con honra y reverencia.


El séptimo ángel tocó la trompeta, y varias voces potentísimas gritaron desde el cielo: «El reino de este mundo pertenece ahora a nuestro Señor y a su Cristo; y él reinará para siempre».


Doce piedras constituían los cimientos de la muralla, y en cada una de ellas estaba escrito el nombre de uno de los doce apóstoles del Cordero.