«Mi respuesta es aún hoy amarga, pues mi castigo es mucho más grave de lo que mi falta merece.
Jeremías 45:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Tú has dicho: «¡Ay de mí! ¿No tengo ya suficientes tribulaciones? ¡Y ahora el Señor ha añadido más! Cansado me tienen mis propios suspiros y no hallo reposo». Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso. Biblia Nueva Traducción Viviente “Tú has dicho: ‘¡Estoy repleto de dificultades! ¿No he sufrido ya lo suficiente? ¡Y ahora el Señor ha añadido más! Estoy agotado de tanto gemir y no encuentro descanso’”. Biblia Católica (Latinoamericana) Ya que tú has dicho: 'Pobre de mí, porque Yavé añade más penas a mis sufrimientos, estoy cansado de tanto llorar sin encontrar consuelo. La Biblia Textual 3a Edicion Tú dijiste: ¡Ay de mí, porque YHVH ha añadido tristeza a mi dolor! ¡Estoy cansado de gemir, y no hallo descanso! Biblia Serafín de Ausejo 1975 A pesar de que has dicho: '¡Ay de mí! pues Yahveh añade pena a mi dolor; estoy agotado de tanto gemir y no encuentro reposo', Biblia Reina Valera Gómez (2023) Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque Jehová ha añadido tristeza a mi dolor; fatigado estoy de mi gemir y no hallo descanso. |
«Mi respuesta es aún hoy amarga, pues mi castigo es mucho más grave de lo que mi falta merece.
¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec, que he acampado entre las tiendas de Cedar!
Yo sé que veré tu bondad, mientras esté aquí en la tierra de los vivientes.
Escucho el rugir del enfurecido mar, mientras tus olas y la agitada marea me derriban.
Los ojos se me están envejeciendo y nublando de sufrimiento a causa de todos mis enemigos.
He llorado hasta agotarme. Tengo la garganta seca y enronquecida. Tengo los ojos hinchados de llorar, en espera de que Dios me ayude.
Si te desanimas cuando estás en medio de muchos problemas, es que no tienes mucha fortaleza.
¡Hay tanto dolor que parece que no me alcanzarán todas las lágrimas para llorar por tanta desgracia! ¡Ay, ya las lágrimas no me alcanzan para llorar por tantos muertos de mi pueblo!
Desde el cielo mandó el fuego que ahora me consume toda; me puso una trampa y me hizo caminar de espaldas hacia ella. Me abandonó y me dejó enferma todo el día.
¡Mira también todos sus delitos, oh Señor, y trátalos por ellos como me has tratado a mí! ¡Es que ya estoy harta de gemir y sentir cómo mi corazón se va debilitando!
Aunque el Señor la aflija, también le mostrará compasión, por la grandeza de su bondad.
Dios, en su misericordia, es el que nos permite servirle, y por eso no nos damos nunca por vencidos.
Por eso, nunca nos damos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más.
Así que no nos cansemos de hacer el bien, porque si lo hacemos sin desmayar, a su debido tiempo recogeremos la cosecha.