Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Génesis 17:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

A ti y a tus descendientes les regalaré para siempre toda la tierra de Canaán, es decir, la tierra en que estás viviendo ahora. Y yo seré su Dios.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

y les daré a ti y a tus descendientes toda la tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero. Será posesión de ellos para siempre, y yo seré su Dios».

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Yo te daré a ti, y después de ti a tu posteridad, la tierra en que vives como peregrino, es decir, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua, y seré el Dios de los tuyos.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, por posesión perpetua,° y seré su Dios.

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra por donde caminas como peregrino, todo el país de Canaán en propiedad perpetua. Y yo seré su Dios'.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y te daré a ti, y a tu simiente después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Génesis 17:8
47 Tagairtí Cros  

El Señor se le apareció allí a Abram y le dijo: «Esta tierra se la voy a dar a tus descendientes». Entonces Abram construyó un altar para adorar al Señor, porque se le había aparecido allí.


Ahora, pues, levántate y recorre toda esa región, a lo largo y a lo ancho, porque te la voy a regalar».


―Aunque soy un extranjero entre ustedes, les suplico que me vendan un sepulcro en el cual pueda sepultar a mi esposa.


Esa noche, el Señor se le apareció y le dijo: «Yo soy el Dios de Abraham, tu padre. No temas, porque estoy contigo. Por amor a Abraham, mi siervo, te bendeciré y haré que tu descendencia sea muy numerosa».


Que Dios te dé a ti, y también a tu descendencia, las grandes bendiciones prometidas a Abraham. Que te dé la posesión de esta tierra en que ahora somos extranjeros, porque Dios se la prometió a Abraham.


Finalmente Jacob fue hasta Mamré, cerca de Quiriat Arbá, a visitar a su padre Isaac. Quiriat Arbá es la misma Hebrón. Allí habían vivido Abraham e Isaac.


Jacob se fue a vivir a la tierra de Canaán, donde su padre había vivido como extranjero.


Allí me dijo: “Haré de ti una nación grande, y esta tierra de Canaán será para ti y para los hijos de tus hijos, como posesión permanente”.


»¡Dios ha escogido a mi familia! Sí, Dios ha hecho un pacto eterno conmigo, su acuerdo es eterno, claro y seguro. Él velará constantemente por mi seguridad y mi triunfo.


“Te daré la tierra de Canaán como tu herencia”.


Pero el amor del Señor permanece para siempre con aquellos que le temen. Su salvación está con los hijos de sus hijos,


cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te toca».


Es el pacto que él hizo con Abraham, el juramento que le hizo a Isaac.


»Y cuando el Señor los haya hecho entrar en la tierra que prometió a sus antepasados hace tanto tiempo, es decir, la tierra donde viven ahora los cananeos,


el amo lo llevará delante de los jueces, y en presencia de ellos le perforará la oreja con un punzón, y será su esclavo para siempre.


Viviré en medio del pueblo de Israel y seré su Dios,


Recuerda lo que le prometiste a tus siervos Abraham, Isaac e Israel cuando juraste por ti mismo: “Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda la tierra que he prometido a tus descendientes, y la heredarán para siempre”.


y los ungirás de la manera que lo hiciste con su padre, para que puedan servir delante de mí, como sacerdotes. La unción de ellos será permanente, es decir, de generación en generación: sus hijos y los hijos de sus hijos, todos ellos serán para siempre mis sacerdotes».


Con ellos establecí un pacto solemne en el que les prometí que les daría a ellos y a sus descendientes la tierra de Canaán, que era el lugar donde vivían como extranjeros.


Yo los aceptaré como pueblo mío, y seré el Dios de ellos. Y ellos sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los he rescatado de los egipcios.


En cada ocasión el mensaje fue: Dejen sus malas conductas y abandonen las maldades que están cometiendo. Sólo así pueden seguir viviendo aquí en esta tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus antepasados para siempre.


En aquel tiempo, dice el Señor, todas las familias de Israel me reconocerán como su Señor; se comportarán como pueblo mío.


para que puedan seguir con gusto mis instrucciones y ser mi pueblo, y yo seré su Dios.


«Hombre mortal, los pocos sobrevivientes esparcidos de Judá que viven entre las ciudades arruinadas insisten en decir: “¡Abraham era un hombre solo y sin embargo, obtuvo la posesión de todo el país! ¡Nosotros somos muchos, así que sin duda podremos obtenerla de vuelta!”».


»Esta será una ley permanente para ustedes, para que hagan expiación por los pecados del pueblo de Israel una vez al año». Y todo se hizo conforme a las instrucciones que el Señor le había dado a Moisés.


Caminaré en medio de ustedes y seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo.


Yo los haré volver a su casa nuevamente, y ellos vivirán tranquilos en Jerusalén, y serán mi pueblo, y yo seré su Dios, un Dios justo y fiel».


Un día Moisés le dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel, el madianita: ―Por fin estamos camino a la Tierra prometida. Ven con nosotros y te favoreceremos, pues el Señor ha hecho maravillosas promesas a Israel.


Un día el Señor le dijo a Moisés: ―Sube al monte Abarín y verás al otro lado del río la tierra que he dado al pueblo de Israel.


Pero no le concedió que poseyera en ella ni el más mínimo pedazo de terreno. En cambio, le prometió que él y sus descendientes poseerían todo aquel país: ¡Y Abraham no tenía hijos!


Ustedes pertenecen exclusivamente al Señor su Dios, y él los ha elegido para que sean su posesión única entre las demás naciones de la tierra.


El Señor ha declarado en este día que tú eres su pueblo de la manera que él lo prometió y que debes obedecer sus leyes,


Él desea confirmarlos hoy como su pueblo y confirmar que él es su Dios como prometió a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.


«Sube al monte Nebo en los montes Abarín, en la tierra de Moab a este lado de Jericó. Sube hasta su cumbre, y observa la tierra que está al otro lado del río en Canaán, la tierra que le doy al pueblo de Israel.


Cuando Dios dividió el mundo entre las naciones, según el número de los hijos de Israel.


Es la Tierra prometida. Yo prometí a Abraham, Isaac y Jacob que la daría por heredad a sus descendientes. Te he permitido verla, pero no entrarás en ella».


»El Señor los sacó a ustedes de Egipto con gran demostración de poder porque amó a sus antepasados y quiso bendecir a sus descendientes.


El Señor los expulsará de la tierra no por tu bondad o rectitud, sino debido a la impiedad de las otras naciones, y para cumplir la promesa que hizo a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.


Por eso, Cristo es mediador de un nuevo pacto. Por medio de su muerte, los llamados recibirán la herencia eterna que se les ha prometido, y serán liberados de los pecados que han cometido.


«Ahora que Moisés mi siervo ha muerto, tú conduce a mi pueblo a través del río Jordán y hazlo entrar en la Tierra prometida.


El que salga vencedor heredará estas bendiciones y yo seré su Dios y él será mi hijo.