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Apocalipsis 11:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Y enviaré a mis dos testigos para que profeticen durante mil doscientos sesenta días vestidos de luto».

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Biblia Reina Valera 1960

Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Mientras tanto, yo daré poder a mis dos testigos, y ellos se vestirán de tela áspera y profetizarán durante esos 1260 días».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Yo enviaré a mis dos testigos vestidos con ropa de penitencia para que proclamen mi palabra durante mil doscientos sesenta días.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y daré° a mis dos testigos, y profetizarán durante mil doscientos sesenta días vestidos de tela de saco.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Yo encargaré a mis dos testigos que profeticen durante mil doscientos sesenta días, vestidos de sayal.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y daré potestad a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

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Apocalipsis 11:3
43 Tagairtí Cros  

Entonces Israel rasgó su ropa y se vistió de ropas ásperas e hizo duelo por su hijo, y lo lloró durante varias semanas.


Luego, el rey David ordenó a Joab y a todos los que estaban con él que se rasgaran las vestiduras, se vistieran con ropa áspera y lloraran por la muerte de Abner. Y el rey David fue detrás del féretro al cementerio.


Cuando Acab oyó estas profecías, se vistió con ropa áspera y ayunó. No se quitaba esa ropa para dormir, y andaba deprimido.


Cuando el rey Ezequías escuchó este informe, rasgó sus vestiduras, se vistió de ropa áspera, y entró en el templo del Señor a orar.


Cuando David vio al ángel del Señor parado entre el cielo y la tierra con su espada desenvainada, apuntando hacia Jerusalén, se vistió de ropas ásperas y se postró en tierra, delante del Señor; y los ancianos de Israel hicieron lo mismo.


El día veinticuatro de ese mes los israelitas regresaron para celebrar otra fiesta. En esta oportunidad ayunaron, se vistieron de luto y se echaron ceniza en la cabeza; además,


»Aquí me siento vestido con ropa de penitencia, y al polvo he arrojado toda esperanza.


¡Cómo se burlan de mí cuando me visto de luto para mostrar mi tristeza.


El Señor Dios Todopoderoso los llamó a arrepentirse, a llorar, lamentar y rasurarse la cabeza dolidos por sus pecados, y a vestirse de saco penitencial para mostrar arrepentimiento.


Hoy comienza tu trabajo: prevenir a las naciones y a los pueblos del mundo. De acuerdo con mis palabras, expresadas por tu boca, yo derribaré a unos y los destruiré, y plantaré y cuidaré a otros, los fortaleceré y los engrandeceré.


Los sabios consejeros de Jerusalén se sientan en tierra y guardan silencio, vestidos con sacos ásperos propios de tiempos de dolor echan polvo sobre sus cabezas en señal de tristeza. Las muchachas de Jerusalén agachan sus cabezas hasta el suelo como señal de la tristeza que sufren.


Después, date vuelta y acuéstate sobre tu costado derecho durante cuarenta días, para señalar los años del castigo de Judá. Cada día representará un año.


»El hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, con ambas manos levantadas hacia el cielo, dijo jurando con solemnidad en el nombre del Dios viviente: “Dentro de tres tiempos y medio, cuando deje de ser agredido el poder del pueblo de Dios, entonces terminarán todas estas cosas”.


Él desafiará al Dios Altísimo, e irá acabando con sus santos, y tratará de cambiar todas las leyes y las fiestas religiosas del pueblo de Dios. El pueblo de Dios estará bajo su poder por tres años y medio.


El otro contestó: “Primero deben pasar dos mil trescientos días; entonces el templo será purificado de nuevo”.


¡Sacerdotes, vístanse de luto, lloren ustedes que ministran en el altar! Vengan, ministros de Dios, y pasen la noche sobre ceniza y con ropas ásperas en señal de profunda tristeza, porque en el templo de su Dios no hay ofrendas de cereales ni de vino.


Todos deben vestirse con ropas ásperas, de luto, clamar de todo corazón a Dios y dejar su mal comportamiento, la violencia y el robo.


Pero dos de aquellos setenta —Eldad y Medad— se habían quedado en el campamento, y cuando el Espíritu vino a ellos, profetizaron allí.


«¡Pobre de ti, Corazín! ¡Pobre de ti, Betsaida! Si los milagros que se realizaron en tus calles se hubieran realizado en Tiro y Sidón, hace mucho tiempo que estas ciudades se habrían vestido de ropas ásperas y se habrían echado ceniza en la cabeza como muestra de su arrepentimiento.


Pero si no, consíguete una o dos personas que vayan contigo a hablarle y te sirvan de testigos.


»¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron entre ustedes, se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían arrepentido, y se habrían vestido con ropas ásperas y echado ceniza en la cabeza.


Ustedes son testigos de estas cosas.


Y ustedes también hablarán acerca de mí porque han estado conmigo desde el principio.


Juan les respondió: ―Nadie puede recibir nada si Dios no se lo da.


Sin embargo, cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes recibirán poder para ser mis testigos no sólo en Jerusalén, sino también en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.


Y muchos de los hombres que lo habían acompañado a Jerusalén desde Galilea, lo vieron varias veces. Y aquellos hombres ahora son sus testigos ante el pueblo.


»Dios ha resucitado a Jesús y nosotros mismos somos testigos de ello.


y mataron al autor de la vida. Pero Dios le devolvió la vida; de ello nosotros somos testigos.


Dios ha puesto en su iglesia: apóstoles, que son los primeros, profetas, en segundo lugar, maestros, en tercer lugar, y luego, los que realizan milagros, los que tienen el don de sanar, los que pueden ayudar a los demás, los que pueden administrar, los que hablan en diversas lenguas.


Esta será la tercera vez que los visite. Las Escrituras dicen que «en todo asunto debe haber dos o tres testigos».


Y a algunos les dio el don de ser apóstoles; a otros, el don de ser profetas; a otros, el de anunciar las buenas nuevas; y a otros, el don de pastorear y educar al pueblo de Dios.


Pero no lleves a la muerte a nadie por el testimonio de una sola persona. Es necesario tener por lo menos el testimonio de dos o tres personas.


»No condenarás a nadie basado en la palabra de un solo testigo. Debe haber por lo menos dos o tres.


y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, que fue el primero en levantarse de entre los muertos y que tiene autoridad sobre todos los reyes de la tierra. Al que nos ama y derramó su sangre para libertarnos de nuestros pecados,


«Pero no midas las partes externas del templo —me dijeron—, porque han sido entregadas a las naciones y estas se pasarán tres años y medio humillando a la ciudad santa.


Estos tienen poder para cerrar los cielos de manera que no llueva mientras estén profetizando. También tienen poder para convertir en sangre las aguas y enviar plagas sobre la tierra cada vez que lo deseen.


La mujer huyó al desierto, donde Dios le tenía preparado un lugar en el que la sustentarían durante mil doscientos sesenta días.


A la bestia se le permitió que dijera blasfemias contra el Señor; y también se le dio autoridad para actuar por cuarenta y dos meses,


Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: «¡No! ¡No lo hagas! Soy un siervo al igual que tú y tus hermanos que proclaman fielmente su fe en Jesús. Adora sólo a Dios. El propósito de las profecías es dar testimonio de Jesús».


Entonces vi que los que habían recibido la facultad de juzgar se sentaron en tronos. Y vi a las almas de los que habían muerto decapitados por dar testimonio de Jesús y por proclamar la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni habían aceptado que los marcaran en la frente o en la mano. Vi que resucitaban y reinaban con Cristo mil años.