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Isaías 22:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

12 El Señor Dios Todopoderoso los llamó a arrepentirse, a llorar, lamentar y rasurarse la cabeza dolidos por sus pecados, y a vestirse de saco penitencial para mostrar arrepentimiento.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en este día a llanto y a endechas, a raparse el cabello y a vestir cilicio;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 En ese día, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales, los llamó a llorar y a lamentarse. Les dijo que se raparan la cabeza en señal de dolor por sus pecados y que usaran ropa de tela áspera para expresar su remordimiento.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 El Señor Yavé de los Ejércitos los invitaba aquel día a llorar y lamentar sus pecados, a cortarse el pelo y a vestirse con un saco.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Aquel día Adonay YHVH Sebaot os convocó al llanto y al lamento, A raparse el cabello° y a vestirse de saco.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Os invitaba el Señor, Yahveh Sebaot, aquel día, al llanto y al lamento, a raparos la cabeza y ceñir sayal.

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Isaías 22:12
31 Tagairtí Cros  

Cuando oí esto, rasgué mi ropa, me arranqué los cabellos y la barba, y me senté lleno de angustia.


»Tú viste las dificultades y los dolores de nuestros antepasados en Egipto y oíste su clamor junto al Mar Rojo.


Job se levantó y rasgó su manto y se rasuró la cabeza en señal de duelo y se postró en tierra en actitud de adoración.


Todo está bien en su momento oportuno. Pero si bien Dios ha plantado la eternidad en el corazón de todo hombre y mujer, el ser humano es incapaz de una plena visión de la obra de Dios de principio a fin.


Tiempo de llorar; Tiempo de reír; Tiempo de tener duelo; Tiempo de danzar;


Tu pueblo en Dibón irá doliente a sus templos para llorar por el destino de Nebo y Medeba. En señal de duelo se rasurarán la cabeza y se cortarán la barba.


Tu bondad para con los malos no los hace buenos, sino que ellos siguen empecinados en el mal sin tener respeto por tu majestad.


¡Ay de Jerusalén, la ciudad de David! Año tras año presentan múltiples ofrendas,


En vez de exhalar dulce perfume, tendrán pestilencia; en vez de cinturón usarán cuerdas; el bien cuidado cabello se les caerá; vestirán saco en lugar de vestidos. Toda su belleza se esfumará; les quedará únicamente vergüenza y deshonor.


Tiemblen, mujeres de vida cómoda, renuncien a la despreocupación. Quítense su linda ropa, pónganse saco penitencial por su dolor.


Cuando el rey Ezequías se enteró del resultado de la reunión, rasgó su ropa y se vistió de tela ordinaria de la que se usa para hacer sacos, como señal de humildad y duelo, y fue al templo a orar.


Y mientras tanto envió ante Isaías, el profeta hijo de Amoz, a Eliaquín su primer ministro, a Sebna su escriba real y a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de saco penitencial.


«Ante ti hemos ayunado», dicen, «¿por qué no te impresionas? ¿Por qué no ves nuestros sacrificios? ¿Por qué no escuchas nuestras plegarias? ¡Hemos hecho grandes penitencias, y ni siquiera te fijas!». Pero yo les digo la razón: Es que mientras ayunan se dedican a hacer negocios, y explotan a sus trabajadores.


Tanto los grandes como los pequeños morirán en esta tierra, insepultos y sin haber quien los llore. Sus amigos no se harán heridas ni se raparán la cabeza en señal de dolor, como es la costumbre.


Como señal de los tristes días que están por venir, tampoco aceptes invitaciones a sus banquetes y fiestas.


¡Así que vístanse de luto y lloren con amargura, porque la terrible cólera del Señor aún no ha terminado!


¡Oh Jerusalén, rápate la cabeza en señal de vergüenza y llora solitaria sobre los montes, porque el Señor ha rechazado y abandonado a este pueblo, quien ha provocado su enojo!


¡Se rapan las cabezas en señal de duelo y se visten de saco y lloran por ti con profunda amargura y desesperación!


El rey Belsasar invitó a mil de los más importantes funcionarios suyos a una gran fiesta donde él y sus invitados bebieron mucho vino.


¡No te alegres, Israel! ¡No hagas fiesta como las otras naciones! Porque has abandonado a tu Dios y te has portado como una prostituta, pues te entregas a los ídolos y te alegras con ellos más que por las cosechas de trigo que yo te regalo.


¡Sacerdotes, vístanse de luto, lloren ustedes que ministran en el altar! Vengan, ministros de Dios, y pasen la noche sobre ceniza y con ropas ásperas en señal de profunda tristeza, porque en el templo de su Dios no hay ofrendas de cereales ni de vino.


Llora, como llora desconsolada una joven novia porque han matado a su prometido.


Por eso el Señor dice: «Vuélvanse a mí por completo, mientras aun hay tiempo. Háganlo con ayuno, llanto y arrepentimiento sincero».


Los sacerdotes, ministros de Dios, se pararán entre el pueblo y el altar, llorando, y orarán diciendo: «Señor nuestro, perdona a tu pueblo, no permitas que los paganos reinen sobre nosotros, pues tú eres también su dueño. Que no se burlen de tu pueblo los paganos, y digan: “¿Dónde está ese Dios de ellos? ¡Qué débil e inútil debe de ser!”».


Y yo transformaré sus fiestas alegres en velorios tristes, y sus cantos de gozo en gritos de desesperación. Haré que ese día se pongan ropa de luto y se rapen la cabeza en señal de dolor y vergüenza. Ese día habrá tanto llanto y amargura como cuando se muere un hijo único.


Cuando el rey de Nínive supo lo que Jonás estaba predicando, bajó del trono, se quitó las ropas reales, se vistió también con ropa áspera y se sentó sobre ceniza.


Habitantes de Sion, rasúrense la barba y rápense la cabeza en señal de dolor, pues sus hijos, que ustedes tanto aman, serán llevados como esclavos a tierras lejanas.


Ahora escuchen, ustedes los ricos: ¡Lloren y griten por todas las desgracias que van a sufrir!


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