Los ancianos de la casa le rogaron con insistencia que se levantara del suelo, pero él no quiso, ni tomó alimento alguno con ellos.
Salmos 102:4 - Biblia Martin Nieto Pues mis días se disipan como el humo, y mis huesos queman como brasas; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Mi corazón está herido, y seco como la hierba, Por lo cual me olvido de comer mi pan. Biblia Nueva Traducción Viviente Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba, y perdí el apetito. Biblia Católica (Latinoamericana) como hierba segada, mi corazón se seca y hasta me olvido de comer mi pan;' La Biblia Textual 3a Edicion Mi corazón herido se agosta como la hierba, Y aun de comer mi pan me olvido. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Mis días se terminan en humo, y mis huesos se queman lo mismo que un brasero. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mi corazón está herido, y seco como la hierba; por lo cual me olvido de comer mi pan. |
Los ancianos de la casa le rogaron con insistencia que se levantara del suelo, pero él no quiso, ni tomó alimento alguno con ellos.
Esdras se retiró del templo de Dios y se fue al aposento de Jojanán, hijo de Eliasib, donde pasó la noche sin comer pan ni beber agua; tan desolado estaba con la prevaricación de los repatriados.
Mi alma siente asco de mi vida; quiero dar libre curso a mis lamentos, derramaré la amargura de mi alma.
cuando le produce náuseas la comida, y su alma aborrece el manjar más exquisito;
Pues las flechas del todopoderoso están en mí clavadas; mi espíritu bebe su veneno, y los terrores de Dios me turban.
Por tu indignación y tu furor me has levantado y me has tirado lejos;
Mis enemigos me ultrajan sin cesar, me maldicen enfurecidos contra mí.
pues se secan pronto como el heno, como la hierba verde se marchitan.
¿Por qué te afliges, alma mía, por qué te quejas? Espera en Dios, que aún he de alabarlo, salud de mi rostro, Dios mío.
Tú conoces mi afrenta, mi ignominia y mi vergüenza; todos mis opresores están ante tu vista.
En el día de la angustia acudo al Señor, alzo sin descanso mis manos en la noche y no encuentro consuelo;
La hierba se seca, la flor se marchita, cuando el soplo del Señor le llega. ¡Sí, el pueblo es la hierba!